Los nostálgicos de una Iglesia de cristiandad, de aquella de la misa en latín y de espaldas al pueblo, de luengos rezos y severas admoniciones, andan intentando digerir el nuevo Motu proprio del papa Francisco, Traditionis custodes, por el que limita y pone fecha de caducidad a la irregularidad que permitió Juan Pablo II y amplió Benedicto XVI. El primero, permitiendo que la vida de la fe del pueblo, la Lex orandi, pudiera vivirse fuera de la comunión de la Iglesia universal celebrando mediante el rito previo al Concilio Vaticano II, con la cautela de que fuera el obispo quien lo otorgara en su diócesis. ··· Ver noticia ···
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