Enviado a la página web de Redes Cristianas
Como hija de la Divinidad, creada a su imagen y semejanza, como mujer que por amar a la Iglesia siente dolor debido a sus silencios y evasivas frente a situaciones que voy a referir, y sintiendo desde mis entrañas el derecho y el deber de convocar a la sabiduría de María y Jesús para cuestionar al poder compartido entre Estado e Iglesia-institución en Colombia, llamo a reflexionar sobre lo siguiente.
No olvidemos que el legado de Jesús de Nazareth, el Evangelio original, fue teniendo interpretaciones en lo que de él se fue escribiendo entre los años 60 y 70 después de su muerte, haciendo caso omiso a su lengua materna, el arameo, y a la radicalidad del proyecto de vida que nos planteó. Por cierto, las primeras comunidades cristianas trataron de recuperar su mensaje y de paso contar sus experiencias liberadoras.
El mensaje de Cristo, nadie lo pone en duda, es un mensaje subversivo y revolucionario. ?l luchó contra la religión y los sumos sacerdotes, contra el imperio romano, la injusticia, la opresión, el sistema esclavista, contra las leyes discriminatorias, el sistema machista que afecta a mujeres, y niños, contra el abandono a los enfermos y desprecio al forastero. Por eso fue condenado a muerte como un delincuente común, sin un juicio previo.
En estos días ha estado sobre el tapete el tema del presbiterado de las mujeres. El sistema patriarcal instalado en la Iglesia Católica, lo ha venido evadiendo bajo la disculpa de que así ha sido determinado por el Espíritu Santo (Ruaj en hebreo) y que por ser asunto de inspiración divina, no tiene autoridad alguna sobre ello.
Mucha tinta ha corrido sobre las maneras poco evangélicas de operar la Iglesia institucional. No me voy a referir a toda la historia, pero muchos casos se pueden investigar. No nos debemos dejar amedrantar por las amenazas. Las mujeres como buenas tejedoras, no desperdiciamos hilos ni retazos y por ello nos damos el lujo de disfrutar mostrando el fino arte de alta costura artesanal, en este caso al servicio del original mensaje de Jesús.
Cuenta la historia de la jerarquía patriarcal que, en los Concilios, Sínodos, Asambleas, y Presbiterios, han estado asistidos por el Espíritu Santo. Lejos de mí negar su Presencia, creo que sí, pero el problema es que los oradores, escribientes y traductores no han alcanzado a comprender e interpretar la fuerza renovadora del Espíritu, y se han prestado para tergiversar el mandato central de la Divinidad haciendo explicaciones acomodadas a sus necesidades políticas y de poder, a la sombra del sistema patriarcal
Pero el Espíritu de algún modo se ha venido saliendo con la suya.
El Concilio Vaticano II, sin ser del todo perfecto, es el libro más espectacular que tengamos dentro de la Iglesia Católica. Cada documento es de profunda reflexión, reflejando la mano de la Divinidad en su infinita Sabiduría. Dicho Concilio, buscó armonizar con el pasado de Trento y Vaticano I, atento a los Signos de los Tiempos del hoy.
Lo más notable en este Concilio, valga la pena decirlo, fue la presencia de las Mujeres Auditoras. Imposible pretender negar el bordado a mano en el que estas mujeres dejaron su impronta femenina en la diferentes Comisiones de Trabajo (LG, GS, AG) dando sus aportes y comentarios con entrañas de mujer, en medio de los rostros austeros de los varones.
Tiempo después en Melgar, Colombia, se celebró en abril 20-27 de 1968, el Encuentro de Pastoral Misionera, contando con la presencia y aporte de l@s religioso@s misioner@s,y laic@s venid@s de las olvidadas selvas, quienes con el corazón en la mano muy sinceramente, compartieron sus experiencias pastorales haciendo un diagnóstico de las falencias de la Evangelización en los territorios misionales. Por cierto, este diagnóstico fue acompañado con dolor en el alma, por nuestro querido obispo Gerardo Valencia Cano, quien señaló su denuncia en el texto de introducción que se alcanzó a divulgar en la primera edición, para luego ser suprimida y desaparecida en las ediciones venideras hechas por la jerarquía.
En ese mismo año, entre agosto 26 y 8 de septiembre, el episcopado latinoamericano se reúne en presencia de varios observadores ecuménicos, hombres y algunas mujeres, con el acompañamiento de expertos asesores en diferentes temas sociales, para reflexionar sobre la aplicación del Concilio en el contexto de América Latina. Esto implicó tener en cuenta la crítica realidad antropológica, social, política y religiosa de nuestro continente.
La IIa. Conferencia Episcopal Latinoamericana celebrada hace 53 años, bien podría llamarse ?Carta abierta para los poderosos y gobernantes de la época??, en la que las comunidades cristianas de la Iglesia Católica Romana de América Latina, lanzan su poderoso grito, y la Iglesia, dando voz a los que no tienen voz, denunciando la pobreza, el hambre, el desempleo, la injusticia, la corrupción del sistema capitalista, torturador, opresor y violento. Fue este encuentro, un Encuentro de Justicia Social, enmarcado y sellado de Evangelio.
Imposible dejar de mencionar el Primer Encuentro de Pastoral Misionera, celebrado en Iquitos, Perú, marzo 21-27, 1971. Es la propuesta de los obispos misioneros, sacerdotes, religiosas y laicos que han dejado su piel en las selvas, preocupados de cómo descolonizar e inculturar el mensaje cristiano, entre los pueblos indígenas y afros, respetando sus ritos, cantos, y danzas, celebrando la vida entre el Cielo y la Tierra, siendo fieles cuidando las semillas del Verbo, atent@s a las señales de los Signos de los Tiempos.
Merecen especial mención y estudio los documentos de estos encuentros por la presencia de las mujeres que, aunque muy entre bastidores, de una u otra forma con tijeras, agujas e hilos de hermosos colores, fueron diseñando y creando un ambiente diferente, queriendo darle otra cara a la Iglesia.
El sistema patriarcal-machista (le llamo así porque no conozco otro sistema, más cruel nos haya tocado conocer) montó en cólera. Toda sugerencia para un cambio social y liberador para el pueblo de América Latina, fue estigmatizado de comunista o socialista. Su ira fue descargada con furia contra aquellos líderes, lideresas, religios@s y laicos quienes anunciaban con su compromiso y testimonio de vida, el mensaje de liberación, palabra aramea revolucionaria empleada por Jesús de Nazaret, como paz, esperanza, y estímulo a mujeres, hombres, niños y ancianos de los pueblos oprimidos, abusados y esclavizados por sistemas como el actual capitalista.
Para conocer más sobre esta coyuntura histórica cruel e infame, pueden investigarse los documentos conocidos como Documentos de Santa Fe, en los cuales se pueden encontrar fechas, lugares, operaciones, y nombres de gobernantes civiles y clérigos de alto rango comprometidos con dictaduras y prácticas de múltiple dolor a los sectores populares y comunidades cristianas de base. El martirio fue una realidad en cientos de personas creyentes en el Jesús de la Justicia.
Hasta hoy, usando el nombre de Dios en vano, han quedado impunes, por ejemplo, varios accidentes trágicos en carretera o en avión. Coinciden por la época: Don Manuel Larraín, chileno y Primer Presidente del Celam; Don Enrique Angelelli, argentino; Obispo Gerardo Valencia Cano, colombiano; Obispo Raúl Zambrano Camader, colombiano. Todos cuatro fallecidos en extraños accidentes.
Debemos también traer a la memoria los asesinatos de:
?? San Oscar Arnulfo Romero, salvadoreño, asesinado en plena Eucaristía.
?? La masacre en la que murieron Julia Elba Ramos, Celina Maricel Ramos (madre e hija), y los jesuitas españoles Ignacio Ellacuria, Ignacio Martin, Segundo Montes, Amando López, Juan Ramón Moreno, y Juan López y López, este último salvadoreño.
?? El Padre Héctor Gallego, colombiano, asesinado en Panamá. El padre Álvaro Ulcué, indígena colombiano asesinado en la región del Cauca. El padre Jaime Restrepo, colombiano.
?? Las religiosas misioneras americanas: Ita Ford, Maura Clarke, Dorothy Kazel y la Misionera Laica Jean Donovan.
?? Las religiosas de la Compañía de María: Teresita Ramírez, Yolanda Cerón.
La lista aún no termina, ni en Colombia, ni en el resto de América Latina. Aumentan los asesinatos de líderes y lideresas sociales y ambientalistas, aumentan los feminicidios.
Frente a esta realidad nos duele el profundo silencio de la Iglesia Católica institucional. Su silencio tortura y amenaza a las mujeres hijas de Dios, quienes aún siguen siendo puestas en subordinación. ¿En dónde ubicar su búsqueda de justicia? Queda bloqueada la esperanza de las mujeres de poder tener pleno ejercicio de los derechos de ser hijas de Dios por ser creadas a su imagen y semejanza. Desde el gran poder de las jerarquías, a través de Cánones, y Decretos, se siguen desconociendo los Signos de los Tiempos que apuntan a unir cada vez más el Cielo y la Tierra, lo Divino y lo humano, los Sagrado y lo profano. Tenemos una Iglesia en reversa.
*Presbítera Católica Romana
Envigado. Enero 24 del 2121