Puede parecer una observación excesivamente pesimista, pero lo cierto es que las personas somos capaces de vivir largos años sin tener apenas idea de lo que está sucediendo en nosotros. Podemos seguir viviendo día tras día sin querer ver qué es lo que en verdad mueve nuestra vida y quién es el que dentro de nosotros toma realmente las decisiones.
No es torpeza o falta de inteligencia. Lo que sucede es que, de manera más o menos consciente, intuimos que vernos con más luz nos obligaría a cambiar. Una y otra vez parecen cumplirse en nosotros aquellas palabras de Jesús: «El que obra el mal detesta la luz y la rehúye, porque tiene miedo a que su conducta quede al descubierto». Nos asusta vernos tal como somos. Nos sentimos mal cuando la luz penetra en nuestra vida. Preferimos seguir ciegos, alimentando día a día nuevos engaños e ilusiones. ··· Ver noticia ···
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