Consumir soberanía alimentaria. Diez razones -- Basilio Rodríguez, cooperante y miembro del espacio de consumo responsable El Rincón Lento de Guadalajara

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La soberanía alimentaria es una alternativa para abordar la desaparición del medio rural, los problemas de la pobreza y el hambre y los daños ambientales de todos los rincones del planeta. En definitiva, una propuesta de cambio social, desde el ámbito de
la agricultura y la alimentación, que se fundamenta en tres pilares: considerar la alimentación como un Derecho Humano básico, reclamar para todos los pueblos y Estados el derecho a definir sus propias políticas agrícolas, y poner en el centro de estas
políticas a quienes producen los alimentos: personas trabajadoras en la agricultura, ganadería y en la pesca.

1ª. Productos locales
Tienen la ventaja de poder llegar más frescos a nuestra mesa, y por tanto con todas sus cualidades nutricionales intactas.
Al haber recorrido una menor distancia en su transporte es más probable que estos productos hayan sido recogidos en su estado óptimo de maduración y no hayan tenido que pasar por procesos artificiales antes de ser consumidos.

El transporte de alimentos consume más de un 4% de toda la energía utilizada a nivel mundial. Este consumo de combustibles fósiles afecta al cambio climático y a la contaminación atmosférica.
Al consumir productos de cercanía, el transporte es mínimo, con lo que reducimos la contaminación. Además, al reducir los costes, las personas productoras pueden recibir un mejor precio por su producto, a la vez que las personas consumidoras pagamos también precios más ventajosos.

2ª. Productos de temporada
A través del consumo de productos de temporada apoyamos a las y los agricultores de nuestra área de residencia y les aseguramos ingresos durante todo el año, para que puedan seguir dedicándose a una actividad que nos beneficia a todas las personas. Si los productos que consumimos son de temporada, nos aseguramos también que no han sufrido muchos de los tratamientos artificiales que se realizan para la conservación, transporte y maduración. Entre estos tratamientos podemos destacar la congelación, la conservación en cámaras de oxígeno cero o la maduración con bromuros.

3ª. Comercio Justo
Algunos alimentos no se pueden producir cerca de nuestras ciudades y tienen que venir de fuera de nuestras fronteras. Es el caso del chocolate, el café o el té por ejemplo. En estos casos, una alternativa acorde con los principios de la soberanía alimentaria, es el comercio justo. Los productos certificados como comercio justo nos aseguran que han sido producidos en condiciones sociales que
respetan algunos criterios como la igualdad de género, las retribuciones justas para los productores, el no uso del trabajo infantil o el respeto a los derechos humanos, y en algunos casos también la producción ecológica.

4ª. Ecológico
La agricultura ecológica consiste en el cultivo de alimentos de forma natural, usando semillas tradicionales, productos ecológicos en el tratamiento de los cultivos y respetando los procesos naturales con el uso de la rotación de cultivos y los cultivos multiespecíficos. La agricultura ecológica respeta el medio ambiente, evita la contaminación de tierras y acuíferos, reduce las plagas, asegura la biodiversidad y es una alternativa que ayuda a mantener un medio rural vivo.

5ª. Canales cortos de distribución
En las que las personas productoras y consumidoras están en contacto gracias a pocos o ningún intermediario son una buena solución para conseguir precios competitivos tanto para las y los producto-res como para las y los consumidores, y asegurar la calidad
de los productos. Como alternativa a las Grandes cadenas de distribución que controlan la mayoría de la venta de alimentos,
existen en nuestro país, cada vez más pequeñas tiendas y comercios que ofrecen la posibilidad de consumir productos locales y
de temporada. También proliferan los grupos de consumo: grupos de personas preocupadas por lo que compran y que se asocian para
hacer pedidos de diferentes mercancías como fruta, verdura, conservas, carne, leche, etc., directamente a las y los productores.

6ª. Sin transgénicos
Los transgénicos son semillas a las que artificialmente se les ha introducido un gen que no es de su especie. Al cultivar estas
semillas conseguiremos plantas que presentan una característica especial, normalmente asociada a la resistencia a plagas o pesticidas,
que no presentan naturalmente. Actualmente está permitida la comercialización de semillas transgénicas de maíz, soja, colza y
algodón. Los transgénicos presentan algunos inconvenientes sociales y ecológicos muy claros.
En primer lugar, no existen estudios suficientes que demuestren la inocuidad de estos productos para nuestra salud. Actualmente
los productos transgénicos no llegan directamente a nuestra mesa para consumo humano, pero representan más del 90% del pienso
que consume el ganado español. Además no existe normativa europea que exija la certifi-cación de estos productos, por lo que las y los consumidores somos incapaces de poder elegir a la hora de consumirlos.

Por otro lado las semillas transgénicas suponen un grave atentado medioambien-tal. Muchas de estas semillas son estériles, con la intención de que no puedan ser guardadas para años sucesivos y por tanto crear un nuevo negocio en torno a la venta de semillas.
Por último si todas las plantas son similares su vulnerabilidad ante plagas y enfermedades es muy alta y puede conllevar graves problemas para la viabilidad de las mismas.

7ª. Críticamente
Cada vez que consumimos estamos tomando una decisión que afecta a muchas personas productoras, interme-diarias, distribuidoras y a nuestra familia. Al consumir debemos hacerlo críticamen-te. Con nuestro consumo estamos apoyan-do para que una manera de producir o de distribuir se imponga sobre otra. Son nuestras decisiones como personas consu-midoras las que pueden conseguir que se
modifiquen de alguna manera los métodos de producción y distribución.

Debemos intentar cambiar nuestros hábitos de consumo poco a poco. Los grupos de consumo no sólo benefician económicamente a las y los productores y consumidores, sino que también nos ayudan en este proceso, a dar pasos en nuestro consumo crítico.

8ª. Libremente
Cuando acudimos a realizar la compra de productos alimentarios o de otros productos, normalmente lo hacemos influenciados por la cantidad de mensajes publicitarios recibidos a lo largo del día. Se calcula que la gente en España vemos casi 100 anuncios diarios, y evidentemente esto nos influye a la hora de consumir. Debemos ser conscientes de ello, e intentar abstraernos de estos condicionantes para consumir de manera libre. Lo más importante es huir de las necesidades creadas. Hay cientos de productos que se nos ofertan día a día que ni son necesarios ni en muchos casos sanos para nuestras familias. Muchos de los problemas de salud que aparecen actualmente en nuestros países son debidos al consumo de este tipo de productos, que consumimos influenciados por la publicidad, pero que no aportan nada a nuestra salud.

9ª. Valorando
A la hora de consumir no debemos olvidar que precio y valor no son lo mismo. Normalmente los productos con un precio bajo, consiguen esta ventaja económica olvidando deliberadamente el valor social o medioambiental. Por ejemplo, si añadié-ramos a muchas de las hortalizas que consumimos el valor de limpiar toda la contaminación asociada a su producción, o la retribución justa de su productor/a, el precio final sería mucho mayor.

Cuando consumimos debemos intentar valorar, no sólo el precio de lo que esta-mos comprando, comparándolo con otras alternativas, sino también todas estas otras implicaciones. Un mayor valor económico puede reflejar un mayor pre-cio pagado a la persona productora, condiciones ecológicas de producción, la no explotación infantil o unas condiciones laborales justas.
Además nunca debemos olvidar nuestra salud y debemos siempre consumir aquellos productos que estemos seguros que son más saludables para nosotros y nuestras familias.

10ª. Salud
Como sabemos, la alimentación es uno de los hábitos que más afectan a nuestra salud. Una buena alimentación es sinónimo de buena salud. Y para llevar a cabo una alimentación sana, debemos asegurarnos de que los alimentos que consumimos son de la mayor calidad.
Los alimentos ecológicos nos aseguran que no se han utilizado productos químicos en su elaboración y que se ha respetado el ciclo natural de las plantas y animales. Los canales cortos de distribución nos aseguran menores tratamientos artificiales y mayor frescura en los alimentos.

Las semillas tradicionales nos aseguran inocuidad y una selección nutricional de miles de años.
Consumir siguiendo estos razonamientos nos llevarán a una alimentación más sana para nosotras las personas y nuestras familias, más justa para la sociedad y más respetuosa con el medio ambiente. Y todo ello está en nuestras manos diariamente: consumamos con responsabilidad.

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EN POCAS PALABRAS
¡PODEMOS!
15-M RONDA http://www.facebook.com/15MRonda ABRIL 2014 Nº 13