GUATEMALA. TEOLOGÍA Y ELECCIONES. Noemí Acosta Guillén

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Adital

El papel de la Teología de la Superación en las elecciones en Guatemala
Las elecciones generales (municipales y presidenciales) en Guatemala a realizarse en el mes de septiembre de este año han elevado las preocupaciones frente a la emergencia de un líder evangélico devenido actor político que mantiene un discurso a favor de las estructuras de poder.

Tanto el partido oficial Gran Alianza Nacional (GANA) como el Frente Republicano Guatemalteco (FRG), de la derecha fundamentalista, barajaron la posibilidad de postular a Harold Caballeros como candidato presidencial.

Más allá de la propuesta, se acusa una coincidencia de intereses políticos entre los partidos GANA y FRG que tiene entre sus causas elevar la credibilidad de ambos frente al electorado y la búsqueda de nuevos líderes ante la crisis político-institucional que vive el país.

Caballeros declinó la oferta de GANA porque, además de no necesitar estos espacios políticos para impulsar su proyecto, el desgaste político de los dos partidos antes mencionados podría comprometer su lugar en las elecciones. Realmente la intención de Caballeros es crear el partido político Viva a través del proyecto político Visión y Valores. Varias razones avalan esta afirmación.

En primer lugar, Caballeros alcanzó influencia en la arena política guatemalteca a partir de su participación en el Plan Visión del País y en apoyo al proyecto Pro-Reforma. Los dos proyectos de una forma u otra respaldan el accionar de la derecha en Guatemala.

El Plan Visión del País parte de no contener compromisos explícitos, aunque ello no es casual en tanto fue elaborado por los líderes de los partidos en el Congreso para implementar los Acuerdos de Paz en temas tan candentes como seguridad, justicia, desarrollo rural, educación, salud y nutrición. El Plan tiene la anuencia de empresarios de la familia Armany (industria del papel) y que además pertenecen a la Iglesia El Shaddai, banqueros y otros activistas de los derechos humanos.

El papel del llamado Grupo Facilitador debía concentrarse en facilitar el diálogo, el consenso entre los dirigentes políticos y la redacción de acuerdos. Lo que nadie se esperaba es que la heterogeneidad del grupo no fue óbice para enfrentar a Caballeros, lo que obligó a este a renunciar por manipular el Foro en función de su candidatura.

El proyecto Pro Reforma está impulsado por Manuel Ayau, empresario de la petrolera Basic Resources, fundador de la Universidad Francisco Marroquín y de la Bolsa de Valores en Guatemala, quien además perteneció al Partido Movimiento de Liberación Nacional -de extrema derecha- y a la Asociación Amigos del País (organización que participó del terror organizado en el conflicto armado). Por otra parte, el proyecto Pro-Reforma está integrado por empresarios, juristas, abogados e intelectuales neoliberales que forman el Grupo Pléyades (defensores de la inversión extranjera y del libre comercio) y que además conformaron la Liga Pro-Patria que se opuso en los Acuerdos de Paz al reconocimiento de Guatemala como Estado multicultural en tanto representaba un reconocimiento a los pueblos indígenas.

El objetivo del proyecto Pro Reforma se reduce a lograr la modificación de varios artículos de la Constitución como la abolición del Impuesto sobre la Renta (ISR), y el derecho a la huelga. Más allá de las reformas constitucionales se postula un nuevo modelo de gobierno fundamentado en la defensa de la propiedad privada ante la amenaza que supone la propuesta de refundación del Estado desde abajo promovido por los sindicatos y los sectores populares.

En segundo lugar, Caballeros lidera la iglesia pentecostal El Shaddai y el Movimiento Social de la Gente Buena. El Shaddai -en opinión de los analistas- es «la Iglesia de los Poderosos» en tanto representa los intereses de empresarios, abogados de éxito, finqueros y poderosas familias y cuenta con miles de seguidores y cientos de radioescuchas; mantiene estrechos vínculos con la Iglesia El Verbo (fundada por oligarcas guatemaltecos y militares de alto rango que llevó al poder en 1982 a Efraín Ríos Montt).

Teología de la Superación

Tanto la Iglesia El Shaddai como El Verbo exponen un discurso evangélico muy sincronizado con las élites que aglutina. La llamada Teología de la Superación argumenta un accionar político para el creyente evangélico y del evangélico devenido líder político que aparentemente entra en contradicción con el discurso del resto de las denominaciones evangélicas en el país pero en mi opinión realmente complementa y refuerza las estructuras de poder.

El discurso de las diferentes iglesias evangélicas declara que la pobreza y desigualdad del país tiene sus causas en el pecado y en la idolatría (se refiere a las costumbres ancestrales de los pueblos mayas) por lo tanto el pobre no debe involucrarse en política por ser «sucio» y «mundano». Sin embargo, las dos iglesias mencionadas promueven un creyente evangélico de élites poderosas que sí deberá intervenir en la política desde su cosmovisión religiosa «para lograr transformar el mundo».

Para los seguidores de esta corriente el político evangélico es otra cosa, tiene mandato divino, lo que asegura desde ya que su palabra es ley; el político evangélico no podrá ser jamás cuestionado porque fue elegido por Dios (omnisciente y omnipresente).

En tercer lugar, Caballeros mantiene lazos estrechos con iglesias evangélicas norteamericanas a través de las cuales obtiene recursos y un incondicional apoyo político e ideológico; no debemos olvidar que Caballeros realiza su instrucción en 1981 trabajando como abogado en Lakewood Church (la iglesia evangélica más grande de los Estados Unidos) fundada por John Osteen.

«Cristianismo light»

El hijo de Osteen -Joel- mantiene un discurso muy alejado de las Sagradas Escrituras y con apego a la Teología de la Superación, muy conocido además por su «cristianismo light», ha sido el líder espiritual de Caballeros aunque para los analistas Caballeros ostenta un activismo político superior al de Osteen. Lo más interesante es que ambos líderes gozan de la simpatía de Pat Robertson, quien ha calificado a Osteen como el líder de nueva generación y no debemos olvidar que Robertson ha mantenido y mantiene estrechos vínculos con las élites de poder en Centroamérica.

Robertson es dueño de una poderosa cadena de televisión a través de la cual se enviaron mensajes contrainsurgentes a partir de los procesos revolucionarios en Centroamérica; ha realizado donaciones a la Iglesia El Verbo y a los activistas que dentro de esta Iglesia participaron en las olas de represión en Guatemala, El Salvador y Nicaragua. Su última sugerencia fue la propuesta al gobierno de los Estados Unidos de asesinar a Hugo Chávez.

Vale la pena hacer un poco de historia. Tanto la Iglesia Cristiana El Verbo, a la cual pertenece Efraín Ríos Montt y la Iglesia El Shaddai, a la cual pertenece Jorge Serrano Elías -ambos ex presidentes de Guatemala-, forman parte del Movimiento neopentecostal que logró penetrar en este país adquiriendo fuerza entre los años 1970-1990.

En estas décadas los grupos económicos norteamericanos enfrentaron la urgencia de mantener sus intereses hegemónicos por diferentes vías en América Latina (política, religiosa e ideológica además de la militar, Informe Rockefeller y Documento de Santa Fe I) muy articulados, además, a la estrategia de las iglesias evangélicas que necesitaban desplazar la hegemonía católica en Latinoamérica.

Guatemala fue el país escogido como experiencia operativa para después ser aplicada a otros países del continente, sobre todo por tener gran población indígena (aislamiento comunitario y concentración rural) y por ende de fácil penetración evangélica. Sin embargo, lo más relevante fue su importancia geoestratégica por su posición geopolítica (puerta de entrada a la región del istmo además de ser el complejo minero-petrolero más importante de la región centroamericana). Asimismo, Guatemala limita con la zona petrolera de México; facilita las comunicaciones por diferentes rutas hacia Panamá, México y los Estados Unidos y tiene puertos tanto en el Pacífico como en el Atlántico.

Además, la Iglesia Católica fue considerada ideológicamente poco confiable por la participación en el proceso revolucionario de las Comunidades Eclesiales de Base; por otra parte las fuerzas de izquierda se constituyeron en una amenaza al statu quo a través de insurrecciones armadas y por sus proyecciones de búsqueda de una alternativa antisistema.

En la década de los noventa toma auge el movimiento neopentecostal; irrumpe una avalancha de las denominaciones evangélicas de este movimiento apoyadas económicamente por grandes recursos desde el exterior destinados a campañas a través de los medios y literatura especializada donde sin lugar a dudas jugó un papel especial la Fundación de Pat Robertson y su Club 700.

A manera de conclusiones. No hay que llamarse a engaño, es posible que Caballeros no obtenga el apoyo de todas las denominaciones protestantes y menos del ejército y que el Partido Viva no quede ni en la nómina de los partidos políticos en Guatemala pero evidentemente el papel del discurso evangélico en las elecciones en Guatemala tiene los siguientes objetivos:

Aglutinar los partidos políticos de derecha GANA y FRG para lograr evadir la crisis político-institucional que pueda representar una pérdida mayor en las elecciones si tenemos en cuenta que el segundo lugar lo ocupa el Partido Patriota.

Significa una vuelta a la hoja -a Ríos Montt (EL Verbo) y Serrano Elías (El Shaddai)- lo que deja sentado que nuevamente los grupos de poder económico guatemaltecos se han articulado en torno al fundamentalismo religioso en la búsqueda de lograr mayor cohesión ideológica a través de un discurso lleno de ambigüedades pero que responde a sus intereses políticos.

La consolidación de intereses entre la oligarquía guatemalteca, las iglesias neopentecostales y los intereses de poderosos sectores económicos, políticos y religiosos de los Estados Unidos supone la necesidad de respaldar las iniciativas norteamericanas (Plan Puebla Panamá, Tratado de Libre Comercio y la producción de biocombustible etanol) para tratar de impedir que el triunfo de los sandinistas en las recientes elecciones alcance fuerza dentro de la izquierda guatemalteca, y sin lugar a dudas para frenar el empuje del ALBA y la cooperación venezolana en la región centroamericana.

* Panorama Digital