Partenia
En una de las salas de fiestas de las afueras de Valence (Francia), un público joven y numeroso se reunió en torno a unos extranjeros sin papeles que vinieron para ser apadrinados. Los niños se sienten libres y corretean por todas partes. Unas mujeres representan un sketch en el escenario, cubren sus rostros con máscaras. Reina un ambiente festivo. Me siento feliz en medio de ellos.
Ya que he de presidir esta ceremonia de apadrinamiento, tomo la palabra. Nosotros estamos ligados a los sin papeles que son seres humanos como nosotros. Si alguien les toca nos toca a nosotros. Si hoy atacan sus derechos, mañana atacaran los nuestros.
Durante dos horas, los cargos políticos, llevando sus cintas municipales, se suceden llamando a los sin papeles con sus padrinos. Recitan esta fórmula que es aplaudida de cada vez:
« Nuestros derechos también son los vuestros. Nosotros os acogemos para hacer que el futuro tenga sentido para vosotros y que vuestra vida sea respetada en su dignidad. »
Sobre una tarjeta personalizada, cada cual pone su firma.
Este compromiso que tiene valor simbólico y no jurídico, vincula a los sin papeles con sus padrinos. Se sienten solidarios, próximos. Se dan su número de teléfono móvil. El sin papeles deja de ser un aislado.
Mientras tanto, en el fondo de la sala, el buffet tiene un éxito rotundo. Las familias han puesto en común lo que traían. Todo el mundo viene a elegir lo que quiere sin pagar nada. ¡Este buffet es inagotable!