1ª parte: Qué Iglesia vivimos: NUESTRAS EXPERIENCIAS COMUNITARIAS.
Las CCPs de Valencia (en este momento 7) somos comunidades con medio siglo de vida, y presencia en pueblos y barrios obreros y populares. Hoy solo una tiene vinculación parroquial. Otras fueron expulsadas de parroquias. Varias son literalmente domésticas. Están coordinadas con otras CCP a nivel estatal y con otros grupos en Redes Cristianas.
Hemos compartido nuestras experiencias comunitarias, que resumimos en algunos aspectos.(Quedan archivados los documentos remitidos por las comunidades, para su consulta, estudio o reflexión):
1.-Experiencia de fraternidad y sororidad. Es tal el grado de amistad y apoyo mutuo entre los miembros del colectivo, marcado por la elevada edad de sus componentes, que quien nos vea bien podría decir: ”Ved cómo se aman”. Luchamos por la igualdad de todas las personas, fundamentalmente aquellas que se encuentran en los márgenes o se sienten excluidas por razón de edad, género, orientación sexual, capacidad, educación, nivel social, personas que experimentan pobreza, marginación y exclusión social. Comunidades en las que las mujeres son protagonistas, pues creemos que el feminismo es un signo de los tiempos, dentro y fuera de la Iglesia. Apoyamos la “Revuelta de las mujeres en la Iglesia: hasta que la igualdad se haga costumbre”. Después de tantos años de convivencia podemos decir que tanto el valor de la fraternidad como el del servicio son rasgos comunitarios.
2.-Funcionamiento: nuestras comunidades son igualitarias y participativas. Recalcamos el liderazgo de algunas mujeres, y también de algunos sacerdotes secularizados y otros no secularizados, pero sí “desclericalizados”(poco o nada clericales). Somos comunidades maduras y corresponsables y ejercemos lo que creemos, sin depender de autorizaciones externas. Los carismas se convierten en servicios a la comunidad y a la Causa del Reino. Cada año asignamos a una comunidad el servicio de coordinación.
3.-Compromisos: nuestra presencia encarnada (sin protagonismos ni proselitismo) en nuestros barrios o pueblos, y en causas “no rentables” como la solidaridad internacional, la solidaridad con las personas migrantes, movimientos por el cierre de los Centros de Internamiento de extranjeros (CIEs), GSP-Solidaridad con los parados, Pobreza Cero, el acompañamiento a personas LGTBI, a mujeres maltratadas, personas en exclusión social. La aportación de cristianos de base a causas sociales y políticas transformadoras ha sido referente y hemos sido “compañeros de camino” de creyentes y no creyentes. El compromiso personal está respaldado por la comunidad. Los Derechos Humanos son valores sagrados, así como la democracia, la laicidad y la defensa de la Tierra y de la Vida.
4.-Celebración: Celebrar la fe comunitariamente es fundamental. Nuestras celebraciones son festivas, participativas y creativas. Son celebración de la vida, centradas en la memoria de Jesús y dando gracias por todo. Es la comunidad quien celebra y organiza.
5.-Reflexión: hemos ido deconstruyendo nuestra teología tradicional, superando la cosmovisión premoderna y medieval y abriéndonos a nuevos paradigmas no teístas. Nos sigue iluminando la Teología de la Liberación que escuchó el clamor de los pobres. La teología afecta también a la liturgia que también requiere renovación en lenguaje y simbología.
6.-Eclesialidad: ser pequeña comunidad de base es nuestra primera manera de ser Iglesia. Somos y hacemos Iglesia con otras comunidades y grupos afines y diversos (CCP- estatal, Redes Cristianas), coordinándonos en red horizontal y participativa, como comunidad de comunidades. La marginalidad es nuestro lugar de presencia profética, y ahí nos hemos sentido libres, fuera de la estructura jerárquica. La coordinación con otras comunidades ayuda a cada comunidad a continuar y no sentirse sola. En una sociedad compleja, reivindicamos la diversidad dentro de cada comunidad (carismas) y entre las comunidades diversas, inclusivas, sin exclusiones ni discriminaciones. Somos una voz crítica dentro de la Iglesia.
7.- Espiritualidad: nos anima una espiritualidad vital, laica, humanista, ecológica y mística en el sentido de comunión con el Misterio que se muestra en todo. Una espiritualidad abierta a otras sabidurías no sacralizadas ni ritualistas.
8.-Otras inquietudes: Constatamos que no tenemos relevo generacional y podemos acabar como tal colectivo. No hemos sido proselitistas y no hemos sabido transmitir nuestro modo de fe. Lo asumimos como el grano de trigo sembrado. El Espíritu suscitará otras formas.
La comunión eclesial la vivimos conflictivamente por el desacuerdo general con la jerarquía y lo institucional, y querer a la vez ser Iglesia de otro modo. Participamos en el Sínodo con la esperanza de una renovación evangélica, y aportando nuestra experiencia comunitaria.
—-
El texto completo puede leerse aquí:
APORTACIÓN CCP-VALENCIA AL PROCESO SINODAL. (doc y firmas) Def.[117696]