Enviado a la página web de Redes Cristianas
El papa Francisco, en su corto ‘Mensaje de Cuaresma’, plantea muy acertadamente el desafío del momento para toda persona que busca un sentido a su vida: “Todos somos peregrino en la vida… (en) el difícil camino desde la esclavitud a la libertad… Cada uno puede preguntarse: ¿Estoy realmente en camino o un poco paralizado, estático,
con miedo y falta de esperanza; o satisfecho en mi zona de confort?
¿Busco caminos de liberación de las situaciones de pecado y falta de dignidad?” El papa nos plantea la pregunta que todos, cristianos y no cristiano, nos hemos hecho algún día: ¿Por dónde voy a caminar? ¿Qué voy a hacer con mi vida? Si no respondemos claramente, otros
van a responder por nosotros afín de llevarnos hacia donde les beneficia a ellos.
‘¡Somos polvo… de estrellas!’ Con el tiempo de la Cuaresma, los cristianos nos damos cada año unos 40 días para responder la pregunta sobre el sentido de la vida a la luz de Jesucristo. Los musulmanes, segunda religión del mundo con 1,900 millones de fieles, ellos se toman un mes. Como cristianos centramos nuestra fe en la Pascua de
Jesús, es decir en su experiencia de muerte y resurrección, porque ‘muerte y resurrección’ son los 2 polos de toda vida, tanto para los humanos como para la naturaleza y el cosmos.
Somos una creación permanente, una constante renovación de nuestra persona y de nuestra existencia: mueren células para dar paso a nuevas. Es un constante proceso de ‘muerte y resurrección’. Eso para la continuidad de la vida en el planeta y el universo, su ‘pascua’.
En los humanos, este proceso ‘pascual’ se aplica a nuestra manera de vivir: Como fortalecer las fuerzas de vida y resurrección sobre las fuerzas de muerte y destrucción. Nuestro desafío es cómo ser ‘polvo de estrellas’.
Por una parte, somos ‘polvo’, es decir, débiles, limitados, malos, mortales… Por otra, somos polvo ‘de estrellas’, es decir,
parte del proceso creativo del universo en marcha constante para parir vida y mejorarla. A esto estamos llamados. Es nuestra vocación o interpelación: Vivir consciente y colectivamente el proceso vital de creación permanente hacia mejor vida. Eso es ‘muerte y resurrección’, para nuestra felicidad o desgracia si dejamos que ‘la muerte’ vaya
apagando ‘la resurrección’.
“Somos peregrinos, dice el papa Francisco, en el difícil camino de la esclavitud hacia la libertad”: La ‘esclavitud’ es cuando nos dejamos vencer por las fuerzas del mal y de la muerte; la ‘libertad’ es cuando
colaboramos con las fuerzas de vida y de resurrección que nos habitan y habitan el universo. Este progreso de creación constante está contradicho y combatido por las fuerzas de la maldad en cada uno de nosotros y en la sociedad.
¿A qué y a quiénes les damos la prioridad? ¿O nos dejamos ‘llevar por la corriente’ o elegimos el proceso de vida y felicidad? La realidad es que hay muchas malas corrientes: los proyectos de muerte están muy bien
implantados en nosotros, entre nosotros, en la sociedad y en el mundo en su conjunto. Se trata de “estructuras de pecado” y “pecado social”.
O optamos consciente y colectivamente por un proyecto de vida o nos dejamos llevar y nos perdemos en proyectos de muertes que tienen en nosotros sus complicidades. Un proyecto de vida supone la defensa de nuestra dignidad de ser humano, el fortalecimiento de relaciones de fraternidad y de justicia. Eso es el conjunto de la llamada ‘de las estrellas’ para que nazca y progrese la vida… Llamadas que esperan nuestra respuesta, nuestra decisión de entrar en esta dinámica de vida, fraternidad y justicia.
La vida es una lucha continua para conservarla y mejorarla. Quien no lucha por eso, ya ha perdido la batalla porque lo llevan las fuerzas y los proyectos de muerte.
Por eso la vida de muchos es “¡una vida sin vida!”, porque se ha optado mal u otros han optado por aquellos que se mantienen en situaciones de destrucción y muerte. El cristianismo nace de una lucha por la libertad, cuando Moisés y su masa de esclavos decidieron salir de la esclavitud de Egipto y lucharon para formar un pueblo libre y equitativo.
En esta dinámica hicieron la experiencia de un Dios cercano, amigo y compañero de su liberación. Jesús de Nazaret asumió esta historia y la confirmó en su proyecto del Reino. Esa fue su misión: construir un mundo
fraterno y equitativo en nombre del Dios encontrado por sus antepasados y seguido por sus paisanos. En este proceso Jesús tuvo que enfrentar las fuerzas de muerte tanto religiosas como militares… que le ganaron la batalla al crucificarlo, pero “perdieron la guerra” porque resucitó en las primeras comunidades cristianas que continuaron su
proyecto del Reino… hasta nuestros días.
‘Muerte y resurrección’, tal es el desafío actual: desafío individual que hay que asumir contra las fuerzas del mal que anidan en nosotros y desafío colectivo porque las fuerzas de muerte están organizadas colectivamente en estructuras y sistemas de dominación. Está claro el mensaje del papa Francisco: “Cada uno puede preguntarse:
¿Estoy realmente en camino o un poco paralizado, estático, con miedo y falta de esperanza; o satisfecho en mi zona de confort? ¿Busco caminos de liberación de las situaciones de pecado y falta de dignidad?”
La fe cristiana es a la vez espiritual y temporal, o sea para los tiempos que vivimos. Es también individual y colectiva: es personal y social con dimensión e incidencia política, porque la política es el cuidado y el fortalecimiento del bien común de una nación. Optemos por las fuerzas de vida, de fraternidad y de equidad… así nos
encontraremos con Dios que nos ayudará a hacer de nuestras vida un camino de resurrección permanente.