Andrés Torres Queiruga, teólogo: «Os papas do futuro viaxarán cada vez máis como pastores»

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Religión Digital

A mensaxe papal: entre secularidade e Transcendencia»
«Tócanos acoller con agradecemento esta visita, que pon un trazo universal no noso Camiño»
«Como un peregrino más». Así quiere llegar el Papa a Santiago, convertiendo en centro de la cristiandad al que ya por sí es quizá el más entrañable lugar de peregrinación. Llega como peregrino, testigo de Transcendencia, pero también como jefe del mini-estado Vaticano.

Llega desde una historia milenaria, pero dentro de una cultura secular. Un desafío y una tarea, que imponen realismo e implican ambigüedad. Habla para los creyentes, pero sabe que lo escuchan también los no creyentes. Doble significado para a mismo mensaje.

Para los no creyentes, un mensaje que incide prioritariamente en el terreno moral. Negarle la legitimidad, hablando de «imposición», sería una auténtica contradicción con la cultura democrática; pretensión refutada por el mismo hecho de la protesta (de ciertas descalificaciones o insultos, mejor no hablar). Pero también es cierto que aquí la autoridad -como apareció en su diálogo con Habermas– viene únicamente de las razones compartibles y universalizables. Quien habla en público, ejerce un derecho incuestionable, y por eso mismo se expone a la crítica y al peso de las razones opuestas.

Desde la secularidad, cerrarse a priori al mensaje papal, sería renunciar a las aportaciones de una sabiduría milenaria, y ciertos apresuramentos críticos no deberían olvidar los avisos, incluso filosóficos, frente a una «dialéctica de la ilustración», que no supo evitar explotaciones, guerras, holocaustos o gulags. Para la iglesia, abrirse a las críticas puede suponer un ejercicio democrático y un reconocimiento del pluralismo que, estando en sus raíces evangélicas, no ha encontrado todavía su institucionalización adecuada.

La comunidad de los creyentes es, lógicamente, la destinataria natural y directa del mensaje. La fe recibe, gracias a la visita de este papa teólogo, visibilización social y legitimidad cultural, algo de evidente urgencia en una cultura que en muchos estratos tiende la tabuizar la presencia de lo religioso y descualificar la razonabilidad de la fe.

Acogiendo el Obispo de Roma, la iglesia en Galicia está llamada a la autoidentificación en la comunidad universal de las iglesias, como unidad natural e histórica que lleva siglos pidiendo una pastoralde conjunto y un centro universitario de reflexión teológica, pues sólo así podrá encarnarse evangélicamente en los problemas, en la cultura y en el idioma de su país. La parafernalia externa -inevitable para un jefe de estado- carga de sombras la valencia religiosa, opacando la prioridad del Evangelio de los pobres, dificultando la comunión directa y haciendo casi invisible el pluralismo eclesial y teológico.

El realismo histórico y el enmarcamiento político hacen comprensible la ambigüedad. Pero, por eso mismo, abre las puertas a la esperanza. Salir del Vaticano fue una decisión fuerte para el papado. De entrada, no era posible actualizar el estilo ni se podía esquivar el boato oficial. Creo que, al multiplicarse, la dinámica misma de los viajes los va a ir reduciendo a la dimensión propiamente religiosa (de hecho, se sabe que Roma pretendía un viaje mucho más sencillo). Los papas del futuro viajarán cada vez más como pastores. Su presencia será así más humilde, pero también más creíble.

En todo caso, a nosotros hoy, en la Compostela del Apóstol, nos toca acoger con agradecimiento esta visita, que pone un rasgo universal en nuestro Camino, destacando a un tiempo las raíces religiosas del su significado y la inmensa valencia cultural, que en el pasado contribuyó a configurar Europa y, cada vez más, representa para el futuro un faro de fraternidad universal.