CONSTITUCI?N CULTURAL Y CONCILIO DE JERUSAL?N EN ESPA?A. Rafael Díaz-Salazar

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Una de las tareas que España tiene pendiente es articular su diversidad. Desde el final de la Reconquista no ha sido posible, pues la trágica historia nacional ha estado presidida por absolutismos, guerras civiles y dictaduras. La grandeza del proceso constituyente que se inicia en la transición democrática radica en el deseo de lograr una articulación de nuestra ?diversidad política??. Treinta años después nos encontramos ante un nuevo reto histórico: articular nuestra ?diversidad cultural??.

España es plural desde el punto de vista lingüístico, ideológico, moral y religioso. Hemos vivido demasiado tiempo uniformados y sometidos por la hegemonía de una única lengua, una única religión y una única moral. La ingente tarea de construir un ?pluralismo político?? que no rompiera la convivencia impidió asumir la tarea de dar cuerpo a nuestro ?pluralismo cultural??. Y ésta es uno de los principales trabajos del tiempo presente. Ahora es tiempo de elaborar una Constitución Cultural no escrita, sino elaborada por un diálogo entre las diversas culturas públicas que existen en nuestro país.

El objetivo es consensuar una cultura cívica común que no sólo respete la diversidad, sino que esté dispuesta a enriquecerse con ella. Para ello es necesario transmitir una mentalidad, unos sentimientos y unos comportamientos basados en el diálogo, el ofrecimiento de los valores de cada identidad, la recepción de los mismos y el reconocimiento de los límites de cada ideología, lengua, moral o religión.

Una cultura cívica para la convivencia

¿Seremos capaces los españoles de activar este talante cívico? Evidentemente se necesitan leyes que hagan posible el desarrollo de la diversidad de España. Sin embargo, lo más importante es crear una cultura cívica para favorecer la convivencia de los diversos. Para lograr este fin es muy importante que las identidades ideológicas, morales y religiosas que existen en nuestro país estén dispuestas a participar en este proceso y ofrecer lo mejor de sí mismas.

Nuestras diferencias pueden crear un territorio cultural presidido por la animadversión, el desprecio y el odio. Por eso estamos en el tiempo oportuno para dar cuerpo al mensaje cristiano del amor incluso a los enemigos. Ha llegado el momento de empezar a traducir ese mensaje evangélico en la práctica intensa de la ?amistad cívica?? entre los ciudadanos que tenemos diferentes identidades. Sólo de esta forma podremos construir por primera vez en la historia de nuestro país la España del arco iris de culturas.

Los cristianos tenemos un gran reto por delante. ¿Vamos a ser constructores de tolerancia, encuentro, diálogo, respeto e impulso de la diversidad nacional? O, por el contrario, ¿vamos a reactivar la intolerancia y el integrismo? ¿Qué podemos hacer en esta hora en la que la Iglesia se ha convertido en factor político e ideológico y vuelve a intervenir con fuerza en la vida pública?

El quehacer de la Iglesia

De las muchas acciones que son posibles, quisiera destacar las que me parecen más urgentes. En primer lugar, es necesario superar el modelo de ?Iglesia archipiélago??; es decir, la existencia de miles de grupos, parroquias y comunidades de todo tipo que viven en paralelo o de espaldas en un proceso de fragmentación creciente y convierten a la Iglesia en un mosaico de sectas.

En segundo lugar, hay que activar la comunión eclesial; en pocas ocasiones ha estado la Iglesia española tan dividida y soterradamente enfrentada. En tercer lugar, es urgente articular la pluralidad eclesial y ofrecer ante la sociedad la polifonía católica; la episcopalización y clericalización imperantes está sembrando de sal la vida de la Iglesia.

No tiene sentido detenernos en especificar acciones cristianas en la sociedad, mientras no detengamos y reorientemos el actual modelo dominante de Iglesia en España, aquel que marca la imagen y el mensaje ?oficial??. ?sta es la primera tarea religiosa y política a realizar. Asumir que la Iglesia española es una ?túnica desgarrada?? por parte de jerarquía y de las bases, e intentar reconstituirla como ?cuerpo apostólico articulado?? es el punto de partida necesario para poder emitir algún día la ?sinfonía católica?? en nuestra sociedad.

Necesitamos celebrar un ?Concilio de Jerusalén?? a la española partiendo de los enfrentamientos, las tensiones y desgarros existentes. El capítulo 15 de Los Hechos de los Apóstoles nos muestra los inevitables conflictos eclesiales y el modo de afrontarlos. No se puede llegar a la comunión sin resolver el actual conflicto eclesial, sin que los ?Pedro??, ?Santiago?? y ?Pablo?? colectivos puedan expresar y dirimir los antagonismos existentes.

En el fondo de la realidad eclesial que hoy existe en España está el tema del modelo eclesial más adecuado en una sociedad marcada por el pluralismo, la diversidad y la secularización. Como he intentado mostrar con cierto detalle en mi libro El factor católico en la política española. Del nacionalcatolicismo al laicismo (PPC), nos encontramos ante tres modelos. El primero es el de una Iglesia que acepta la laicidad de las leyes y de la política, asume la pluralidad y la diversidad sociocultural e intenta ?traducir?? el Evangelio a través de unos símbolos y unas prácticas adecuadas a la ?lengua?? del país. El segundo es el de una Iglesia que se constituye en fuerza ético-política para dictaminar los límites de la actividad legislativa y el comportamiento moral del Estado y los ciudadanos. El tercero es el de una Iglesia que rechaza la cultura y las leyes de una sociedad, se siente débil para cambiarlas e intente construir una microsociedad en paralelo, una especie de arca de Noé para salvarse del ?diluvio?? del cambio cultural.

Para la construcción del proceso que hizo posible la Constitución política, la Iglesia española supo elaborar un modelo. Para la elaboración de la Constitución cultural que hoy necesita nuestro país, no tenemos un mínimo consenso católico sobre el modelo eclesial más apropiado. ¿Para cuándo un ?Concilio de Jerusalén?? en España en el que los ?Pedro??, ?Santiago?? y ?Pablo?? puedan expresarse? ¿Cómo convertir el actual conflicto eclesial en comunión e inicio de composición de la sinfonía católica?