Charlas-coloquio: Colombia y la paz, 4 y 5 de mayo en Madrid

0
69

Día 4 de mayo: Se fueron las FARC, sigue la violencia

A las 19 horas en la Sala 13 Rosas (Sede de Comisiones Obreras)

Calle Lope de Vega, 38

Madrid

Intervienen:

Abilio Peña, Comisión Intereclesial de Justicia y Paz e Colombia

José Manuel Martín Médem, periodista y escritor.

Modera: un miembro de la Comisión ?tica de la Verdad, Madrid

Colombia y la Paz: se fueron las FARC, sigue la violencia

El proceso de construcción de la Paz en Colombia, tras los Acuerdos de La Habana de 24 de Nov. 2016, se presenta como un tiempo de oportunidades y de bloqueos, de esperanza y de miedo, un caso de máxima incertidumbre. Un tiempo que obliga a una ?Esperanza sin optimismo? (esperanza siempre, porque es la fuerza que permite avanzar hacia la paz real; falta de optimismo porque se constata a diario el riesgo del fracaso).

Dos son los grandes obstáculos que ya en estos meses se han hecho palpables:

1.- La pervivencia del paramilitarismo. El conflicto armado en Colombia está tan «vivo como siempre» en distintas partes del país, aunque se han reducido sus actores.: Las áreas de las que salieron las FARC están siendo ocupadas por el paramilitarismo, con el propósito de controlar los recursos que más interesan a las multinacionales mineras o energéticas, a las de la agroindustria o los grupos que financian los cultivos ilícitos.

Ello está precipitando un incremento en las amenazas y asesinatos de líderes populares y defensores de derechos humanos. Un Informe de Naciones Unidas recoge un total de 127 líderes sociales asesinados en 2016, más que en años anteriores. Y, en 2017 la dinámica no se ha detenido: 31 asesinatos en el primer trimestre. Es decir que, mientras se reducen al máximo las muertes derivadas del conflicto armado con las guerrillas, se recrudece la violencia paramilitar hasta niveles no vistos desde 10 años atrás.

Diversas organizaciones sociales colombianas han denunciado estas ?violaciones» y la «persecución sistemática?? de líderes populares ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, añadiendo que el 92 % de los asesinatos permanece en la impunidad.

Frente a ello, la posición del Gobierno sigue siendo la del negacionismo, asegurando que los asesinatos son hechos aislados. sin admitir que la criminalidad es estructural. Precisamente porque subsiste la connivencia política y militar del Estado con estos grupos.

2.- El Bloqueo a los Acuerdos. Cada día que pasa es más evidente el injustificable retraso en la implementación de los Acuerdos de La Habana.

Primero, por la estrategia dilatoria en los trámites parlamentarios. Se calcula que se necesitarán unas 40 leyes nuevas para convertir en leyes los contenidos de los Acuerdos. Pues bien, en los cinco meses transcurridos, apenas se han aprobado 4.

En segundo lugar, porque algunos de los acuerdos están siendo modificados a la baja, como es el caso de la Justicia Especial para la Paz, cuyo texto legal va a impedir que se aplique verdad, justicia y reparación a las víctimas, a la vez que va a garantizar impunidad a los mandos militares, culpando solo a los soldados subordinados.

A la vez, se ha impuesto una congelación práctica de medidas que podrían beneficiar a la población más desprotegida. ?Cientos de miles de personas en todo el país aún no han visto diferencia alguna en sus vidas desde que se firmó el Acuerdo de paz«, declaraba el 20 de Marzo la directora de Amnistía Internacional para las Américas.

Un ejemplo de esa parálisis es la restitución de tierras prevista en los Acuerdos, que sigue sin ver la luz, mientras 7 millones de personas, según la Oficina de NU para los DD.HH. desplazados forzosos, siguen sin poder volver a ocupar sus tierras.

Otro caso similar es el incumplimiento del Plan Nacional de Integración Social (PNIS), en el que se contemplan ayudas para que los campesinos cambien su cultivo ilícito, su sustento diario, por algún otro. Pero como las ayudas no aparecen, y los campesinos desconfían, todo sigue congelado.

En definitiva, salvo la desmovilización y entrega de armas por parte de las FARC, proceso muy avanzado que concluirá a finales de Mayo, según el propio Gobierno, la implementación de los Acuerdos se encuentra prácticamente paralizada.

Así que, aunque desapareció la temida guerrilla de las FARC, (y el ELN ha declarado el alto el fuego), no parece haber llegado la paz. El bloqueo práctico a los Acuerdos y la violencia paramilitar consentida por el Estado están poniendo en grave peligro las esperanzas de todo un pueblo que clama por una Paz democrática, es decir, con verdad y Justicia social. Entretanto, la oligarquía terrateniente, extractivista y financiera parece imponer otra estrategia, la de la paz neoliberal que sólo busca el crecimiento de sus intereses, a cualquier precio. Vivimos tiempos de esperanza, pero sin demasiado optimismo.

En el Acto que convocamos, se aportará luz sobre esta delicada coyuntura colombiana, contemplada tanto desde la solidaridad internacional  como desde el compromiso cotidiano  de un defensor de DD.HH. que milita en la Comisión Int. de Justicia y Paz de Colombia.

 

Día 5 de mayo: ¿Debe la Iglesia pedir perdón?

19 horas, locales del MAS en la Avenida de Portugal, 79 posterior (entrada por Plaza de la Puerta del Ángel)

Intervienen: Abilio Peña, Comisión intereclesial de Justicia y Paz de Colombia

Evaristo Villar, teólogo, portavoz de Redes Cristianas

Modera: un miembro de la Comisión ?tica de la Verdad, Madrid

Colombia y la Paz: ¿Debe la Iglesia pedir perdón?

 

 

En la sociedad colombiana se ha abierto un proceso de reflexión y de memoria sobre los largos años de violencia que ha sufrido el país. Un grupo de colombianos católicos, clérigos y laicos, para contribuir a este difícil proceso, invitan a la jerarquía de la Iglesia católica colombiana a hacer un examen de conciencia sobre sus responsabilidades en el desarrollo de esa violencia.

 

Con esta iniciativa quieren honrar la memoria de los cristianos anónimos que han dado testimonio del Evangelio en medio de la violencia. También recogen la invitación de los últimos papas que han reconocido públicamente la participación de la Iglesia en muchos procesos de violencia a lo largo de la historia y han pedido perdón por ello. Basándose en ello han promovido un reconocimiento público de la Iglesia católica colombiana, como institución, por su participación en el proceso de violencia. A través de complicidades, silencios y actuaciones representativas ha destruido miles de vidas; y así mismo ha contemporizado con formas denigrantes de opresión y de injusticia sumergiendo en la miseria y el sufrimiento a millones de colombianos.

 

Es una iniciativa valiente que merece nuestro reconocimiento y respaldo, y a su vez es un ejemplo para los católicos españoles de empezar a asumir y denunciar el papel antievangélico de la Iglesia española como institución en la Guerra civil y en la postguerra. Nos sentimos responsables de exigir que nuestra jerarquía reconozca sus errores y pida perdón públicamente para cerrar viejas heridas.

 

Cartel DEbe la Iglesia pedir perdon[37499]

CARTEL 13 ROSAS (2)[37498]