DOMINGO 14 DE ENERO : 2º DEL TIEMPO ORDINARIO

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Koinonía

2ordinarioC2.gifIs 62, 1-5: ?La alegría de los esposos??
Salmo 95: ?Cuenten las maravillas de Dios a todos los pueblos??
1Cor 12, 4-11: El Espíritu reparte dones según su parecer??
Jn 2,1-11: Las bodas de Caná de Galilea
El profeta Isaías emplea la imagen de la ciudad Sión-Jerusalén, esposa y madre, para anunciar que Israel será restaurado por Dios como pueblo de su alianza.
Una alianza presentada en este y otros muchos pasajes proféticos, como unas bodas místicas, un encuentro de amor, el final de una amarga viudez, de una larga separación de la esposa y el esposo.

Así es el lenguaje bíblico: lleno de imágenes muy humanas, perfectamente comprensibles, para hablarnos del amor de Dios y de su pasión por nosotros, para invitarnos a corresponder dicho amor en el cual está nuestra salvación. Esta lectura de Isaías prepara claramente el pasaje de san Juan en el evangelio que leemos hoy.

Los regalos del amor son espléndidos, como nos dice san Pablo en la carta a los corintios, hablándonos de los carismas o dones con los que el Espíritu Santo adorna a su esposa la Iglesia. Solemos pensar que esos dones fueron cosa de los orígenes del cristianismo, que se daban en una etapa en la que la Iglesia no se había institucionalizado todavía y que, desafortunadamente, fueron reemplazados por estructuras de gobierno, ordenamientos jurídicos y litúrgicos, doctrinas desarrolladas y organizadas… Pero eso es sólo una apariencia: todavía hoy, veinte siglos después, el Espíritu Santo se derrama en favores y en dones maravillosos para el crecimiento y la belleza de la Iglesia. Si no se dan todos los carismas del pasado, se otorgan otros nuevos, acordes con las nuevas situaciones y necesidades.

¿Qué decir por ejemplo de los carismas de beneficencia y servicio a los más pobres? ¿O de los dones maravillosos que reciben las misioneras y los misioneros cristianos que anuncian el evangelio en condiciones extremas de dificultad? ¿O de la sabiduría e inteligencia de los grandes pensadores e investigadores que desvelan los misterios ocultos de la interpretación de la Biblia y del desarrollo de la teología? Hoy, como en el remoto pasado la Iglesia, sigue siendo la esposa amada y cortejada, enriquecida con dones maravillosos para el servicio de los seres humanos y la proclamación del evangelio.

Para la plena comprensión del pasaje de las bodas de Caná, se debe partir desde su final: ?Así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él?? (v. 11b). Todo el episodio se inscribe, de este modo, en el esquema teológico de una ?manifestación?? en general, y de la ?manifestación de su gloria?? en particular.

El concepto de ?gloria?? de Dios está en íntima relación con el de ?santidad?? en los textos del Antiguo Testamento, especialmente en el libro del profeta Ezequiel. Entre los dos conceptos existe una relación complementaria: son dos aspectos de una misma realidad.

La «santidad» de Dios se refiere a su trascendencia: Dios está más allá de toda realidad humana. Por su parte, la «gloria» de Dios expresa esa misma trascendencia en cuanto presente en la historia de la humanidad y la historia del pueblo de Israel; la gloria de Dios es su trascendencia, hecha historia.

La manifestación de la gloria de Dios se da para que sea acogida por el ser humano. El texto evangélico concluye de esa manera: Jesús manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él. Y ?éste fue el principio de las señales?? (v. 11a).

La presente ?señal?? se sitúa en un banquete de bodas. El evangelio prolonga así la temática del comienzo del capítulo 62 de Isaías, en el que se anuncia el desposorio de Dios con su pueblo, misterio de comunión esponsalicia que plenifica al pueblo.

Es bueno aludir al contraste entre el ?agua?? de la purificación de los judíos y el ?vino?? de la fiesta por un lado, y la distinción entre los vinos de calidad diversa. La primera relación se refiere a la religiosidad, cuyo lugar de realización oscila entre dos posibilidades reales. La mención del agua de la purificación significa la búsqueda de una purificación personal. Su conversión en vino es signo del encuentro gozoso con Dios presente en la historia de los sres humanos. En el primer caso, la religiosidad humana se ve encerrada en el esquema de lo puro e impuro, que hunde al ser humano en sus preocupaciones y le impide vivir una vida gozosa en libertad, sin el vino de la fiesta.

Frente a esta primera posibilidad ?la señal?? de Caná afirma que una adecuada religiosidad sólo encuentra su realización plena en la comunión con Dios y con los hermanos. Las bodas sirven para expresar la unidad de los esposos que en la fiesta y gracias al vino hacen partícipes de su comunión a los invitados.

El agua convertida en vino al ser probada por el mayordomo, introduce la distinción entre dos vinos, diversos en calidad. En la fiesta del banquete mesiánico el buen vino viene al final, a diferencia de lo acostumbrado en los banquetes. Se contraponen así dos momentos de la historia de la salvación y se tiene buen cuidado de afirmar que la presencia de Jesús corresponde al momento definitivo del final, cuando se sirve el vino de mejor calidad.

Por otra parte, son los servidores y no el mayordomo quienes conocen el origen de este vino superior. Su acción reside en hacer realidad la orden de Jesús, según la indicación de la madre de éste.

Su acción, que pone en relación el vino de mejor calidad con el final, es una señal que anticipa la realización de la hora, mencionada en la respuesta de Jesús a su madre. La hora estará ya presente a todo lo largo del evangelio de Juan.

La «hora» se convierte así en una referencia que sirve para distinguir los momentos de la actividad de Jesús, según haya o no haya llegado esa ?hora??. Se trata de la hora de la ?glorificación del Hijo del hombre??, que comienza a realizarse en 13,1 y que anteriormente sólo puede expresarse a través de las señales y las obras de Jesús.

La fe aparece habitualmente ligada a ?señales??, que nos permiten el descubrimiento de la presencia de Dios en la historia personal y social. La búsqueda de estas señales es una tendencia natural propia de todo ser humano religioso que coloca, en el centro de su vida, el descubrimiento de la ?gloria?? de Dios.

En nuestros días se corre el riesgo de considerar aquellas señales como ligadas indisolublemente a lo extraordinario o maravilloso. Este espacio se ha transformado para muchos de nuestros contemporáneos en el único lugar en que se puede realizar el encuentro con Dios.

La primera de las señales de Jesús realizada en Caná, por el contrario, sitúa la gloria de Dios en el marco de las realidades cotidianas, en el banquete de una boda. Con ello invita a descubrir la cercanía de Dios en Jesús, señal de su presencia en la historia, dentro del marco de lo cotidiano de la existencia. ?ste es el lugar en que debemos encontrar a Dios y dar la misma respuesta que los discípulos de Jesús que en Caná ?creyeron en él??.

El banquete de bodas se convierte así en ocasión para la manifestación de la gloria de Dios. Gracias a él se puede situar la religiosidad de forma adecuada, es decir, como un encuentro maduro y gozoso. Dicha enseñanza se realiza mediante la contraposición de dos bebidas diferentes: el agua y el vino.

Solamente la presencia de este último puede ofrecer las condiciones necesarias para la realización de la fiesta. La alegría, propia de ésta, no puede ser la consecuencia natural de una religiosidad centrada entre lo puro e impuro, lo permitido y lo prohibido. Por el contrario, sólo transformándose, puede el agua de los ritos de la purificación de los judíos contenidas en las tinajas, expresar adecuadamente la relación religiosa. Y, gracias a la actuación de Jesús, puede tener lugar el desplazamiento, exigido para la celebración, desde las preocupaciones angustiosas centradas en la propia conciencia, hacia el encuentro maduro y festivo con los demás.

¿Complicada esta interpretación? Efectivamente, es complicada, con la complicación que brota de un texto sofisticado, muy elaborado, con toda una trastienda de alusiones veladas y crípticos mensajes. Leer, proclamar, comentar el evangelio de Juan como si se tratara de una simple y llana historieta de unas bodas, en las que además Jesús funda el sacramento del matrimonio, sin más complicaciones… resultaría una lectura fácil y cómoda, pero sería profundamente carente de veracidad. Aunque sea más laborioso y menos grato, es mejor tratar a nuestros oyentes como adultos, y no ahorrarles la complejidad de unos textos que interpretados directamente a la letra nos llevarían solamente por caminos de fundamentalismo.

Les ofrecemos para concluir el soneto de Pedro Casaldáliga sobre las bodas de Caná:

«No tienen vino»
La verdad es que no tenemos vino.
Nos sobran las tinajas, y la fiesta
se enturbia para todos, porque el sino
es común y la sola sala es ésta.
Nos falta la alegría compartida.
Rotas las alas, sueltos los chacales,
hemos cegado el curso de la vida
entre los varios pueblos comensales.
¡Sangre nuestra y de Dios, vino completo,
embriáganos de Ti para ese reto
de ser iguales en la alteridad.
Uva pisada en nuestra dura historia,
vino final bebido a plena gloria
en la bodega de la Trinidad!

El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 17 de la serie «Un tal Jesús», de los hnos. L?PEZ VIGIL. El guión y su comentario pueden ser tomados de aquí: http://www.untaljesus.net/texesp.php?id=1100017
Puede ser escuchado aquí:

Para la revisión de vida
– El evangelio de Juan presenta la vida de Jesús como una progresiva sucesión de «señales» que él va entregando. Su vida es donación de sí mismo como «señal». ¿Es así mi vida? ¿Soy señal para los demás? ¿Sé, como Jesús, ser señal en medio de las realidades sencillas y diarias, «profanas»?? o sólo lo encuentro en el recinto de lo separado, de lo sagrado? ¿Qué debo hacer para parecerme más a Jesús

Para la reunión de grupo
– ¿Cuáles pueden ser las «señales» de Dios para nosotros hoy? ¿En qué lugares «se convierte el agua en vino» hoy?
– ¿Dónde sigue Jesús dando «señales» hoy? ¿Dónde Jesús sigue presente, haciendo ?señales??, por medio de sus discípulos?
– María y Jesús están en la fiesta de la boda, y tienen que ver con el tema del vino de la fiesta?? ¿Por qué se ha imaginado tanto a Jesús y a María como alejados de la fiesta y de las alegrías humanas? ¿Por qué la moral cristiana ha sido percibida como enemiga de la alegría?
– ¿Cuál fue la actitud de María en la boda de Caná? San Juan de Avila hacía notar que este relato de la boda de Caná contiene el «sermoncito de María», la única homilía o consejo que María pronunció, y que es bien breve: «hagan lo que él les diga». ¿Qué rasgos mariológicos podríamos descubrirle a este «sermoncito»?
– Nota: Estamos comenzando el primer bloque de «tiempo ordinario» en el año litúrgico, un paréntesis entre la navidad y la cuaresma, ya próxima. El consejo de la comunidad debe plantearse ya, con tiempo, la preparación del «tiempo fuerte» que es la Cuaresma, las iniciativas de formación y de evangelización intensiva que va a poner a disposición de la comunidad…


Para la oración de los fieles
– Para que estemos abiertos a percibir las «señales» dispersas que nos remiten más allá de nosotros mismos y de nuestras limitaciones, hacia una Presencia mayor, misteriosa pero real, roguemos al Señor.
– Por los jóvenes, para que descubra cada uno su «hora», el llamado de Dios a hacer de su vida una aventura personal de amor y de entrega al proyecto de convertir el agua de la tristeza en vino de alegría para toda la humanidad??
– Para que sepamos relacionarnos con las cosas sencillas de la vida diaria, sencilla, «profana»?? como con «señales» que nos hablan en un lenguaje diferente que nos lleva al encuentro con nosotros mismos, con los hermanos, y con Dios, en nuestra profundidad??
– Por todos los matrimonios, para que vivan con alegría la donación generosa en el amor, que cada día ha de invertar creativamente formas nuevas de decir su amor??

Oración comunitaria

Oh Dios de todos los pueblos, que de muchas maneras te has comunicado desde siempre con la Humanidad. Para nosotros, ha sido Jesús la gran «señal» que nos ha permitido acceder a ti. Te pedimos que abras nuestros ojos, ilumines nuestra mente, e inflames nuestro corazón, para que también nosotros seamos para los demás señal de amor y de alegría, de esperanza y de agradecimiento. Hasta que un día nos reunamos todos los Pueblos en tu presencia, nuestro hogar definitivo, contigo, Tú que vives y haces vivir por los siglos de los siglos. Amén.