Enviado a la página web de Redes Cristianas
Hemos comenzado un año nuevo: Nos hemos preguntado adónde vamos y para qué existimos?? recordando el dicho: ?El que nos sabe de dónde viene no sabe adónde va??.
Nuestra manera de entendernos define nuestra manera de vivir, sea eso consciente o no. ¿Hemos tomado el tiempo de sentarnos o hacer una pausa para preguntárnoslo?
Lastimosamente no estamos acostumbrados a hacer silencio ni a detenernos de vez en cuando para evaluarnos, para conectarnos con la parte más íntima de nuestro ser interior, para preguntarnos quién soy, adónde voy, para qué existo, cual el espíritu que me guía, me habita, me anima, me orienta??
Si no hacemos estas pausas, los acontecimientos, el trabajo, nuestras actividades, el sistema que nos gobierna nos llevan un día por aquí, otro día por allá, y sobre todo adónde quieren los que se aprovechan de nosotros?? que andamos sin rumbo, sin ser verdaderamente los dueños de nuestra vida, tal ?una hoja llevada por el viento? que no sabe adónde va a parar.
Es cierto que el ambiente no es favorable para que tomemos tiempo para pensar en estas cosas: ni la educación, ni las religiones, ni la familia, peor los medios de comunicación que nos dicen qué pensar, qué hacer, qué comprar, qué creer, qué necesitamos, qué es importante?? Muchas veces nos parecemos a zombis, o sea, a seres perdidos, sin rumbo o dependientes del aire del momento o de la última moda pasajera??
Para ayudarnos a pensar, tomando un tiempo de descanso para eso, la Biblia nos relata la historia de los 10 mandamientos cuando los Hebreos esclavos en Egipto, ?la casa de la esclavitud??, se decidieron por la libertad y una nueva forma de vivir en comunidad bajo el liderazgo de Moisés y su hermana Myriam.
Entre estos 10 mandamiento vamos a dedicarnos a uno en particular, que manda hacer la pausa de un día a la semana: ?Trabaja seis días, y en ellos haz todas tus faenas. Pero el día séptimo es día de descanso?? Que nadie trabaje: ni tú, ni tus hijos, ni tus hijas, ni tus siervos, ni tus siervas, ni tus animales, ni los forasteros que viven en tu país?? Pues Dios descansó el séptimo día (de la creación).??
De hecho, cuando los Hebreos fueron esclavos en Egipto, durante unos 250 años, trabajaban 7 días y noches sobre 7, pertenecían a un capataz, eran exclusivamente máquinas de producción. A veces, se podría pensar que las cosas no han cambiado mucho de 2,800 años… Y nos decimos descendientes de Abraham y Sara, de Moisés y Miriam.
Todo un sistema social nos mantiene ocupado, distraído, trabajando 7 días sobre 7, alienados, en definitiva esclavos, para que no tengamos tiempo para pensar, para saber quiénes somos ni para qué existimos y servimos, para que otros disfruten de nuestros esfuerzos y trabajos.
Es más que tiempo de volver al corazón de la vida que nos habita, a lo más íntimo de nuestro ser que llamaremos nuestra dimensión espiritual o la identidad de lo que decimos poseer: nuestra alma. Esta es la casa de nuestro espíritu o de nuestra espiritualidad, porque somos un cuerpo animado por un espíritu o un espíritu materializado en un cuerpo.
Nuestro espíritu o nuestra alma es un espacio que nos dominamos porque nos escapa por ir más allá de nosotros: no es nuestra creación ya que nos ha sido dado con el llegar a la vida?? por ?arte y magia?? de nuestros padres. Es un espacio que poco conocemos, que marginamos, descuidamos?? cuando es tal vez lo más importante de nosotros.
¿No será la cuna de toda sabiduría? o sea de este arte de vivir y convivir en inteligencia, convivialidad y felicidad. Eso no es novedad, sino ?viejo como el mundo?.
Y la gran mayoría de nosotros y nosotros nunca nos hemos detenido un poco largamente a dedicarle un tiempo y el tiempo que merece este espacio, el más íntimo y el más grandioso de nosotros.
Notamos, en estos tiempos en que las religiones no responden a las inquietudes y búsquedas de las nuevas generaciones, nos damos cuenta que muchas gentes buscan en las sabidurías asiáticas llenar el vacío de sus vidas.
Otros no pocos buscan entender la espiritualidad del mundo indígena gracias a la guía de los shamanes. Pero, todas y todos nos podemos conectar con nuestra casa espiritual, nuestra intimidad más profunda, mediante una opción de vida donde dedicamos largos momentos de silencio diarios que nos irán abriendo poco a poco a la espiritualidad que habita en todas y todos nosotros.
Entonces nuestra vida recobrará un nuevo sentido, más amplio, más tranquilo, más abierto y más feliz. Miremos también a los grandes personajes de nuestra época y de nuestro país. Vayamos, por ejemplo, de Rumiñahui a Tránsito Amaguaña, pasando por Leonidas Proaño y algunas comunidades indígenas con sus shamanes que saben acogernos para compartir su espiritualidad??
Nos ayudarán a descubrir y fortalecer nuestra espiritualidad afín de no andar como zombis en una sociedad cada vez más violenta y opresora que nos esclaviza y nos opone los unos a los otros?? Comenzaremos por el comienzo, para aprender a vivir ?como Dios manda??, o sea, como nos lo merecemos: según lo más íntimo de nosotros y nosotras: nuestra espiritualidad.