Capitalismo es sinónimo de crimen -- Raúl Zibechi

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Fuente: Obervatorio eclesial
En algunas ocasiones las relaciones entre crimen orga-
nizado y capitalismo aparecen de forma nítida y trans-
parente, lo que nos proporciona la oportunidad para
evaluar en qué situación real está el sistema y hacia
dónde se está dirigiendo.

Días atrás el gobierno federal de Brasil lanzó un mega-
operativo contra el crimen organizado en el sector de
los combustibles, con resultados sorprendentes. Identi-
ficó 40 fondos de inversiones en el sector inmobiliario
por un valor de 5 mil 500 millones de dólares, controla-
dos por el Primer Comando de la Capital (PCC), que es
el mayor grupo narcotraficante de Brasil.

Esos fondos financiaron la compra de una terminal por-
tuaria, cuatro plantas de refinación, mil 600 camiones
para transporte de combustibles y más de 100 inmue-
bles (https://goo.su/Chmn3).

Además, compraron fincas por valor de otros 5 mil mi-
llones de dólares y un banco paralelo de la organiza-
ción, la fintech BK Bank, que movilizaba hasta 8 mil mi-
llones de dólares.

Más de mil gasolineras en 10 estados de Brasil son uti-
lizadas para lavar dinero del crimen organizado, pero se
estima que las operaciones del PCC alcanzarían hasta
2 mil 500 gasolineras en todo el país.

El PCC nació en 1993 en la prisión de Taubaté, en Sao
Paulo, hoy opera en el 90 por ciento de las cárceles, y
se ha extendido a Uruguay, Paraguay, Bolivia y Colom-
bia.

Se trata de la banda criminal más grande de América Latina, que podría llegar a 40 mil miembros, buena parte de ellos en prisiones. A través del tráfico de cocaína estableció alianzas con la ‘Ndrangheta italiana y se cree que cuenta con sólidos apoyos en países africanos y europeos.

Lo que revelan las investigaciones de los últimos años
es una creciente sofisticación en las operaciones de la-
vado de dinero, así como su participación en sitios web
de apuestas en línea y la inversión en clubes de futbol.
En la actual investigación surgió que el PCC domina la
cadena de la caña de azúcar, a través de la compra de
haciendas, plantas refinadoras, puestos de combusti-
bles y transporte.

De los datos anteriores surge con claridad la estrecha
relación entre el empresariado ?tradicional? y el crimen
organizado. Esta realidad merece ser profundizada.
Por un lado, se observa cómo el crimen adopta los mo-
dos de los grandes empresarios capitalistas. Invierten
con la misma lógica, buscando monopolizar cada sector
para maximizar ganancias.

El mal llamado crimen organizado es parte del capita-
lismo, del que se diferencia sólo porque sus actividades
no son consideradas legales, lo que le permite aumen-
tar de modo exponencial sus ganancias. Los modos del
crimen son idénticos a los del extractivismo, como pue-
de observarse en la actividad minera.

Por otro, surge una amplia zona gris entre lo legal y lo
ilegal: el crimen busca legalizar sus capitales invirtiendo
en tierras, negocios inmobiliarios, minería y, sobre todo,
en finanzas porque es el mejor modo de lavar sus acti-
vos.

La empresa ?legal? adopta modos mafiosos al evadir
impuestos (algo que ya es norma en cualquier sector),
arropada por especialistas como abogados y notarios.
Mientras el crimen camina hacia lo legal, el empresario
tradicional lo hace a lo ilegal. Ambos buscan comprar
jueces y políticos, invierten en el deporte y en todo lo
que les permita sortear dificultades para incrementar
ganancias. Neutralizan al Estado o lo toman por asalto,
comprando voluntades o amenazando, dependiendo la
situación.

Por todo esto, en muchas regiones, empresas mineras
y crimen organizado trabajan unidos para desplazar
comunidades a las que consideran un obstáculo para la
explotación de la madre tierra.

Si aceptamos que el capitalismo existente es guerra de
despojo contra los pueblos –?Cuarta Guerra Mundial? la
denominan los zapatistas–, debemos aceptar también
que en las guerras no hay nada ilegal puesto que man-
da la ley del más fuerte.

Gaza es el mejor ejemplo de la evaporación de toda le-
galidad, de toda humanidad, porque se trata de despo-
jar y desplazar al pueblo palestino para convertir sus
territorios y tierras en meras mercancías.

Exactamente igual opera el crimen en Cherán, en Chi-
comuselo, o en cualquier parte del mundo, porque los
pueblos, los seres humanos, nos hemos convertido en
un obstáculo para la acumulación interminable de capi-
tal. Por eso, en adelante, el genocidio será la norma,
como lo fue durante la Conquista de América.

Es una actitud irresponsable y perversa difundir la idea
de que puede existir un capitalismo ?bueno?, como lo
han repetido presidentes progresistas en esta región.
Como refirió Immanuel Wallerstein, el capitalismo fue
un enorme retroceso para dos terceras partes de la
humanidad, mujeres, niñas y niños, pueblos del color
de la tierra. Lo que sigue son los hornos crematorios,
los genocidios y los grandes medios que disfrazan esta
realidad.

Una forma de hacer política que no advierta a los pue-
blos que estamos en la era de los genocidios, o que és-
tos suceden en otras latitudes, los conduce al patíbulo.
Como señaló el historiador del movimiento obrero
Georges Haupt, aquel que divierte al pueblo con histo-
rias cautivadoras ?es tan criminal como el geógrafo que
traza mapas falaces para los navegantes?.

(jornada.com.mx) 05/09/2025