9 de Octubre de 2.007:40 años de la muerte del «Ché» -- Wilkie Delgado Correa

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Adital

Che Guevara.jpgPensando en voz alta sobre la muerte del Che
El próximo 9 de Octubre se cumplirán cuarenta años de la muerte de Ernesto Guevara. Este aniversario se conmemorará con el Che vivo, como no lo querían sus enemigos. Aparecido y presente, a pesar del intento de desaparecerlo después de su asesinato. Se le recordará como se ha hecho desde entonces, sembrado en la conciencia y el corazón de millones de seres humanos que entonan sus cantos de combate y de victorias alcanzadas o por alcanzar.
En Bolivia, tierra donde cayera en una etapa triste de la historia de ese país, se levantará en un pedestal erigido por su pueblo, que vive un periodo glorioso de su historia. Los captores y asesinos del Che jamás pudieron pensar que su causa, a pesar de tan tremenda derrota, podría alzarse victoriosa.

Hoy los seguidores de los sueños de redención humana, vislumbrados por Coco e Inti Peredo y la pléyade de internacionalistas mancomunados en una causa común de liberación para nuestras tierras, abren el camino de las grandes transformaciones sociales que reclamaba ese pueblo desde siglos.

Por eso, la conmemoración tendrá una connotación especial, porque es como si la guerrilla del Che -¿quién lo duda?- hubiera triunfado en varios países de nuestra América, y el Che cabalgara en su Rocinante, como eterno Quijote que fue y es, y llevara su adarga al brazo. Es como si le viéramos el gesto y escucháramos sus palabras al expresar que se sentía ciudadano de cualquier país de América o el alerta de que «en los yanquis no se podía confiar ni un tantito así».

El asesinato del Che se produjo el 9 de Octubre de 1967. Es importante denunciar que el crimen ocurrió hace cuarenta años. Puede parecer que este hecho es una cosa del pasado remoto, que no vale la pena revivir. Pero el crimen no puede ser perdonado ni olvidado. Hoy Che podría estar vivo físicamente. Che debía estar vivo. Un hombre prisionero desde el día anterior, completamente vital, como lo demuestran las fotos, nunca debió morir acribillado por nueve balazos en la Higuera. Esta no fue una acción ocurrida en pleno escenario del combate, ni sucedió al calor de los bajos instintos de soldados fuera del control de jefes superiores. El asesinato fue una acción consciente, consultada y finalmente ordenada y ejecutada.

Obsérvese la vitalidad del Che en las fotos que se han publicado sobre las horas en que lo mantuvieron prisionero, y no se olvide el papel que en su asesinato tuvo Félix Rodríguez Mendegutía, agente de la CIA, cubano-norteamericano y amigo personal de George Bush, padre. Están por conocer con exactitud la índole de las consultas y órdenes intercambiadas entre Bolivia y Washington, para conducir al asesinato del Che, tanto previas o posteriores a la captura, ya que la muerte de un dirigente revolucionario mundial como era en esos momentos Che, no se decide, un día después de su captura, en un campamento ni incluso en la capital de Bolivia, sin una consulta previa y una confirmación asesina procedente de Estados Unidos.

Los restos del Che y de sus compañeros fueron encontrados a los treinta años en el sitio donde secretamente quisieron ocultarlo y desaparecerlo para impedir el homenaje en su tumba que los enemigos seguramente preveían y temían. Hoy reposan en Cuba junto a su tropa caída en combate. Y el mausoleo ubicado en la provincia de Las Villas es lugar de peregrinaje de miles de personas todos los años, que llegan hasta allí para rendirle tributo al hombre que vaticinó, en tiempos convulsos pero de transformaciones sociales profundas, el surgimiento del hombre del siglo XXI, portador de valores como el internacionalismo, el patriotismo, la solidaridad, el desinterés y muchas otras virtudes intrínsecas de los verdaderos revolucionarios.

A cuarenta años de su muerte, Che sigue vivo como no lo querían, y aún nos convoca con sus palabras:

«Compañeros, yo sé que ese momento de descanso en que podamos mirar para atrás y hacia todo un futuro previsible tardará en llegar, sé que muchas cosas pasarán antes de que se alcance ese momento y sé también que por causas naturales de la fisiología humana o por causa de los invasores extranjeros, muchos de nosotros podremos no ver ese día dichoso, pero los que queden podrán, cuando miren hacia atrás, cuando miren toda esa construcción que ha significado años y años de trabajo, de sacrificio, de esperanza y de dolor, ver en algún lugar alguna pequeña o grande, de acuerdo con el trabajo y la capacidad de cada uno, pero alguna señal indeleble que cada uno dejó en ese enorme y bello edificio que estamos empezando a construir y esa será nuestra recompensa, la recompensa de un verdadero revolucionario. ¡Hasta ese momento, compañeros!»

[Nota: Se permite la libre reproducción de este texto, porque la justicia y las causas nobles pertenecen a todos los hombres. El autor]

* Profesor de Mérito del Instituto Superior de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba, escritor y periodista.