2.015-¿Dónde estamos? ¿Hacia dónde vamos? -- José F. Marins

0
66

Enviado a la página web de Redes Cristianas

Imaginemos una historia que puede haber acontecido, entera o en parte, antes del Concilio Vaticano II.
Así de completa, no es propiedad de lugar algún. Como parábola podemos reunir todos los pedazos en una narración casi cómica, si no fuera fundamentalmente triste.
Los personajes son exagerados hasta ridículos para cargar los colores del evento y abrir cancha para la reflexión que provoca.
No se quiere ni faltar al respeto, ni afirmar que la descripción es objetiva y usual. Cualquier semejanza es mera coincidencia.
Lo que se quiere con la parábola es llevar a las reflexiones de la segunda parte del texto, sea como desafío, así como propuesta de un nuevo modelo de encuentros litúrgicos celebrativos.

Que nos sea permitido reír para pensar y convertirnos.
PRIMERA PARTE – UNA PARÁBOLA
Estaba de paso por la sala principal de la casa parroquial. El aparato de TV presentaba un programa ?católico??, de un canal también católico. Por curiosidad e posiblemente por una necesidad inconsciente quien sabe, de apoyar a mi tradición religiosa, me busqué una silla y me concentré en el video.
Todo el clero de una Arquidiócesis, con su Arzobispo desfilaban piadosa y apoteóticamente rumbo al altar mayor, en la Basílica Mariana Nacional.

Espectáculo litúrgico coreográfico atractivo.
Resuena, el gran órgano, con los himnos sacros. Desfilan los ministros sagrados, debidamente ornamentados según su escalafón y color eclesiástico específico. Tratase de una magnífica celebración.
El arzobispo viene al final, con sus seminaristas convocados para la ocasión a servicio directo del celebrante principal. El pueblo fiel, por supuesto no desfila. Su participación está en llenar los bancos de la Basílica y gozar de la belleza litúrgica que se les proporcionan los ministros sagrados e o magnífico coro.

Conmueve la devoción de los fieles (No tanto la de los demás, ocupados en seguir el desfile, realizar los gestos tradicionales de reverencia y sentar-se donde les corresponda según su rango o edad de ordenación.
Nadie duda de que sea un momento sagrado especial: adoración, acción de gracias, peticiones?? y de pública demonstración de religiosidad. Seguro que el Espíritu de Dios estará actuando en los corazones. Se escuchará una homilía episcopal. Con mucha piedad se va compartir el pan y el vino consagrados (ya que se trata de una Misa) .

Los flashes de los fotógrafos oficiales y las fotos no oficiales de los Tablet y celulares ocupan gran parte de la asamblea y llenan el ambiente con la luz azul intensa e momentánea de los aparatos
La predicación de S. Excelencia no pasó de 55 minutos, dado que no se trataba de final o abertura de Congreso, Cincuentenario o fiesta de la Patrona, tampoco cumpleaños de alguna de las autoridades eclesiásticas.
Antes, durante o después de las celebraciones oficiales, la gente hace sus visitas personales a los santos de su devoción??. Y a otros que descubren por el santuario. En esos momentos el catolicismo parece, para quienes no lo conoce a fondo, una religión individualista.

Concluidas las ceremonias oficiales, por lo menos el clero con su Arzo, tendrán una foto colectiva y conmemorativa para figurar nos próximos boletines arqui-diocesano y parroquiales. No faltará un arqui-almuerzo digno de la ocasión, servido por las señoras de la sociedad.
Los fieles encontraron diferentes locales de comida más al nivel de sus bolsillos e menos adecuados a su hambre, pero en fin es algo extraordinario, de una vez a cada par de años.

Siempre hay tiempo todavía, para la compra de objetivos sagrados y reliquias (confiables): alguna medallita, cuadro de la Santa, vela bendecida. Se llenan los buses con el pueblo y el clero con sus carros, y todos vuelven a sus respectivos puntos de partida.

2ª PARTE
No hubo un momento para reflexionar juntos sobre los más urgentes eventos que en estos días han abalado el mundo o su propio país (i): en dos lugares, los ?señores?? de las drogas han torturado y masacrado a jóvenes indefensos e inocentes (que no hacían parte de ningún cartel y tampoco eran criminales. En otra arena, la nación está en vísperas de elecciones. Nadie identifica en la gran mayoría de los candidatos, propuestas en línea de una respuesta efectiva al sufrimiento endémico causado por el desastroso sistema de salud, de educación, de habitación y seguridad. Toda esta gente, representativa de una fe con propuesta de un mundo mejor, según la proclamación por la cual Jesús dio su vida, dejó pasar una extraordinaria oportunidad de levantar su voz profética y de orientación.
El mismo esquema ?pastoral?? se repite a cada domingo, cuando los creyentes, que todavía van a las Iglesias, se reúnen para cantar, escuchar predicaciones, recibir la comunión, cumplir con el precepto dominical y volver para el cotidiano de una vida orientada por la TV y las propuestas del consumo.

Los momentos religiosos colectivos (en grandes o pequeñas arenas) no tienen la preocupación (tampoco la tradición) de analizar, a la luz de las propuestas evangélicas, lo que está pasando en la nación y en el mundo.

Entonces la religión seguirá siendo desmoralizada por desinteresarse de la totalidad de las vidas humanas. Las periferias continuaran procurando simulacros de soluciones para sus problemas de salud, de miseria y de sentido para vivir. Otros muchos llenaran las playas o estadios alucinados por el espectáculo de sus clubs y héroes del deporte dominante, no importando que no pocos de los jugadores reciban salarios astronómicos y altamente inmorales en un mundo de pobreza. Estarán cada día más ricos e ciertamente no menos dignos de respeto por sus gestos públicos que revelan decadencia moral e irresponsabilidad social (ii)

Los cristianos, individualmente o como comunidad eclesial, ya no pueden aparecer en público solamente manifestando devociones (ciertamente sinceras), pero que son paralelas à vida atribulada de la gente, desfigurando al Jesús de los Evangelios, crucificado en el Calvario. El mensajero de Dios que colocó en riesgo su vida por comprometerse con los marginados, los que sufrían todo tipo de opresión socio, político, cultural e religiosa. o no ?alcanza competir?? con los santos más populares, o es dibujado como el ?dulce Jesús de Galilea??, el ?glorioso?? y ?todo poderoso?? rey del universo??
Estamos convencidos de que cada gesto religioso, cada profesión de fe conlleva un compromiso de denuncia, convocación, orientación, esperanza para la sociedad en que estamos. Pero hay que siempre interrogarse ? Cómo la comunidad de los discípulos de Jesús, son mediadores de esa oportunidad???

Es urgente que haya una revisión más a fondo de los momentos en que las convocaciones de fe reúnen a los bautizados. Hacia donde se mira? Cuáles son las señales de los tiempos que se pueden identificar? Hacia dónde iremos? Con quiénes? Que nos dice Dios en esta hora? Lo estamos escuchando? Entendiendo? Obedeciendo? Sería por eso que los de América Latina, que después del Vaticano II han sido martirizados al asumir las peligrosas responsabilidades de su fe, no alcanzaron todavía ser reconocidos como mártires (iii), aún que ya hayan sido canonizados por el pueblo cristiano (católico y evangélico)?.
La santidad en la humanidad no se reduce a los católicos. Los esquemas para explicitar una canonización son demasiado limitados para acoger lo que el Espíritu está realizando en tantas partes del mundo. Posiblemente por eso no los identificamos y no los imitamos.