Caminar cada día hacia adelante, intentando vivir intensamente, es apasionante tarea. Pero tenemos el peligro de padecer algo de ceguera y ver a las personas como árboles que se mueven a nuestro alrededor. Y es verdad… muchas veces a la gente la vemos como árboles sin fisonomía, máscaras extravagantes que unas ríen y otras lloran.
Son como bosques de máscaras que grotescamente danzan a nuestro alrededor sin que captemos la realidad de su interior profundo. Las vemos junto a nosotros, pero sin alma, sin vida, sin personalidad, unas veces gritan y molestan y otras nos hacen silencio. Hemos aprendido a distinguir a las personas por su forma de vestir, por el espiral de humo de sus cigarrillos o por la primera impresión que nos inspiran. Pero el interior queda lejos. ··· Ver noticia ···
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