MENSAJE A NUESTRO PUEBLO AL CONCLUIR EL 20° ENCUENTRO ANUAL DE LOS CURAS EN LA OPCIÓN POR LOS POBRES
Hemos compartido nuestras experiencias, alegrías y dolores. Hemos mirado nuestra vida, y el caminar junto al pueblo sufrido del que somos parte. Hemos mirado también los dolores cotidianos de las multitudes de hermanas y hermanos de nuestros pueblos y barrios. Vivimos a diario sus lágrimas, sabemos cuales son sus causas, y conocemos los dolores, tantas veces silenciados por la publicidad oficial, el clientelismo o la explotación. Sabemos que esas causas tienen nombre y apellido y tienen bendición de autoridades e instituciones. Por eso decimos:
– NO ACEPTAMOS NI CREEMOS en las razones económicas y fundamentalistas que siguen sumiendo al mundo en la inseguridad de la guerra, que siempre es fratricida, y provoca víctimas entre los pobres y los más débiles: en Irak, en Afganistán, en el Líbano y en el desangrado continente africano; CREEMOS que la paz con justicia y el respeto por la dignidad de los pueblos es un camino arduo y genuino de solidaridad universal.
– NO ACEPTAMOS NI CREEMOS en la sistemática presión de los «dueños del mundo» que amenazan países, engendran leyes, provocan acuerdos desiguales, y violan la paz; CREEMOS que la voz que debe escucharse, como clamor que sube al cielo, es la voz de las víctimas, los explotados y los amenazados.
– NO ACEPTAMOS NI CREEMOS en aquellas voces que sólo miran su propio interés sin mirar el bien común, y el bienestar de los más pobres: envenenando suelos, contaminando ríos, apropiándose de tierras usurpadas a los legítimos dueños originarios, o monopolizando el agua, que son propiedad de todo el pueblo; CREEMOS que el bien común, especialmente el de los pobres debe ser el motor que mueva la sociedad y garantice un futuro y una tierra para todos.
– NO ACEPTAMOS NI CREEMOS en el «imperialismo internacional del dinero», y el criterio idolátrico del lucro a cualquier costo; CREEMOS que la fraternidad es un bien muy superior, y que es auténtica garantía de paz y dignidad.
– NO ACEPTAMOS NI CREEMOS en la manipulación de la política para provecho personal, para acaparar más y más poder, o para encarar una oposición sistemática, y no para buscar exclusivamente el bien del pueblo; CREEMOS que la voz de los pobres y la respuesta a sus clamores, debe ser el punto de partida de toda palabra y acción política.
– NO ACEPTAMOS NI QUEREMOS la reaparición de sectores defensores del genocidio y la dictadura; CREEMOS que la memoria es base sólida para nuestro presente y para gestar el futuro con plena vigencia del respeto a los derechos humanos.
– NO ACEPTAMOS NI CREEMOS en los reclamos de «mano dura» en nombre de la seguridad, que ignoren la inseguridad de la desocupación, el desamparo de la salud, la impunidad de la droga, la crueldad del «gatillo fácil»; la violencia de las nuevas desapariciones y crímenes impunes; ni en los reclamos que no juzguen con la misma mirada cuando las víctimas son chicos pobres de nuestros barrios o pueblos; CREEMOS que la paz es fruto de la justicia, y por tanto, la búsqueda empecinada por una verdadera justicia social estarán en el origen de la verdadera seguridad y la paz.
– NO ACEPTAMOS NI QUEREMOS la injusta y creciente distribución de la riqueza, en la que -aunque nominalmente disminuya la desocupación- el salario no alcanza para cubrir las mínimas necesidades básicas, y donde «hay ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres»; CREEMOS que donde hay una necesidad hay un derecho, y la justa distribución de la riqueza es el paso primero para que nazca la verdadera justicia social.
– NO ACEPTAMOS NI CREEMOS en la idolatría de la propiedad privada, y reafirmamos que esta no es un derecho absoluto; CREEMOS que «sobre toda propiedad privada grava una hipoteca social».
– NO ACEPTAMOS NI QUEREMOS la sistemática cooptación de las más legítimas luchas y reclamos, en los barrios, organismos y sindicatos, pretendiendo que no es genuino cualquier reclamo que no sea gestado por el ejercicio casi monopólico del poder; CREEMOS que el disenso, la tolerancia y el verdadero diálogo son las bases fundamentales para crecer como país en respeto y fraternidad.
Sabemos que la lucha por la vida es difícil porque son muchos los ministros de la muerte, pero sabemos que las huellas de los mártires de ayer y de hoy nos señalan un camino seguro de fidelidad y testimonio. La imprescindible memoria de tantas y tantos que dieron su vida por Jesús y por el pueblo son auténticos mojones en el camino. No olvidamos a laicos, catequistas, religiosos, pastores, curas y obispos que dieron su vida, que fueron matados para que desapareciera su testimonio. A los 30 años de sus martirios, no podemos ni queremos olvidar la «memoria subversiva» de Enrique Angelelli, de Ponce de León, de Carlos y Gabriel, de Léonie y Alice, de Wenceslao Pedernera y Mónica Mignone, de Mauricio López y Elizabeth Käsemann, entre otros; ellos son testigos que hoy nos guían, una huella que desde hace 30 años nos señalan caminos. Pretendemos ver en ellos una voz de Dios que guía a su Iglesia, y a nosotros curas, por un camino que queremos reconfirmar de estar entre los pobres y ser «Iglesia de los pobres».
Al reunirnos en nuestro 20° encuentro nacional de curas, queremos repetir con tantos y tantas que otro mundo donde quepan muchos mundos es posible, otra Iglesia es posible y otra vida para todos, es posible… y necesaria.
Florencio Varela, 24 de agosto de 2006