Amigas y amigos: El espíritu soñador del Moceop me hizo soñadora. Y hoy se me ha ocurrido compartir con vosotras y vosotros uno de mis sueños en color, que más bien es un barrunto, para sentirnos presentes y mantener el deseo de esa «Iglesia nueva», que ya no es utopía. Este sueño quizás se deba a que estamos en adviento, que es momento propicio para ensoñaciones de nuevos tiempos y aires nuevos.
Habrá más comunicaciones a corazón abierto.
«He soñado que había una IGLESIA-HOGAR. El Hogar era familiar, doméstico, reducido, de ambiente cálido, de ternura y de besos; donde la fe en Dios y entre sus miembros llevaba al encuentro y la acogida de los pequeños, olvidados y diferentes hasta formar familia numerosa.
La Iglesia-Hogar era el espacio y el estado donde todos se sentían seguros, sin condenas ni censuras; allí era fuerte el sen-timiento de per-tenencia; este Hogar era la fuente de iden-tidad y, a la vez, de tolerancia de la diversidad. No había autoridad papal ni matriarcal, sino comunitaria con cierta dosis de libertaria, apoyada en la autoridad de Jesús de Nazaret.
En un cierto momento el sueño cambió de dirección. Ahora veía un HOGAR-IGLESIA, en donde la fe era el motor de la vida humana; allí se compartían los afectos individuales, las miradas caseras, las ilusiones y esperanzas públicas, los horizontes globalizadores y los dolores comunes.
Este Hogar-Iglesia tenía las puertas abiertas a la gran familia humana; se vivía, se sentía y se celebraba lo humano y lo divino en ágape generoso»
Esto es lo que soñé. Luego desperté y tuve pesadillas.
Como veis es un sueño sencillo y nada original. Muchas y muchos de vosotros habéis tenido sueños de este estilo. Un soñador me ha dicho: «presiento una iglesia chiquitita con mucha luz, transparente y humana». Otro soñó con la pequeña iglesia de Moceop y la veía como «una iglesia pequeñita y de muchos abrazos»
Sigamos con el sueño; sigamos soñando.