Creencias y evidencias -- Enrique Gervilla Castillo

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Creer en la resurrección de Jesús es razonable
La vida diaria de los seres humanos está repleta de hechos científicos (evidencias) y de creencias (naturales y sobrenaturales). Los hechos evidentes se imponen por sí mismos, sin discusión alguna, son racionales, por lo que existe acuerdo universal: Matemáticas, Física, Química, Geología, etc. Las creencias, por el contrario, son razonables y, por tanto, discutibles, sin consenso universal: política, religión, moral, educación, valores, antropología, etc., son propuestas plurales, cuyo acuerdo sólo se da en colectivos determinados: grupos políticos, religiones, sistemas de educación, de moral, de valores?? Gracias a estos hechos razonables las personas optamos ante la pluralidad y gozamos de la libertad de elección: amigos, colegio, estudios, grupos político, religión, etc.

El ser humano necesita creer, por cuanto no todos los acontecimientos de la vida son evidentes, que podamos comprobar, ver y tocar. Las creencias, decía Ortega, son tan importantes que constituyen el continente de nuestra vida, ?pues no sólo las tenemos, sino que en ellas nos movemos, existimos y somos?? 1.

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua nos aporta dos definiciones de creencia. Creer es ?tener por cierto algo que el entendimiento no alcanza, o que no está comprobado o demostrado??. Y también: ?Dar firme ascenso a las verdades reveladas por Dios??. Así pues, se puede creer en algo -proposición, principio, prejuicio, superstición- o en alguien -persona humana o divina-. En este último caso hablamos de fe religiosa. En todo caso, creer es dar nuestra aprobación a una persona, ideología, política, religión, educación, secta, etc.
La existencia de Jesús histórico, en el siglo I, es constatable como hecho cierto, como lo es la existencia de Aristóteles, Tertuliano, Platón o Poncio Pilato. La cuestión es si la existencia de este Jesús, que murió, también resucitó, y sigue vivo entre nosotros, según afirman los Evangelios y los escritos del Nuevo Testamento.

En este tiempo pascual -pascua significa paso-, el paso de Jesús de la muerte a la vida, muchos millones en el mundo entero, recordamos y creemos que Jesús ha resucitado y, por tanto, sigue vivo entre nosotros, en su Iglesia. Es una creencia razonable, con razones lógicas para creer, por lo que la fe en este Jesús no es de torpes, ni de incultos, ni de infantiles, como prueban los grandes sabios y santos del cristianismo, las múltiples universidades de la Iglesia, los millones de personas de todos los continentes que, a través de los siglos y hoy, seguimos creyendo en Jesús resucitado.

Al margen de las distintas creencias, el hecho religioso es un hecho tan extendido en el tiempo y en el espacio que la cifra de los ateos se sitúa hoy2 sólo entre un 13 y un 16 %.
La resurrección de Jesucristo es el hecho esencial del cristianismo y el que da sentido y razón lógica a la vida de fe: sacramentos, oración, amor al prójimo, etc. Por eso decía S. Pablo: «Si Cristo no resucitó vana es nuestra fe» (1 Co 15,17). Así lo prometió Jesús antes de su muerte: «Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).

¡Qué absurda sería la oración, si hablamos con un muerto que no nos puede oír! ¡Qué irracional sería el bautismo, si entramos a formar parte de una comunidad de muertos! ¡Qué ilógico sería la confesión sin pedimos perdón al alguien inexistente! ¡Qué paradójico sería celebrar la Eucaristía recordando y reviviendo a quien murió pero no resucitó!?? Por eso, quien no tiene fe, no puede entender, como ya afirmó S. Anselmo, gran filósofo y teólogo del siglo XI: ?Hay que creer para entender??3. De aquí que sólo el creyente entienda la lógica de la fe.

Desde estos presupuestos, es razonable que la Exhortación pastoral del Papa Francisco (2019) se inicia con estas palabras: ?Cristo vive, por lo que podrá estar presente en tu vida, en cada momento??. Ello es el origen, fundamento y consecuencia de nuestra vida.
Y, en el mismo sentido, el P. Manjón da un valor supremo a este hecho de la Resurrección: ?Es la Resurrección de Jesucristo el hecho más glorioso y portentoso, el milagro que confirma todos los milagros, el fundamento de la Religión, la prueba de nuestra fe, el áncora de nuestra esperanza, el motivo de nuestra alegría, el gozo y la felicidad, sin desconfianzas, ni temores??4.

Este colosal acontecimiento histórico tiene su repercusión en la vida y en la educación del maestro cristiano, pues como ya afirmó Manjón en su tiempo: ?Al maestro que cree, todo le es posible, porque cuenta con Dios y los niños, que son dos poderes espirituales de suma potencia?? 5.
Con toda razón la palabra Aleluya (?¡Alabad a Yahveh!??), exclamación de origen hebreo, se utiliza repetidamente en los actos litúrgicos de este tiempo pascual para expresar la alegría y el gozo de Jesús resucitado.

FELIZ PASCUA DE RESURRECCI?N.

Bibliografía citada
Anselmo de Canterbury (1984) Proslogion. Sobre la verdad, Orbis, Barcelona.

Manjón, A. (1946) Hojas Evangélicas y Pedagógicas del Ave María, Patronato de las Escuelas del Ave María.

Ortega y Gasset, J. (1977) Ideas y creencias, Revista de Occidente, Madrid.

Papa Francisco (2019) ?Cristo Vive??. Exhortación Apostólica Postsinodal del Santo Padre Francisco a los jóvenes y a todo el pueblo de Dios. En:
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20190325_christus-vivit.html