Lecturas:
Primera lectura: Gn 18,20-32: No se enfade mi Señor si sigo hablando
Salmo Responsorial 137: Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste
Col 2,12-14: Les dio vida en Cristo, perdonándoles todos los pecados
Lc 11:1-13: Cuando oren, digan así: ?Padre nuestro????
Primera lectura
Este texto, continuación del que se leía el domingo pasado, nos muestra a Abraham, padre de la fe y antepasado de Israel, como gran intercesor antes los habitantes de estas ciudades. Muestra una actitud a imitar: apertura y ayuda a los demás. La negociación entre el intercesor y Dios, recuerda el estilo oriental (y muy latinoamericano, también) del regatear.
Lo que se busca es acentuar la insistencia intercesora de Abraham y la magnitud del pecado de Sodoma y Gomorra. El texto es el mejor ejemplo de oración como diálogo audaz y comprometido con Dios, en el que vemos a Abraham hablar con el Señor y tratar de convencerlo a partir de su bondad y justicia, pero , al parecer, abusando de su confianza. El estilo y modo de proceder es, obvio, de una mentalidad semítica: poner en juego el honor de Dios, su reputación de justicia pero que muestran la confianza en Dios y la proximidad de los hombres a El. Por otra parte , este texto, puede ser modelo para el tema de la hospitalidad: Al narrar como estos ?tres seres?? escuchan a Abraham atentamente. Esta ?atención?? le permite entrar en el misterio. Uno se revela como el Señor (18,10.13.20) y los otros dos como sus ángeles (19,1). La narración, que al principio hablaba tres hombres, adquiere aquí un carácter teofánico y manifiesta el sentido profundo de la hospitalidad.
Segunda lectura
A partir de este texto los cristianos consideraban la pila bautismal como un sepulcro en el que somos sepultados con Cristo; por otra parte, es también como la madre que engendra a la vida; de ahí, el expresivo ritual de la inmersión. Pero el ritual que representa esta muerte y esta resurrección sólo tiene eficacia si corresponde a la fe en Dios que resucitó a Cristo de entre los muertos. Esta expresa, pues, la vinculación entre bautismo y fe. Pecado y muerte, fe y bautismo son correlativos. La inserción al misterio de Cristo acontece en el bautismo, pero se funda en la fe. Haber resucitado significa en realidad vivir en Cristo, como consecuencia de haber obtenido el perdón de los pecados como resultado de la muerte del Señor. Siendo coherente, Pablo dice que ?el perdón del pecado es liberación de la ley y de su observancia, porque existe una correspondencia entre Ley, muerte y pecado (cf. Rom 7,7-9). La mejor expresión paulina al respecto se encuentra aquí como imagen. La Ley ha sido clavada en la cruz.
Evangelio
La oración forma parte de la vida del pueblo judío. Los piadosos volvían su espíritu a Dios varias veces al día. Jesús aprende, desde el pueblo y su tradición a orar. Como buen judío, aprendió a rezar en la familia y en la sinagoga. En su ministerio, su oración toma adquiere una particularidad: su acercamiento a Dios, ?su Abbá??. Lucas lo describe en oración varias ocasiones (3,21; 5,16; 6,12; 9,29). Los exegetas reconocen en Lucas, la transmisión más fiel de la oración del Padrenuestro y que es la más breve. Del arameo pasó al griego y así la incluyó Lucas en su narración.
La expresión PADRE, ya la hemos comentado en la parte del diario bíblico ?en papel??. Aquí continuamos el resto:
SANTIFICADO SEA TU NOMBRE: o sea que Dios sea conocido, dado a conocer, alabado, amado, bendecido, glorificado y agradecido por todas las gentes del mundo. Que el nombre del Señor, o sea el mismo Dios, reciba estimación, amor veneración, y piadosa adoración por todos y cada vez más. Hay que volver a notar el orden de la oración en el Padrenuestro. Primero que Dios sea reverenciado y amado.
VENGA TU REINO: es una oración misionera. Lo que buscan los misioneros es hacer que Dios reine en las gentes de las tierras que ellos están misionando desde sus culturas e idiosincrasia. Y es lo que debemos desear y pedir y buscar todos en todos los tiempos: que reine Dios. Que venga su Reino. Si primero buscamos el Reino de Dios, todo lo demás vendrá por añadidura. Es un deseo de que Dios reine en nuestra mente, en nuestro corazón, en nuestro hogar, en la sociedad, en la nación y en el mundo entero. Y en cuantas naciones y personas todavía no reina!
DANOS EL PAN DE CADA DÍA. Pedimos para cada día el pan, sin afanarnos por el futuro, porque Dios estará también en el futuro y El proveerá. Como el Maná del desierto, el pan de cada día es un don maravilloso de la bondad del Señor. Con esta petición del pan diario le estamos queriendo pedir que nos libre del desempleo o de la demasiada carestía, y de las inundaciones y sequías que acaban con los cultivos, y de las guerrillas que impiden a los campesinos recoger sus cosechas, empleo para el esposo que tiene que mantener una familia, ayudas económicas para esa madre abandonada; protección para el anciano echando a un lado por la sociedad. El corporal y el espiritual. Todos los días los necesitamos, por eso tenemos que pedirlo todos los días.
PERDONANOS NUESTROS PECADOS, COMO NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN. El perdón es un arte que se consigue con infinitos ejercicios. San Agustín enseña que a algunos no les escucha Dios la oración que le hacen, porque antes no han perdonado a los que los han ofendido, o no le han pedido perdón al Señor por sus pecados. Sin pedirle excusas por los disgustos que le hemos proporcionado, ¿cómo queremos que nos conceda las gracias que le estamos suplicando?. Es un recuerdo muy oportuno para que no se nos vaya a ocurrir nunca la mentirosa idea de creernos buenos. Dios pone una condición para perdonarnos: no podemos obtener perdón del cielo, si no perdonamos en la tierra. El día del Juicio no tendrás disculpas: te juzgarán como hayas juzgado. Te condenarán si no quisiste perdonar a los demás, y te absolverán si supiste perdonar siempre (San Cripriano): El Padre Celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan.
?L LES DARÁ EL ESPÍRITU SANTO. El objetivo final y el contenido de la oración cristiana es llegar a recibir el Espíritu que es capaz de renovar la faz de la tierra, incluidos nosotros. El Espíritu Santo es la fuerza que viene de lo alto con poder avasallador y aleja los vicios y nos trae muchos buenos pensamientos y deseos. El Espíritu Santo quiere ser nuestro Huésped, y es enviado por el Padre Celestial si se lo pedimos con fe y perseverancia. El Espíritu Santo es el que nos hace comprender las Sagrada Escrituras. El Espíritu Santo cuando viene nos ofrece: orar mejor, arrepentirnos de nuestros pecados y tener deseo de dedicarnos a agradar a Dios.
La gente veía a Jesús orar con tanta devoción y notaba que el Padre Dios le escuchaba de manera tan admirable su oraciones, que sentía el vivo deseo de aprender de El, cómo es que se debe orar para ser mejor escuchando por el Altísimo. Y había la tradición o costumbre de que los mas afamados maestros de espíritus les enseñaran a sus discípulos métodos fáciles y prácticos de orar, pues la oración, como todo buen arte, necesita de un maestro que guíe al principiante. Juan el Bautista había enseñado a sus seguidores algunos métodos prácticos de hacer oración y ahora a Jesús se le pedía también este gran favor. Es que un arte no se aprende sin un buen maestro. Y orar es un arte.
Esta debería ser una de nuestras más frecuentes y fervorosas peticiones a Jesús: ¡Señor: enséñanos a orar! Si Jesús no nos enseña el arte de orar, siempre estaremos perdidos en esta labor tan noble y difícil. Debemos aprender a ?orar??, es decir, a hablar con Jesús y con su Padre y nuestro Padre, y con el Santo Espíritu, con el amor y la confianza de hijos muy amados. Aprender a orar de tal manera que nuestra oración siempre sea escuchada. Que nuestro orar no sea solamente pedir , sino también adorar, agradecer y amar.
Digámosle a Jesús: ?Enséñanos a orar??, no sólo con nuestros labios, sino desde nuestro corazón y con toda la atención para que sea como decía Santa Teresa: ?Un hablar con un Dios que sabemos nos ama inmensamente??. Señor: enséñanos a orar!.
Las cuatro condiciones de la oración son:
ATENCI?N: porque si no ponemos atención a lo que le decimos a Dios, ¿cómo podemos pretender que El le ponga atención a eso que le pedimos?
HUMILDAD: reconocer que no tenemos nada que no hayamos recibido y por lo mismo pedimos ser escuchados.
CONFIANZA: recordando que el Señor Dios nos ama mucho más que la más buena de las madres al más amado de los hijos.
INSISTENCIA: como Abraham, cuando intercede por Sodoma: sin cansarse de pedir.
La oración es una página en blanco. Arriba dice ?Les daré todo lo que necesiten y me pidan con fe??. Abajo está la firma: ?Dios ?. ¿Qué escribimos en todo ese espacio blanco? O seremos tan locos que no escribimos nada?
Con la ayuda de El Espíritu Santo el gran maestro y guía que nos hace comprender debidamente la Sagrada Escritura, meditemos unos minutos acerca de esta, la más bella oración del mundo, el Padrenuestro, la oración en la que empleamos las mismas palabras de Jesús y que le debe ser muy grato al Señor. El Padrenuestro se compone de dos series de peticiones: las primeras se refieren a Dios, y las segundas, mas numerosas, se refieren a nosotros. Solamente después de haber pedido que Dios sea glorificado, debemos atrevernos a pedir que nosotros seamos socorridos. Tertuliano decía que el Padrenuestro es el resumen de todo el evangelio. Y San Cipriano afirma que el Padrenuestro no le falta nada para ser una oración completa.
Quedémonos en nuestro diario bíblico de papel con la primera palabra: PADRE: es la palabra con la cual Jesús nos enseñó a llamar a Dios. Dicen ciertos autores que la noticia más bella que nos trajo Cristo es que Dios es nuestro Padre y que le agrada que lo tratemos como a un papá muy amado. San Pablo dirá: ?no hemos recibido un espíritu de temor si no un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: Abbá, Padre! (Rom 8,15). No tenemos a un Dios lejano, es un papá cercano. Ninguno de nosotros es un huérfano. Ninguno de nosotros se sienta desamparado; todos somos hijos del Padre más amable que existe. Y si tenemos un mismo padre, somos todos hijos de El, por lo tanto debemos reconocernos y amarnos como hermanos.
Si lo llamamos ?Padre?? amémoslo como a un buen padre y no seamos faltos de cariño para con El (Orígenes). Dios, pues, es un padre que conoce muy bien todo lo que necesitan sus hijos y se deleita en ayudarlos y siente enorme satisfacción cada vez que puede socorrerlos. El nos ayuda no porque nosotros somos buenos, sino porque El es bueno y tiene generosos sentimientos. Quizás no nos habríamos atrevido a llamar a Dios, nuestro Padre, si Jesús no nos hubiera enseñado a llamarlo así. No lo olvidemos, la oración es el medio más seguro para obtener de Dios las gracias que necesitamos para nuestra salvación (San Alfonso).
El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 47 de la serie «Un tal Jesús», de los hnos. López Vigil. El guión y su guión y su comentario puede ser tomado de aquí: http://www.untaljesus.net/texesp.php?id=1200047
Puede ser escuchado aquí: http://www.untaljesus.net/audios/cap47b.mp3
Para la revisión de vida
Nuestra oración está plena de confianza en Dios y su Providencia, o sólo busca sacar algo que deseamos, aún sabiendo que El no querría darnos?
Oramos al Padre pidiendo que intervenga en la vida sin respetar la autonomía del mundo y de las libertades?
Cuando oramos deseamos que el Espíritu disponga nuestras perspectivas, deseos y capacidades de actuación para que sintonicen con las del Padre?
Para la reunión de grupo
– Comparar entre los sinópticos, teniendo a Lucas como base, los momentos de oración en Jesús.
– Hay fundamentos y/o motivos para deducir que en verdad el pecado de Sodoma fue la falta de hospitalidad, o se puede deducir otra falta que ocasionó su destrucción?
– Reflexionar como grupo ¿cuáles son las tentaciones que hoy pedimos al Padre que aleje?.
Para la oración de los fieles
– Escucha, Padre, el clamor de tus hijos
– por la Iglesia que comparte y te eleva el grito de la humanidad. Oremos.
– Para que haya más justicia y paz.
– Por las órdenes contemplativas, llamadas a servir al mundo por la oración.
– Por los que no tienen el pan de cada día.
Oración comunitaria
Padre, que a través de tu Hijo nos enseñaste a pedir, buscar y llamar con insistencia, escucha nuestra oración y concédenos la alegría de sabernos escuchados. Por nuestro Señor Jesucristo