Domingo 16 de Agosto, 20º del tiempo ordinario -- José María Castillo

0
38

Somos Iglesia Andalucía

Jn 6, 51-58
?En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: ?Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este pan, vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo. Disputaban entonces los judíos entre sí: ?¿Cómo puede éste darnos a comer su carne??? Entonces Jesús les dijo: ?Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.

Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come, vivirá por mí. ?ste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que comieron y murieron: el que coma este pan vivirá para siempre??.

1. Estas palabras de Jesús que, según el criterio del evangelio de Juan, explican el significado de la eucaristía, dicen varias cosas: 1) que en la eucaristía está presente el mismo Jesús, su carne y su sangre; 2) que esa presencia está vinculada al pan y al vino; 3) que ese pan y ese vino son verdadera comida y verdadera bebida.; 4) que esa comida y esa bebida dan vida, una vida sin limitación alguna.

2. Nunca se ha puesto en duda el hecho de la presencia de Jesús en la eucaristía. Otra cosa ha sido la explicación de ese hecho. Hasta el s. XI, la explicación común se tomó de la filosofía de Platón. Era la explicación simbólica. Después se impuso la explicación a partir de la filosofía de Aristóteles, la realidad como substancia y accidentes. ?sta es la doctrina oficial de la Iglesia. En el s. XX, se empezó a hablar de la explicación fenomenológica, es decir, lo que importa es la ?finalidad?? y la ?significación?? del pan y el vino en la eucaristía.

3. En la eucaristía no recibimos el cuerpo ?histórico?? de Jesús, porque ese cuerpo ya no existe. Recibimos el cuerpo ?resucitado??. En la eucaristía no tomamos carne y sangre (cf. Jn 6, 63). Recibimos a una persona, a Jesús mismo. Pero dos personas (el creyente y Jesús) no pueden unirse nada más que mediante expresiones simbólicas, que así es como se expresa la entrega , la donación y la unión de un ser personal con otro. El pan y el vino de la eucaristía, si los analiza un químico, siguen siendo pan y vino. Pero ese pan y ese vino, para el creyente, simbolizan y contienen la presencia de Jesús en nuestras vidas. Comulgar, por tanto, no es recibir una ?cosa sagrada??, sino unirse a Jesús, de forma que la vida de Jesús sea vida en nuestra vida y forma de vivir.