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Fuente: Observatorio eclesial
La noche del 2 al 3 de diciembre de 1577 entraron en la casa de Juan de la Cruz unos carmelitas calzados con el apoyo de voluntarios civiles armados, dirigidos por Hernando Maldonado, prior de Toledo, lo maniata-
ron y lo llevaron al convento abulense del Carmen.
Logró escapar, pero pronto cayó en manos de sus enemigos que lo condujeron a lomos de un mulo al convento de Nuestra Señora del Carmen de Toledo y lo encerraron en una oquedad de seis pies de ancho y
unos diez de largo, donde estuvo encarcelado nueve meses.
Allí concibió y escribió las primeras estrofas del Cántico espiritual, nacido de la experiencia de abandono, oscuridad, hambre y sufrimiento, de la meditación corporeizada, del exilio exterior e interior, la heterodoxia religiosa y la teología simbólica en un riguroso silencio,
sin duda uno de los más creativos estética y poéticamente.
Numerosas han sido las ediciones del Cántico, uno de los poemas mayores de la literatura universal y cumbre de la poesía mística de todos los tiempos. En su edición de la Poesía, de San Juan de la Cruz, Domingo
Ynduráin afirma que el misticismo español del Siglo de
Oro hay que estudiarlo a partir de un profundo conoci-
miento de la Cábala.
Certera observación que sigue Lola Josa, catedrática
de filología de la Universidad de Barcelona y una de
las más prestigiosas especialistas mundiales en San
Juan de la Cruz. Ahí radica precisamente la peculiari-
dad y originalidad de su nueva edición: en el análisis
riguroso y la interpretación creativa del Cántico a tra-
vés de la mística hebrea, liberada de dogmas tanto re-
ligiosos como filológicos, campo poco trabajado en los
estudios de San Juan de la Cruz.
El autor del Cántico, subraya Lola Josa, fue un ?sagaz
conocedor de la Biblia?, sobre todo de la Biblia hebrea,
que sabía casi de memoria. En las aulas de la Univer-
sidad de Salamanca siguió las enseñanzas de los
grandes hebraístas del siglo XVI y de Fray Luis de
León, traductor del Cantar de los Cantares, y vivió la
influencia del humanismo entonces subversivo singula-
rizado por el saber hebreo.
Es precisamente ese humanismo, basado en la ?ver-
dad hebraica?. el que rezuma el Cántico, frente al fana-
tismo y la intransigencia de la teocracia entonces vi-
gente.
El inspirador del Cántico es el Cantar de los cantares,
libro de la Biblia hebrea escrito en términos eróticos
profanos que transforma el amor erótico en símbolo
divino. De él destaca la profesora Josa su carácter
despatriarcalizante, ya que el amado y la amada se
buscan, mantienen una relación igualitaria y se en-
cuentran en la desnudez, como despatriarcalizante es
también el Cántico.
Dos son las razones que aporta para justificar dicha
inspiración. La primera, porque el Cantar fue el libro
más estudiado por los humanistas hispánicos del siglo
XVI. La segunda, porque en él se pone de manifiesto
que la mística judía convirtió la desnudez del cuerpo
humano en la mejor representación física del vacío.
Para encontrar y saborear a Dios hay que desnudarse
y descalzarse. Es más, para Juan de la Cruz, la des-
nudez es el mismo Dios.
Ya en la primera estrofa deja implícita la idea de la
?nada de Dios? en plena sintonía con el místico medie-
val Maestro Eckhart: ?¿Adónde te escondiste,/ amado,
y me dejaste con gemido?/ Como el ciervo huiste/ ha-
biéndome herido,/ salí tras ti clamando, y eras ido?.
Estamos ante una de las manifestaciones más lúcidas
y coherentes de la teología apofática, que tiene su
inicio en el siglo IV con el Pseudo Dionisio, y que el
místico abulense lleva hasta sus últimas consecuen-
cias no nombrando a Dios en ninguno de sus grandes
poemas.
Los comentarios de Lola Josa a cada una de las 39
estrofas identifican la voluntad mística y lírica que se
dan en el carmelita descalzo de Fontiveros de manera
unitaria e inseparable, al tiempo que, siguiendo a
Eckhart, descubren la luminosidad en la noche oscura
del poeta y la claridad en las tinieblas.
El resultado final de esta edición es una escritura esté-
tica, un acercamiento simbólico y una hermenéutica
creativa que da nueva vida a tan memorable poema,
estudiado hoy desde las diferentes disciplinas con
aportaciones siempre nuevas dada su profundidad
inagotable.
De ella puede decirse lo que afirma Juan de la Cruz
del monte o del collado: ?do mana el agua pura?. Cier-
to, el agua pura de las fuentes del saber hebreo, que la
autora de este comentario conoce a la
perfección y prioriza en la vida, la obra
y el pensamiento del carmelita descalzo.
Sin que este libro sea una biografía del descalzo abu-
lense, me parece una pieza maestra el perfil que de él
traza Lola Josa: ?Qué incómodo tuvo que ser el místico
para las fuerzas y la vigilancia oficiales, poco menos
que un revolucionario que defendía la no necesidad de
absolutamente nada de lo que pudiera ofrecer el orden
implantado.
?l, pobre de nacimiento, que cuidó a enfermos desahuciados, sabía que la bondad y la caridad, atributos de la voluntad del vacío, pueden más
que cualquier gobierno?.
(amerindiaenlared.org) 10/03/202