El día 18 de julio se vivió uno de los capítulos más importantes en el denominado Caso Karadima: el careo entre el ex Párroco Fernando Karadima, acusado de abuso de menores y autoridad, con cuatro de sus víctimas.
CARA A CARA
A las 08:00 Horas del día lunes 18 de julio, un auto Mercedes Benz se detuvo en el 34° Juzgado del Crimen ubicado en la calle Pedro Montt 1853, frente a la Penitenciaria de Santiago. Del lujoso vehículo bajó el abogado Cristian Muga y su cliente, el acusado religioso Fernando Karadima, para enfrentar en esta oportunidad, en un primer y único careo a cuatro de sus víctimas: el médico Juan Hamilton, el periodista Juan Carlos Cruz, el filósofo José Andrés Murillo y al abogado Fernando Batlle. En las puertas del recinto esperaban los otros abogados de Karadima: Luis Ortiz Quiroga y Leonardo Bataglia. Un trío de profesionales considerado uno de los más onerosos del mercado nacional al que se une el abogado eclesiástico de Karadima, Juan Pablo Bulnes. Una cuadra antes de estacionar, una mujer, que distinguió tras las ventanillas el rostro mofletudo del octogenario pederasta, golpeó fuertemente el vidrio del automóvil y gritó «púdrete en el infierno viejo de mierda??.
Cinco horas y media duró la jornada de preguntas, respuestas, miradas y acusaciones con intervalos de media hora entre cada encuentro entre Karadima y sus víctimas. El primer careo con Karadima lo tuvo con Fernando Batlle, el mismo cuyo testimonio sirvió al Vaticano para acreditar que el ex Párroco, había cometido reiterados abusos contra menores. Su palabra fue el ladrillo que sepultó las esperanzas del entorno de Karadima, respecto a que las acciones de abusos sexuales de su líder espiritual eran sólo fantasías de personas dotadas de una vívida imaginación y que todo pasaría sin sanción. Todos los acusadores mostraron una fortaleza y un temple reconocido en las afueras del recinto judicial, que no se condecía con la parquedad de los profesionales a cargo de la defensa de Karadima. Hamilton, Cruz, Batlle y Murillo declararon sentirse tranquilos previo a la importante diligencia, confiados en lo que pueda definirse con la justicia civil y que salga a la luz la verdad tantos años oculta.
Juan Carlos Cruz, tras salir del cara a cara con Karadima señalo que vio al acusado «tremendamente soberbio, para nada enfermo como lo quieren presentar. Sigue sosteniendo que esta es una confabulación de nosotros cuatro y otra gente más. Dice que somos unos mentirosos??. El abogado Hermosilla señaló que «estamos esperando las decisiones de la sentenciadora antes de solicitar el procesamiento de Karadima?? paso que según trascendidos sería el más probable visto la vergüenza que significó para la justicia civil chilena no investigar en su momento y tener que actuar tras la decisión del Vaticano de confirmar las acusaciones de abuso sexual y abuso de autoridad de Fernando Karadima.
De hecho los magistrados chilenos se vieron obligados a reabrir sus pesquisas luego que el arzobispo de Santiago anunció públicamente, el 18 de febrero de 2011, la sentencia de culpabilidad contra Karadima emitida por la Santa Sede, tras siete meses de iniciado el proceso penal administrativo de la Congregación para la Doctrina de la Fe, confirmando que hubo abusos a menores de edad, uno de los delitos considerados de los más graves por El Vaticano. La determinación de la iglesia fue imponer al ex Párroco «una vida de oración y penitencia??, indudablemente, una pena bastante menor que la que deben soportar violadores, pederastas y abusadores de menores, que van a dar con sus huesos a las cárceles públicas chilenas.
Roma exigió a Monseñor Ezatti difundir urbi et orbi la sanción – que tiene al religioso enclaustrado en la residencia religiosa del Convento de las Siervas de Jesús de la Caridad, en General Bustamante 568 Providencia ? la Iglesia Católica no tuvo más remedio que actuar al igual que la justicia civil, so pena de seguir cargando el pesado fardo de protectora de poderosos, toda vez que trascendió en aquella época que un miembro del poderosos clan Matte ? Eliodoro Matte miembro y feligrés de la parroquia El Bosque y uno de los hombres que protegen al pederasta – visitó al entonces Fiscal Jefe de la Zona Oriente Xavier Armendariz en un lobby inaceptable y que significó severas críticas de sus pares y la condena unánime de los querellantes .
Antes de ser revisado por el antiguo sistema de Justicia, el Fiscal Regional Metropolitano Oriente, Xavier Armendáriz, realizó una serie de interrogatorios y diligencias, estableciendo que como los hechos investigados habrían sido ejecutados con anterioridad al inicio de la Reforma Procesal Penal en la Región Metropolitana, el caso se remitió al Décimo Juzgado del crimen de Santiago. Luego, el juez Leonardo Valdivieso resolvió cerrar la investigación no sin antes haber interrogado al ex Párroco, sin que pudiese seguir la línea investigativa por la decisión de cierre. Y así se mantuvo hasta que el ejemplo de un Vaticano dispuesto a sancionar «levanto el velo de la cara de una justicia que se comporto en forma abyecta, según señaló a nuestra revista el analista Cristian Meneses, una justicia más dedicada a proteger a los victimarios que a las víctimas, más encauzada a aceptar el lobby de los poderosos que atender las demandas de justicia??
Los hechos en torno al sacerdote Fernando Salvador Karadima Fariña, no sólo son complejos por la serie de abusos sexuales cometidos contra menores de edad y jóvenes ligados a la feligresía donde ejercía su ministerio, sino porque se tejió en torno al personaje ? en plena etapa de acusaciones ? una red de protección que involucraba a poderosos personajes ligados al mundo político, clerical y económico de Chile, que hicieron todo lo que estuvo a su alcance para enterrar y dejar sin investigación los crímenes por los cuales actualmente Karadima ha sido condenado. Sanción que dividió al clero chileno, a su cúpula y que obligó a El Vaticano a intervenir con celeridad, para emitir un dictamen inculpatorio a contrapelo de lo que la Justicia Civil chilena no fue capaz de ejercer. Tal conducta volvió a poner en duda el rol que desempeña esta justicia cuando se trata de personajes ligados al sector social con poder económico o político. Hoy, esa justicia civil se ha visto obligada a actuar, tarde pero necesariamente, para mostrar que nadie, por más sotanas que tenga puede estar al margen de la ley.
A pesar del trabajo del Vaticano de sancionar a Karadima, la Santa Sede no se ha pronunciado positivamente en la idea de entregar los antecedentes de la investigación eclesiástica a la justicia civil chilena. La actual Ministra en Visita, Jéssica González solicitó el pasado 28 de marzo, por oficio, al Arzobispado de Santiago la investigación eclesiástica. Sin embargo tal deseo se ve frenado, pues debe hacer una petición siguiendo «el conducto regular» bajo el marco de un engorroso exhorto al Vaticano, para que se entreguen dichos antecedentes, luego que tanto el Arzobispado de Santiago como la Nunciatura Apostólica en Chile, negaran a la magistrado el fallo de siete páginas del Vaticano sobre las denuncias de abusos sexuales.
Fernando Karadima, según trascendió en el careo del pasado lunes 18 de julio, habría sostenido que todo lo afirmado por los cuatros acusadores es una «confabulación en su contra por motivos que desconoce y se apoya en su defensa en los 52 años de trayectoria sacerdotal, repitiendo lo declarado el año 2010 ante la Fiscalia Oriente en el sentido que «pido se considere que mi palabra valga, pues tanta gente ha pasado por la parroquia ? serán 500 mil jóvenes ? desde los años 50 que trabajo con ellos?? Según el ex Párroco difícilmente su manos podrían haber tocado los genitales de sus víctimas pues «mis manos han sido consagradas para tomar la Hostia y no podría nada inmoral con ellas??.yo soy afectivo con los jóvenes y la gente que me conoce, puedo dar un abrazo, un beso en la frente, pero jamás tocarle los genitales a nadie. Eso jamás lo he hecho con nadie y jamás darle un beso en la boca a nadie?? concluyó el ex Párroco.
Palabras que chocan, abiertamente, con la declaración de los cuatro profesionales con los cuales fue careado y que afirman que el sacerdote los besaba abiertamente en la boca, tocaba su genitales y siguió haciendo esto por varios años, valiéndose del poder y respeto que inspiraba como líder espiritual y confesor en cada una de las víctimas. Está corroborado, por la Justicia de la Santa Sede, que las manos consagradas, aquellas que daban la hostia y parecían dedicadas a una labor espiritual eran capaces también de ocasionar un enorme daño a personas que confiaban en ese hombre de sotana e imbuido de cierto aire de santidad. Sus manos, al mismo tiempo que entregaban el cuerpo de Cristo al entender de los católicos, también se entregaban a una conducta malsana y delictiva, capaz de afectar la vida de en ese entonces cuatro jóvenes, que confiaban en su mentor y guía espiritual y que ya adultos tuvieron la valentía de denunciar a un pederasta que campeaba en terrenos de protección política, religiosa y económica.
El caso Karadima, al margen de los dimes y diretes propios de una investigación de esta índole, representa un hito en la vida social, política y judicial chilena, donde se enfrentan nombres dotados de cierta aura de poder, miembros de una clase social que suele no temer cuan fuerte sea el otro y pueden llevar a cabo sus denuncias y esperar justicia a diferencia de los sectores más desposeídos, de poder y de justicia «bien por ello, afirma a nuestra revista un miembro del clero ? pues de esa forma, efectivamente, la justicia tanto divina como terrenal puede demostrar que es inmoral hacer diferencias, como suele suceder cuando los acusados son miembros de una grey poderosa, adinerada y con influencias tales que pueden ocultar hechos deleznables como los cometidos. Bien por aquellos que denuncian y mejor aún cuando sus reclamos, sus angustias y acusaciones son acogidas. Por ello, resulta vergonzoso que aún haya sacerdotes ligados al Padre Karadima, que lo defiendan o feligreses, que aún piensen que esto es una confabulación o que el diablo se ha ensañado con un hombre santo, como fue dicho en su momento por personajes públicos??
UN SACERDOTE TONT?N
Para el Sacerdote Jesuita Antonio Delfau, el hecho que Karadima negara y siga negando cada uno de los cargos tiene su lógica «pues sino lo hiciera se le caería todo su mundo. ?l de alguna manera ha recubierto en un envoltorio, en su imaginación, que no considera malo lo que ha hecho??las personas niegan evidencias y de hecho esto entraba mucho más las cosas y no le da ninguna solución. El que Karadima siguiera negando hizo que muchos siguieran apoyándolo más de la cuenta. Yo creo que en la vida hay que jugársela por ciertas cosas y en este caso, hay también un cierto orgullo herido porque estamos hablando de una parroquia de medios altos, donde se supone que la gente está más preparada tiene mayor cultura, mejor situación económica, y entonces parece que el engaño y la estafa es mucho mayor. Y es peor para esas mismas personas» Delfau se refiere en ello al sentimiento de engaño y vergüenza que anima a cada día más feligreses de la Parroquia El Bosque, que comprobaron que su mentor espiritual, al hombre que casi consideraban un santo y que se suponía discípulo directo del Padre Hurtado, era en verdad un delincuente.
El padre Delfau es lapidario al calificar a Fernando Karadima como un «sacerdote aburrido y tontón con prédicas malas, todas iguales. Era un sacerdote tontón. Y se sabe la historia que fue bien mediocre en el seminario, en sus estudios, piadoso eso sí, pero bastante mediocre. Tenía muchas devociones, al rosario, cosas que no están mal, después al padre Hurtado, todo el invento que el se hizo con el padre Hurtado. Fíjate que es interesante esto. Existen muchísimas fotos del Padre Hurtado, nosotros los jesuitas las hemos reunido y en ninguna foto del padre Hurtado, que son muchísimas, en ninguna foto sale el sacerdote Karadima». Fuerte testimonio, que da a conocer otros ángulos de la personalidad de un hombre que tenía, al parecer, cierto magnetismo y que adornaba su vida religiosa con medallas del estilo de haber sido discípulo de un hombre como el Padre Hurtado, que resultó tan falso como la supuesta santidad de una conducta más centrada en abusar que en ayudar.
Un personaje clave en llevar adelante esta investigación, el obispo auxiliar de Santiago, Cristián Contreras ? el primero en recibir voces con relación a la conducta delictiva de Karadima – , manifestó sentir «dolor, impotencia y una rabia muy grande al constatar el sufrimiento de personas causadas por comportamientos de un sacerdote, que era visto por sus seguidores como un modelo de vida sacerdotal. En entrevista concedida a CiperChile el prelado señaló que «hemos sacado lecciones de este caso, que es parte del aprendizaje que me deja en lo personal y a quienes trabajamos en el arzobispado. Para eso estamos implementando cambios en la materia??al interior de la iglesia hay una autocrítica pero no debemos olvidar que lo que hoy conocemos como resolución de la Santa Sede se debe también a este proceso interno incoado en el arzobispado de Santiago. Algo noble y hermosos como era que el Dr. Hamilton, Juan Carlos, José Andrés y Fernando Batlle quisieron ser sacerdotes ¡mira en lo que terminó! Pero estoy esperanzado, aunque con dolor y vergüenza??.
Las aristas del caso Karadima no se detendrán pues hay que ahondar en los pagos efectuados a personajes ligados a la Parroquia El Bosque ¿pagos para qué? es la pregunta. Se sospecha que fueron efectuadas para impedir nuevas denuncias que involucran a Karadima y corroborado por un Informe de la Policía de Investigaciones, que determinó en diciembre del 2010, se hicieron millonarios pagos a funcionarios y feligreses de la Parroquia El Bosque. Dichos fondos salieron de las arcas de la Unión Sacerdotal del Sagrado Corazón, que es la comunidad que reúne a los curas más cercanos al recluido sacerdote – y que según investigaciones del Vaticano posee propiedades y bienes que superan los 10 millones de dólares. En esa Unión Sacerdotal ha estado el peso, el aval y el apoyo más irrestricto que tenía Karadima en la Iglesia. Por allí pasaron Obispos en ejercicio que han sido fieles escuderos del sancionado Párroco: Andrés Arteaga, obispo auxiliar de Santiago, Juan Barros, obispo castrense, Tomislav Koljatic, obispo de Linares, Horacio Valenzuela, obispo de Talca, Felipe Bacarreza, obispo de Los Ángeles, además de 50 sacerdotes, que deberán responder por el apoyo dado a un pederasta..
Esa respuesta también la está dando el Cardenal Arzobispo Emérito de Santiago, Francisco Javier Errázuriz. La Conferencia Episcopal confirmó que la ministra en visita del caso Karadima, Jéssica González, interrogó a este alto personaje de la curia católica, dos semanas atrás, en calidad de testigo demandando respuestas en torno a las acciones emprendidas por su persona una vez que conoció de las primeras denuncias. Errázuriz declaró en oportunidades anteriores que él no creyó las primeras informaciones respecto de los abusos, debido a la historia del religioso y su influencia en muchos otros sacerdotes. Esta conducta generó duras reacciones, en especial del médico Juan Hamilton quien calificó a Errázuriz de un «encubridor criminal que no tomó medidas contra el ex Párroco y que ni siquiera recibió a quienes lo denunciaron.
Efectuado el interrogatorio a Errázuriz, el careo entre Karadima y sus víctimas, con un marco mediático pendiente de la marcha de este caso, la Ministra en visita tienen el deber ahora de tomar las decisiones que tal caso demanda: cerrar el sumario o bien determinar la realización de nuevas diligencias a partir de los testimonios entregados. Queda mucho paño que cortar, pero si algo ha demostrado el caso Karadima, es que la justicia no podrá seguir siendo sorda, ciega y muda sin que vuelva a estallar en las narices de los poderosos sean estos curas, empresarios, músicos, tontones o aburridos. La máxima dura lex sed lex es una exigencia moral para que la oscuridad sea develada
Corresponsal de Adital en Chile