Ante la situación de las personas inmigrantes y refugiadas en Europa
Las migraciones contribuyen al desarrollo de los pueblos
si transformamos el miedo en acogida
- Contexto y novedad del fenómeno
La tragedia de las personas refugiadas se entrecruza con nuestras vidas desde hace mucho: las que huyeron de Chile, Colombia o Afganistán, las saharauis errantes, el pueblo kosovar en Albania, las matanzas masivas en Ruanda, Burundi o el Congo, las de Sabra y Chatila?? Es de lamentar que, hasta hace poco, haya prevalecido la indiferencia ante esa realidad sufriente. Sólo el punto de inflexión que supuso Lampedusa en 2013, los seres humanos muertos y los heridos en la playa de Tarajal o cerca de las vallas de Ceuta y Melilla y la tensa situación a ambos lados de varias fronteras europeas por la llegada de grandes grupos humanos han propiciado el interés de los medios. La sacudida que experimentamos nos obliga a reflexionar para adoptar un posicionamiento eficaz.
La novedad de ver por TV a gran número de personas huyendo, en condiciones penosas, de bombardeos y ataques indiscriminados nos impacta emocionalmente y nos mueve con mayor impulso a la misericordia, pero no debemos olvidar que, tanto las refugiadas reconocidas legalmente como las no reconocidas y cualquier otra inmigrante, tienen idénticos derechos, y nosotras y nosotros idéntica responsabilidad hacia todas ellas. No podemos hacer acepción de personas.
- El trasfondo de la postura europea actual
Que el afán de seguridad se anteponga en Europa a la dignidad y los derechos de la población migrante sólo puede explicarse si el interés económico y de bienestar lo justifica todo.
El avance de posturas racistas en ciertos países europeos en los que partidos xenófobos e islamófobos son los más votados, nos conduce a pensar que el problema no se resolvería solo con leyes sino gracias a la convicción ciudadana. De ahí la necesidad de sensibilizar a las comunidades en la defensa de los derechos de la gente migrante mediante el desarrollo de una cultura de la acogida inspirada en la hospitalidad, es decir, que genere prácticas además de leyes. Las personas intelectuales y las dirigentes de la política o la religión tienen la obligación permanente de recordarnos que la garantía de nuestros derechos en Europa radica en que sean universales, o sea, para todo el mundo.
- Miradas viejas, miradas nuevas
Hay que superar las miradas del miedo ante el ser humano diferente; la de creerle inferior; la de la defensa de mi bienestar por encima de mi humanidad y mi ser persona; la de la impotencia que nos susurra no se puede hacer nada; la que dice que en España hay demasiada gente refugiada, cuando su número es bien escaso comparado con el de muchos otros países, sean ricos o pobres.
Hay que percatarse de que las leyes discriminatorias estimulan el grado de xenofobia y racismo de la ciudadanía y que, a mayor impedimento legal para acoger y regularizar a personas inmigrantes o refugiadas, mayor es el negocio de las mafias criminales.
Hay que pasar de la mirada de la hostilidad a la mirada de la hospitalidad, a la mirada inclusiva que se refleja en campañas como Migrantes con Derechos, a la mirada de quien sabe que compartiendo recibirá más de lo que da, a la mirada que permite ver a los otros seres humanos como los ve Dios, que no juzga el mérito ni la rentabilidad económica de la gente sino sus necesidades materiales y la de ser aceptada como parte del cuerpo social.
- Actitudes desde las que partir
- a) La gratuidad, reconociendo que el impulso a actuar con amor y misericordia es un don.
- b) El análisis objetivo de lo que ocurre en Europa, pues, como dice Cáritas Española, esta situación no es solo una emergencia sino el resultado de una política orientada exclusivamente al control de flujos.
- c) La observación de lo que ocurre en los países de donde procede la inmigración, pues, como dice el papa Francisco, los flujos migratorios son una realidad estructural y la primera cuestión que se impone es la superación de la fase de emergencia para dar espacio a programas que consideren las causas de las migraciones.
- d) La doble responsabilidad que tenemos por ser España una gran exportadora de armas que, además, pertenece a la OTAN, organización que ha destruido gran parte del entramado cívico-social de países en los que ha intervenido militarmente, como Iraq o Libia.
- e) La esperanza en que es posible cambiar el estereotipo imperante si se practica la acogida. Quienes no pensaron que eso fuese imposible lo pusieron en práctica permaneciendo junto al pueblo perseguido en África, Asia o América Latina y exponiendo su vida junto a él.
- f) El valor de la interculturalidad, a la que toda integración debe estar abierta, puesto que todas las personas, nativas o extranjeras, somos necesarias para construir conjuntamente la sociedad digna, solidaria y diversa que deseamos.
- g) La experiencia adquirida como organizaciones de Iglesia en el refuerzo de la vida ciudadana y la interacción vecinal en nuestras comunidades. Como se hizo tras el Vaticano II en muchos barrios desde parroquias encarnadas en asociaciones vecinales unitarias, al servicio de colectivos presentes en movimientos obreros o de solidaridad internacional.
- El camino de la indispensable opción personal
Siendo muchas y variadas las formas de comprometerse, para encontrar la más adecuada pueden ser de utilidad las siguientes consideraciones:
- a) Dejarme afectar, con serenidad y paz
- b) Objetivar la especificidad de mi propia llamada.
- c) Elegir provisionalmente una línea de acción o un determinado tipo de organización, consultar con quien me conozca bien para no auto-engañarme, y tomar una decisión definitiva sabiéndola complementaria de otras opciones con las que tendré que coordinarme y a las que habré de apoyar aun siendo distintas a la mía.
- d) Permanecer en la opción tomada, en la actividad por la que he optado o la organización en la que trabajo y, al evaluar el resultado, mantener siempre la convicción de que no soy yo sino el Señor quien está ya actuando en esta parte de la humanidad sufriente.
Nuestras acciones han de estar orientadas al servicio de las personas inmigrantes o refugiadas y ayudar a construir una sociedad acogedora y solidaria, que nos permita verificar que Dios se hace presente en ellas y nos llama siempre a la hospitalidad.
Si discernimos y decidimos colectivamente, confirmaremos que nuestra imagen de Dios y nuestra comunidad cristiana van por el camino de Jesús, inmigrante y refugiado cuyo abajamiento ?cuya solidaridad? trajo la salvación al género humano.
Mayo de 2016
Grup de Seglars i Rectors del Dissabte