Comunicado sobre nombramientos de obispos -- Kristau Sarea Bizcaia

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El sistema de nombramientos en la Iglesia Catótica para las sedes de obispos y arzobispos no es nada transparente, sino oscurantista y está en manos de unas pocas personas de la jerarquía que defienden posturas neoconservadoras y vaticanistas, nombrando así a personas de esas mismas ideas. Ricardo Blázquez, como Mario Iceta no son sino dos más de esas personas que les vienen como «anillo al dedo».

Lejos de las prácticas democráticas que caracterizaban el modo de nombramientos de obispos en la Iglesia de los primeros siglos, donde quien elegía era la Asamblea del pueblo cristiano, la Iglesia actual y más concretamente en España, practica los nombramientos «a dedo» (sin participación de l@s cristian@s de cada diócesis).

Pero es que, además, siguen una estrategia muy pensada para colocar en esos cargos a personas fieles al dictado de quienes frenan, rechazan y castigan cualquier intento de reforma a fondo de la Iglesia Católica. Desde sus puestos no promueven una auténtica comunión, que ha de basarse en la aceptación como riqueza del pluralismo dentro de la Iglesia. Al contrario, fomentan e imponen una falsa uniformidad. Todo ello va contra el espíritu del Concilio Vaticano II, que coloca como base de la Iglesia al Pueblo de Dios o conjunto de cristian@s con todas sus diversas sensibilidades y pone el acento en la renovación de toda la Iglesia y de su adaptación a los tiempos actuales.

La práctica actual de la gran mayoría de la jerarquía católica se aleja cada vez más de la inspiración del Concilio Vaticano II y nos quiere retrotraer a épocas tristes y dolorosas y antievangélicas como la del nacionalcatolicismo, la de los juramentos antimodernistas o la de la monarquía absoluta.

En las diócesis vascas esta estrategia se ha venido urdiendo desde hace quince años, con el nombramiento de Ricardo Blázquez como obispo titular de Bilbao, y ha seguido con los nombramientos de su auxiliar y de los demás actuales obispos de nuestras diócesis. Todo pensado y repensado, por encima de las voluntades de quienes formamos parte de las comunidades cristianas.

La situación es, por tanto, muy preocupante porque nos aleja de la sensibilidad y el espíritu mismo de Jesús de Nazaret, defensor activo y comprometido de la comunión en la igualdad y la libertad, y crítico con el poder impositivo hasta pagarlo con propia vida.

KRISTAU SAREA, 21 de Febrero de 2.020