A vueltas con Greenpeace -- Jaime Richart, Antropólogo y jurista

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Pero ¿qué cree que va a conseguir Greenpeace (a menos que sean sus­cripciones lo que busca en cuyo caso debiera ha­cerlo directamente, estamos hartos de indirectas), sobre­co­giendo al mundo con estampas atroces del Ártico deshe­lado y de los osos polares depaupera­dos ya en vías de extin­ción?

El deshielo del Ártico y el sufrimiento progresivo de su fauna es un síntoma. Pero es un síntoma más. que se une a de­ce­nas de síntomas de la degeneración biológica que pa­dece el planeta y ya grandes partes de la humanidad: regio­nes del globo donde ya no hay agua y las consiguien­tes migra­ciones de sur a norte por otras causas pero tam­bién por ésta; en el Sudeste asiático y en la Amazonía defo­res­ta­dos; en los océanos, lagos, bosques, ríos y monta­ñas donde ya no caben el detritus y la porquería… El fin próximo e inevi­table del hielo en el Ártico es otra manifesta­ción más del desastre global.

Por esta razón, Greenpeace debiera dirigir sus llamamien­tos a los gobernantes del mundo, no a nosotros que nada po­demos hacer. Ya sabemos que los gobernantes del mundo se conducen por un sentido opuesto al nuestro, pues en lugar de potenciar al máximo la ener­gía solar de una insolación que parece ha­berse ya enseño­reado del planeta, lo que hacen es repar­tirse los depó­sitos de petróleo que hay en el Ártico. Pero en tales condicio­nes, por muy loables y nobles que sean sus propósitos, ya nos dirá Green­peace qué podemos ha­cer 7 mil millones que no con­tamos ni en esto ni en casi nada…

Los miles o millones que deciden en todas las naciones, y los centenares que rigen los destinos de las grandes poten­cias, ni ven ni quieren ver lo que ve Greenpeace ni lo que ve­mos nosotros. Los que deciden el apoca­lipsis pre­maturo prin­cipalmente por acciones y políticas descabella­das y ne­cias, nos obligan a presenciar la extinción del oso polar del Ár­tico en el que ha puesto el foco Green­peace, pero también el desastre general. Esos que se van suce­diendo en el ejerci­cio del poder sin límites a esta escala, son los responsables…

Clame Greenpeace contra ellos, agite la conciencia de los go­bernantes desde la bandera de la paz verde que enar­bola. Atraiga la atención de esos miles o millones de locos de los que depende el destino del mundo, por si aún esta­mos a tiempo. Pero déjenos de amargarnos la vida como una mosca cojonera, pues nosotros, el común de los morta­les, a quienes va dirigida su alarma, nos sen­timos impotentes para hacer frente a los desmanes que han provocado la agonía del Ártico, los mis­mos que han percu­tido los demás desastres.

Pero si, por otra parte, insiste en esta modalidad de alar­mismo, incluya al menos todas las pruebas fehacientes y foto­gráficas, y no sólo la del oso, de los destrozos que el po­der económico y el empresarial de las naciones está come­tiendo en el planeta, con el consentimiento o la complicidad del poder político, hasta hacerlo a todo él, y no sólo el Ártico, inhabitable…

13 Diciembre 2017