Breve repaso del documento «Relatio post disceptationem» del Sinodo (I) -- Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Con ese larguísimo y dificilísimo título ha presentado la secretaría del Sínodo un borrador de documento, que recoge, más o menos, lo discutido hasta el meridiano de la reunión sinodal. Es muy amplio, exactamente con 58 números, con el estilo de numeración que les gusta usar en los documentos vaticanos, como encíclicas, documentos conciliares, etc. Mencionaré algunos de ellos, normalmente para hacer un pequeño examen, y, si es preciso, una crítica, lo que quiere decir que presentaré argumentos en contra.

Nº 11. Muy interesante y positivo. En contra de las proclamaciones absolutas contra el relativismo, aunque éste no sea, absoluto, el sínodo ha sido capaz de afirmar lo siguiente: ?Es necesario aceptar a las personas con su existencia concreta, saber sostener la búsqueda, alentar el deseo de Dios y la voluntad de sentirse plenamente parte de la Iglesia, incluso de quien ha experimentado el fracaso o se encuentra en las situaciones más desesperadas. Esto exige que la doctrina de la fe, que siempre se debe hacer conocer en sus contenidos fundamentales, vaya propuesta junto a la misericordia??. Muy interesante, y un obús en la línea de flotación de los famosos cardenales que se oponen a la línea de Francisco: la doctrina de la fe tiene que ir acompañada de la misericordia.

Nºs 17-20. Tienen una importancia crucial. Hace referencia a la situación tan frecuente de matrimonios heridos y rotos, para tener en cuenta incluso los valores que siempre aparecen escondidos, sobre todo si miramos con la mirada misericordiosa y siempre salvadora de Jesús. Veamos lo que afirma el nº 20: ?Se hace por lo tanto necesario un discernimiento espiritual, acerca de las convivencias y de los matrimonios civiles y los divorciados vueltos a casar, compete a la Iglesia reconocer estas semillas del Verbo dispersas más allá de sus confines visibles y sacramentales. Siguiendo la amplia mirada de Cristo, cuya luz ilumina a todo hombre (cf. Gv 1,9; cf. Gaudium et Spes, 22), la Iglesia se dirige con respeto a aquellos que participan en su vida de modo incompleto e imperfecto, apreciando más los valores positivos que custodian, en vez de los límites y las faltas.??

Nº 23 No me resigno a dejar pasar este número en su totalidad: ?De acuerdo a la mirada misericordiosa de Jesús, la Iglesia debe acompañar con atención y cuidado a sus hijos más frágiles, marcados por el amor herido y perdido, dándoles confianza y esperanza, como la luz del faro de un puerto o una antorcha llevada en medio de la gente para iluminar a aquellos que han perdido la dirección o se encuentran en medio de la tempestad??.

Nºs 24-33 Este apartado se titula ya de una manera significativa: ?Anunciar el Evangelio a la familia hoy, en diversos contextos??. Es profundamente significativo y gratificante que el Sínodo admita abiertamente la variedad y diversidad de los contextos familiares que una pastoral atenta, pero siempre misericordiosa, puede encontrar. Este asunto, como es lógico y comprensible, presenta muchísimos matices y matizaciones, y no todos los padres sinodales caminan en la misma dirección.

Nºs 36-39. Es ya sintomático el enunciado es estos números: ?Lo positivo en las uniones civiles y en las convivencias??. Es alentador que los padres sinodales no desprecien de entrada ese rico y pluriforme mundo de las ?uniones civiles?? (prefieren evitar aquí la expresión ?matrimonios civiles??, para sortear la protesta de los obispos que no reconocen otro matrimonio que el canónico), y todo tipo de ?convivencias??; llaman así, con una delicada dulzura, a las uniones de hecho, con o sin papeles. Me ha resultado interesante, y hasta gracioso, que este documento haya recogido una situación que yo viví en Amazonas, cuando, preguntadas personas jóvenes recién incorporadas al Camino Neocatecumenal, y que vivían en uniones de hecho, sin ninguna dificultad legal ni canónica para el matrimonio, respondían con ingenuidad: ?no nos casamos porque no somos ricos. Aquí solo se casan ellos. Los pobres no podemos darnos ese lujo??. Pues vean lo que ha afirmado el Sínodo en este documento, no definitivo, sino de trabajo: ?En otros países, las uniones «de hecho» son muy numerosas, no por motivo del rechazo de los valores cristianos sobre la familia y el matrimonio; sino sobre todo por el hecho de que casarse es un lujo, de modo que la miseria material empuja a vivir en uniones «de hecho». También en tales uniones es posible acoger los valores familiares auténticos o al menos el deseo de ellos. Es necesario que el acompañamiento pastoral parta siempre de estos aspectos positivos??.

(Y como esta entrada se está alargando mucho, mañana escribiré de los aspectos más polémicos, y de los argumentos de los opositores a la línea general del Sínodo, que, a mi entender, no son ni terminantes, o ni siquiera adecuados).

Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara

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No convencen los argumentos de los adversarios del Papa (II)

Seguiré con la dinámica de la primera parte de este artículo. Mostraré los títulos de los diferentes tramos del documento, que son muy sugerentes, si bien me detendré más en los números 1º) y 5º). Pero, dada la riqueza y el tono esperanzador del documento, invito a todos a entrar en Religión Digital, a través de cualquier buscador, en Google es muy fácil y rápido, con fecha de hoy, o de ayer, y a bajarse todo el escrito sinodal con ese nombre tan raro.

1º) Nºs 40-49, ?Sanar las familias heridas (separados, divorciados no vueltos a casar, divorciados vueltos a casar)??

2º) Nºs 50-52 ?Acoger a las personas homosexuales??

3º) Nºs 53-55 ?La trasmisión de la vida y el desafío de la disminución de la natalidad??

4º) Nºs 56-57 ?El desafío de la educación y el rol de la familia en la evangelización??

5º) Nº 58 ?Conclusión??

1º) Hay una frase del Papa Francisco que da la clave del nuevo estilo pastoral con las familias ?heridas??: «La Iglesia tendrá que iniciar a sus hermanos -sacerdotes, religiosos y laicos- en este «arte del acompañamiento», para que todos aprendan siempre a quitarse las sandalias ante la tierra sagrada del otro??. (Evangelii Gaudium, 169). Es difícil dejar más clara la actitud cristiana, evangélica, de todos los agentes pastorales de la Iglesia. En este orden de cosas, el Sínodo destaca, y toma cuenta, de la situación de las personas que sin tener voluntad alguna de divorcio o separación sufren la situación injusta que adviene de la misma. Así como se ha insistido en la necesidad de agilizar los trámites para las declaraciones de nulidad. (Otros padres, y es también mi opinión, piensan que habría que ser más serios y precisos en el paso tan fundamental que los novios dan hacia el matrimonio canónico).

En los números 45-48 aparecen unas situaciones que precisan mucha atención. Los divorciados y no vueltos a casar son invitados a celebrar la Eucaristía, y no hay en su caso ningún problema especial. Mucho más complicado es el caso de los divorciados casados posteriormente. La mayoría de los padres muestra un talante lleno de misericordia, con frases como ésta que llena el nº 46: ?También las situaciones de los divorciados y vueltos a casar requieren un discernimiento atento y un acompañamiento lleno de respeto, evitando cualquier lenguaje o actitud que les haga sentir discriminados. Hacerse cargo de ellos no supone para la comunidad cristiana un debilitamiento de la fe y del testimonio de la indisolubilidad matrimonial, sino que expresa su caridad con este cuidado??.

Pero hay padre sinodales de esos que no piensan, ni sienten, ni son tan evangélicos, y por eso mismo, tan conciliares como Francisco, que ponen reparos. Pero si han expresado los motivos en los que se sustentan, el documento no los precisa. Sin embargo, es muy fácil imaginarlos. El párrafo más explícito es el que llena el número 47º: «Con respecto a la posibilidad de acceder a los sacramentos de la Penitencia y de la Eucarística, algunos han argumentado a favor de la disciplina actual en virtud de su fundamento teológico, otros se han expresado por una mayor apertura a las condiciones bien precisas cuando se trata de situaciones que no pueden ser disueltas sin determinar nuevas injusticias y sufrimientos. Para algunos, el eventual acceso a los sacramentos debe ir precedido de un camino penitencial -bajo la responsabilidad del obispo diocesano-, y con un compromiso claro a favor de los hijos. Se trataría de una posibilidad no generalizada, fruto de un discernimiento actuado caso por caso, según una ley de la gradualidad, que tenga presente la distinción entre el estado de pecado, estado de gracia y circunstancias atenuantes??. Y son los argumentos que insinúa este párrafo los que han provocado mi título, de que son argumentos que no convencen.

El fundamento teológico, demasiado elemental, por lo poco explicitado y ahondado, es el siguiente: para comulgar es preciso estar en Gracia de Dios. Los divorciados y vueltos a unirse en pareja practican sexo, luego pecan, cometen adulterio, y están en pecado mortal, y, por tanto, no pueden comulgar. Es lo que siempre se ha dicho, pero, ¿tiene esto la consistencia que pretenden los moralistas puritanos e intolerantes? (Además, ¿se puede perder la «gratia», gratuita por definición, en un pleonasmo obligado por la sinrazón de ciertos argumentos, y qué habría que hacer para anular la voluntad salvífica de Dios, gratuita, de pura gracia?)

Mi respuesta es que no, por los siguientes motivos:

No se puede crear una Teología Moral con ideas y sentimientos alejados del Evangelio.
No son nuestras ideas las que condicionan la voluntad misericordiosa de Dios, sino al revés.
No es la celebración de la Eucaristía, y por tanto la recepción de la Comunión, un premio para los mejores, o una invitación a los perfectos.
No se puede caer en la flagrante contradicción de obligar, con mandamiento de la Iglesia, a ?asistir a Misa??, es decir, mejor, a ?celebrar la Eucaristía?? y, al mismo tiempo, prohibir celebrarla. ¿No es la Eucaristía del Señor una comida? Entonces, ¿cómo se puede invitar a alguien a una comida y prohibirle después comer?
¿Quiénes somos los ministros de la Iglesia para prohibir cumplir el mandamiento de Jesús, ?tomad, comed, bebed, haced esto en memoria mía??? ¿Es que valen más nuestras insignificantes ideas morales sexuales que el mandamiento del Señor? Puede ser que ?l nos repita aquello que dijo a los fariseos: «Ay de vosotros, hipócritas, que no cumplís la Palabra de Dios por seguir vuestras tradiciones». Sería muy interesante, y decisivo, que tuvieran en cuenta esta tremenda acusación de Jesús.
Y para terminar, porque se está haciendo muy largo este artículo, ¿ha perdido su validez el aforismo que dice ?de internis non iudicat Eclesia??? Porque según Santo Tomás de Aquino, y la más sana tradición moral de la Iglesia, el pecado es lo más íntimo de la conciencia humana. Los que afirman, sin más, que una persona está en pecado mortal, están faltando no sólo a la caridad, sino a la justicia, y confunden el pecado con el delito.

Y el por qué hayamos llegado a esta situación de exigencia y moralismo en la comunión, y de cómo hayamos podido llegar a esta terrible confusión en la separación de ?celebración de la Misa, o, mejor, de la Eucaristía, y comunión??, y hayamos imaginado, permitido, y ordenado la primera, sin la segunda, intentaré explicar, desde mi perspectiva, en otro artículo. (Y al final no me ha dado tiempo, ni espacio, para presentar una conclusión clara y sintética. Intentaré remediarlo otro día).