¡Despertemos, que hay mucho que hacer! -- Manuel Velazquez Martín

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Fuente: Facebook
(Is. 2,1-5)
(Rm. 13,11-14)
(Mt.24, 37-44)
Es sorprendente, que con la que está cayendo en el mundo, haya tanta gente que viva dormida, aburrida, anestesiada y sin ganas de nada.
Dios no nos quiere ver así…
Nos quiere ver siempre atentos, vigilantes y despiertos…

Por eso, hoy nos invita a salir de la modorra de nuestro cálido sofá, donde permanecemos encandilados en nuestras pantallas digitales y a dejar de refugiarnos en todas las coartadas que inventa nuestra incomprensible pereza.
San Pablo nos recuerda que es hora de tomar conciencia y hacernos cargo del delicado momento en el que estamos viviendo.

Hoy siguen teniendo gran actualidad las palabras del profeta Isaias que ya en el siglo VIII antes de Cristo soñaba con un mundo en el que de las espadas se forjarían arados y de las lanzas podaderas y donde los seres humanos «no se adiestrarian para la guerra»

Pero, después de 30 siglos, esas espadas y esas lanzas no sólo no se han reconvertido, sino que se han multiplicado en forma de tanques, misiles y toda clase de armas cada vez más sofisticadas … hasta llegar a la locura de los terribles arsenales atómicos que, en cualquier momento, pueden aniquilar todo rastro de vida sobre el planeta.

Nos preguntamos cómo es posible que sigamos dedicando hoy tantos recursos materiales y tanto ingenio humano para la fabricación de diabólicos instrumentos de muerte y destrucción.
Y todo ello, por la ambición de poder y por los intereses economicos que convierten todas las guerras en un gran negocio.

Por eso, es tan urgente superar la locura de la guerra y de toda forma de violencia convertida hoy en la más terrible pesadilla para muchos seres humanos.

Está claro que necesitamos un tiempo nuevo, para construir un mundo nuevo cuyas señas de identidad sean la concordia y la armonía entre las personas, los pueblos y las naciones… y donde reine definitivamente
– la paz,
– el derecho y
– la justicia.

Para lo cual, debemos reorientar todos los recursos naturales de la tierra, todos los esfuerzos y todo el trabajo humano… para ponerlos al servicio de la vida y del verdadero desarrollo humano, mejorando la calidad de vida de todos, y especialmente de los más vulnerables.
Por eso, Jesús picapedrero nos recuerda que ya va siendo hora de espabilarse…

No podemos ser tan insensatos como para seguir caminando en una dirección tan equivocada.
Y la condición mínima para empezar a desarrollar nuestra verdadera humanidad debe ser siempre estar despiertos y «caminar con dignidad» que es lo que nos corresponde como seres humanos.

«Dejemos pues, las obras de las tinieblas y pongamonos las armas de la luz»
Saquemos las luces de Adviento de nuestros templos… No las convirtamos en simple adorno y eliminemos las obras de las tinieblas que ensombrecen nuestro mundo.

El Adviento debe ser para nosotros una reflexión profunda sobre el giro que debemos dar a nuestra vida desenmascararando a todos los honorables granujas de la guerra y sembrando en nuestros ambientes
– palabras de aliento,
– gestos de bendición y
– obras de misericordia y de compasión.
¡Despertemos, que hay mucho que hacer!
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