Promoción de acceso a la justicia para las poblaciones rurales carentes (Síntesis)*Las Comisiones Diocesanas de «Justicia y Paz» en Burkina Faso tienen un proyecto común, para facilitar a los campesinos el acceso a la justicia. De hecho quienes viven en zonas rurales aisladas y los pobres de las periferias de las ciudades no tienen fácil acceso a los tribunales para defender sus derechos.
Durante la era colonial esta misión era confiada por una lado a los «administradores franceses» y por otro, a los jefes tradicionales. Después de la independencia, cada estado ha organizado gradualmente los tres poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Este último ha ido a la zaga de los otros dos, pues organizar la red de justicia de un país no es nada fácil, tanto por carecer de jueces, fiscales, abogados, procuradores, etc, como por falta de edificios.
Por eso, fuera de las capitales y de ciertas ciudades importantes, la justicia menor era confiada a los alcaldes y secretarios municipales, encargados del registro civil y ¡cómo no! los jefes tradicionales de cada población.
A medida que se han ido organizando en las diócesis de Burkina Faso las Comisiones de «Justicia y Paz» para la defensa de los Derechos Humanos y Preservación del Medio Ambiente, los militantes de las mismas se percataron de esta importante laguna: Verificaron que no había quien defendiera los derechos de los pobres.
Anta la falta de medios en personal y material, mientras no se consiguen unos y otros, estas comisiones, reunidas en Asamblea General, decidieron crear un cuerpo de agentes parajuristas, próximos del pueblo, que podrían descubrir los casos de abusos y encaminarían a las víctimas hacia los tribunales de justicia del Estado o, sencillamente, al sistema alternativo de justicia tradicional.
En un informe de la Comisión de «Justicia y Paz» de la diócesis de Nuna, se lee que en 2004 comenzaron por escoger 7 personas representativas de las diferentes parroquias para recibir una formación elemental intensiva de parajuristas, algo así como auxiliares de justicia.
El 14 y 15 de septiembre de 2005, la Comisión de «Justicia y Paz» los invistió de sus funciones, exhortándolos a ponerse enseguida a trabajar, empezando por una campaña de sensibilización general durante el mes de octubre, para comenzar a ejercer sus funciones de consejeros de justicia en noviembre.
Después de tres meses de trabajo, los parajuristas se reunieron nuevamente en Nuna, para hacer una evaluación conjunta de sus actividades y ver cómo avanza el proyecto. En este encuentro, unos de los momentos importantes fue el dedicado a escuchar los informes de cada agente sobre sus experiencias y de qué manera había actuado y solucionado los casos que tuvo que tratar. Después de una discusión común, se fueron trazando las líneas de conducta para el futuro. Esta Comisión está compuesta por 17 miembros representantes de todas las parroquias y de ciertos movimientos. La mayor parte son seglares.
He aquí el resumen de sus campañas de sensibilización y de la iniciación de sus actividades y algunas dificultades encontradas en sus intervenciones.
La primera fase fue la sensibilización del pueblo. Después, cuando cada parajurista fue presentado a las autoridades de su región, fueron visitando todos los pueblos y aldeas de su jurisdicción presentando este proyecto y las ventajas de facilitar a los más pobres el acceso a la justicia. Ha sido muy bien acogido por todos.
Dificultades encontradas:
Como noviembre cae en plena época de cosechas y recolección, en muchos lugares hubo dificultades para reunir al pueblo en general. Las visitas de difusión del proyecto consumen mucho tiempo, por eso algunos tuvieron dificultades para recoger los cereales de sus campos y circular al mismo tiempo para explicar su actividad a los campesinos. Algunos pueblos, que tenían problemas con la administración, se mostraron recelosos de su presencia e intervenciones, porque los veían como agentes al servicio de las autoridades administrativas. A pesar de estas dificultades así como de la falta de medios de locomoción, -alguno no dispone ni de una bicicleta-, de material como papel, bolígrafos, sobres, cola, sellos de correos, o manuales-guías del estilo de «El abogado en casa», se proponen continuar con espíritu de servicio y sin imponerse en su labor de sensibilización para vencer las reticencias.
¿Cómo están viviendo el inicio de sus actividades?
1º- Todas las parroquias han puesto un local a la disposición del parajurista, donde pueda recibir a sus visitantes con un mínimo de discreción, esmerándose en la calidad de la acogida y de la escucha de las personas que vienen a solicitar sus consejos, orientaciones o servicios.
2º- Sólo en noviembre de 2005, tuvieron entre manos 25 procesos importantes, que han trasladado a los tribunales de la jurisdicción correspondiente. Además, han intervenido como «jueces de paz» en querellas y agravios menores, con una media de 4 asuntos por agente. Las situaciones más frecuentes, que reclaman su atención, son los problemas causados por los matrimonios forzados, las violencias domésticas, sufridas por las mujeres y los niños, las disputas familiares o vecinales, los casos de corrupción y abusos de autoridad de los agentes de la administración, de la policía, de los militares, etc…
3º- La Comisión de Justicia y Paz ha verificado, que es necesario clarificar el estatuto de los parajuristas con relación a los servicios de Acción Social, de la policía, de la gendarmería, de la salud, de la enseñanza, etc… Para eso es necesario que posean una credencial acreditativa de su función y que en sus informes empiecen a utilizar el lenguaje técnico jurídico, que cada caso requiere, para lo que se impone una formación continua.
Perspectivas de futuro
1º- Hay que proseguir la sensibilización de las poblaciones rurales. Para ello se cuenta con la colaboración eficaz de la emisora de radio diocesana.
2º- La cuestión financiera: Todos evocaron esta dificultad. Como este proyecto ha sido bien estructurado y está funcionando, ya ha sido enviado a varios organismos solicitando una cofinanciación. Por el momento aún no se ha cubierto la totalidad del presupuesto. Cada parajurista recibe una ayuda mensual de unos 45 ?? a condición de presentar un informe claro y concreto del trabajo realizado durante ese mes. Esta suma puede parecer «ridícula», pero hago notar que es el salario medio de un trabajador asalariado con seguridad social. Ante este problema la respuesta colectiva del grupo ha sido: «Al comprometernos en este proyecto, respondemos a un deber cristiano: Vamos al encuentro de toda miseria humana. Queremos ser útiles a los más pobres de nuestros hermanos. Nuestro compromiso no depende de un auxilio económico, aunque reconocemos que la escasez de medios frenará nuestras actividades. Para nosotros nuestra misión la asumimos como una vocación cristiana, queremos evitar el espíritu calculista interesado, pretendemos formar parte del voluntariado, cultivando el desinterés, la solidaridad, la abnegación y el sacrificio. Jesucristo, nuestro «patrón», nos pagará el salario que ganan los que luchamos como ?l para que reine la Justicia y la Paz.»
Resalta la necesidad de establecer la comisión de «Justicia y Paz» en todas las parroquias. Así el parajurista se integraría en dicha comisión, se sentiría mas respaldado, y los miembros de la misma podrían facilitar al pueblo el acceso a la justicia sin preocupaciones de orden económico, durante las gestiones de cada proceso.
Desde su lanzamiento, este proyecto ha levantado muchas esperanzas entre los pobres, mantenidos al margen de la administración de la justicia. Los parajuristas tienen una gran tarea entre las manos: Dar prueba de fe, de celo y abnegación para llevar adelante su trabajo. Un día se les hará justicia. Ahora «pagan con su persona» para trabajar por los demás.