Ayer decía que las familias no está amenazadas ni por matrimonios gays, ni por prostitutas, ni por la ley del divorcio express. Pero lo cierto es que hay nubarrones que si amenazan a las familias y que no forman parte del discurso de ciertos obispos radicales, sino de algunos más moderados como el cardenal Carlos Amigo. Se trata de las dificultades económicas, las cuales provocan grandes perjuicios a familias.
Hoy la amenaza más peligrosa es el paro, cuando sus dos miembros quedan parados y se les acaba la prestación por desempleo, y al mismo tiempo los ahorros. ¿Qué les queda pues? Nada.
Otra amenaza contra las familias es el elevado precio de la vivienda. Actualmente comprar una es imposible o bien los bancos no conceden los respectivos créditos. ¿Cómo se van a formar nuevas familias si estas no tienen donde vivir? ¿Cómo va a poder crecer una famita si su espacio es reducido?
Otra amenaza es la imposibilidad de conciliar la vida laboral con la familiar. Una familia se puede destruir si no hacen sus integrantes vida familiar. Dos pueden convivir juntos toda la vida y aportar dinero en la casa, no verse incluso durante el día y no pasa nada. Pero una familia necesita algo más que convivir, de lo contrario la familia se muere y se rompe.
Estas son las amenazas externas que destruyen o causan daño a las familias. Si me dejo una bueno es que alguien me diga cual. Otra cosa son las discusiones, peleas o la falta de compromiso familiar de uno de sus integrantes, eso son problemas internos que es difícil evitar, aunque se puede educar a los niños desde pequeños para evitar o reducir su impacto cuando al ser adultos formen su propia familia.