Enviado a la página web de Redes Cristianas
Estamos consumiendo una Tierra y media cada año. Esto es insostenible. La crisis de 2008 hizo resurgir la idea de compartir. Una gran mayoría de la ciudadanía es cada día más consciente de que el modelo económico actual hace aguas; consecuentemente, buscan y proponen fórmulas alternativas basadas en la economía colaborativa. Unos lo hacen por ideología y otros por necesidad.
Pero su impacto en la economía global crece cada día en muchos países, que no solo se ha dejado notar en la cantidad de dinero, 335.000 millones
de dólares el próximo año 2025, también lo ha hecho en la reducción de emisiones de carbono y residuos sólidos, el dinero ahorrado, las nuevas relaciones que se están creando y un mayor acceso de los ciudadanos a recursos que de otra forma no podrían disfrutar.
En 2011, un simple hashtag desencadenó un movimiento
en torno a la economía colaborativa, uniendo a las
personas para repensar cómo compartimos recursos y
nos conectamos. Desde pequeñas reuniones hasta
debates globales, surgió una red dedicada a remodelar
la forma en que vivimos y trabajamos juntos. Esto llevó a
la creación de Ouishare, una red de personas de toda
Europa y América que trabajan hacia una promesa
utópica, una «Sociedad Colaborativa», formada por
comunidades que trabajan, crean y viven juntas.
Si el siglo XX fue el del hiperconsumo basado en el
crédito, la publicidad y la propiedad individual, para los
impulsores de miles de iniciativas de economía
compartida, el siglo XXI ha de ser el del consumo
colaborativo a través de la reputación, la comunidad y el
acceso compartido. A fecha del 2018 se calcula que
existen más de 400 empresas bajo el modelo de la
economía colaborativa en nuestro país.
El consumo colaborativo es un amplio y variado
movimiento que defiende el acceso a los bienes y los
servicios que éstos proporcionan frente a la propiedad
de los mismos. Uso compartido de productos, mercados
de distribución y estilos de vida colaborativos son los
tres grandes sistemas de consumo colaborativo.
Pero hay un modelo económico, que, en su versión más
descarnada, no quiere oír hablar de ello. El capitalismo,
en su voracidad, no soporta que un producto sea usado
por más de un individuo. Mejor que cada uno tenga el
suyo propio. Mejor que esté guardado en un almacén a
que otro lo utilice.
Cuando decidimos creer que para vivir mejor tenemos
que poseer todo aquello que sale nuevo en el mercado,
así como una gran casa, un gran coche, ir de vacaciones
a los lugares más exóticos?? lo que estamos haciendo
inconscientemente es crearnos una serie de
obligaciones, que, no sólo no tienen fin, sino que
además acaban esclavizándonos.
Cuando buscamos la felicidad en cosas materiales nos
convertimos en sus esclavos. Toda nuestra energía o
preocupación se dirige a ganar el dinero necesario para
adquirir estas cosas, que en muchas ocasiones no
tendremos tiempo de disfrutar, y que la satisfacción que
nos ofrecen es, cuanto menos, pasajera.
Por ello, la economía colaborativa debe aspirar a ser
mucho más que una mejor gestión de la oferta y la
demanda. Si no lo hacemos, lo único que conseguimos
en realidad es optimizar la lógica del capitalismo.
La cantidad de comunidades y redes surgidas en torno a
los objetos de segunda mano, el intercambio, al trueque
e incluso la donación directa y desinteresada de
productos que no se quiere que acaben en la basura es
extraordinaria. Por tanto, el consumo colaborativo y la
economía compartida se están convirtiendo en un
incipiente y prolífico laboratorio de sostenibilidad al
integrar de forma equilibrada lo ambiental, lo social y lo
económico, las tres patas de la sostenibilidad.
La sociedad de propietarios, el hiperconsumo y el
diseño para la basura son simplemente insostenibles.
Las cosas son solo cosas. No te apegues demasiado a
ellas. No olvidemos lo que decía Max Planck, físico
alemán «si cambias el modo en que miras las cosas, las
cosas que miras cambian».
La consolidación, la maduración, la evaluación, la
extensión e integración son algunos de los retos de la
economía compartida.
¡Si se puede compartir los bienes frente a poseerlos!
Pasar de su propiedad al acceso y uso.
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SEAMOS EL CAMBIO QUE QUEREMOS
EN POCAS PALABRAS
¡SÍ SE PUEDE!
15-M RONDA NOVIEMBRE 2024 Nº 54