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Planeación familiar, divorciados vueltos a casar, casados solo civilmente, etc.
Sin duda hay puntos de Moral que son muy difíciles de tener claros, y por lo mismo si no estamos claros se entiende que no opinemos públicamente (aunque podrían ser parte del diálogo y de la búsqueda) y si no estamos claros, es normal que no entren en nuestra práctica pastoral. Pienso por ejemplo en qué postura pastoral tomamos ante el matrimonio de personas del mismo género o el que estas personas puedan adoptar Niños o Niñas.
Podemos referirnos también a la discusión en torno al Aborto, a la discusión bioética sobre el inicio de la vida propiamente humana. Y en relación con ello está la pregunta sobre la píldora del día siguiente. Y así podríamos poner otros casos semejantes de difícil clarificación.
Pero creo que hay otros puntos que son o deberían ser claros, y que tal vez por miedo a equivocarnos o a ser sancionados, no expresamos en público y ante los cuales aun siendo requeridos, no tomamos posturas claras. Al hablar de esto, pienso en algo que hace poco tiempo nos decía el Papa Francisco: es mejor una iglesia que se arriesgue y pueda equivocarse, a una iglesia inmóvil.
1.- Algunos casos claros, pero ?pendientes?? de la aprobación oficial de las autoridades eclesiásticas.
a) La Planeación familiar y el uso de los Métodos Anticonceptivos. El Concilio Vaticano II fue muy claro en su criterio: determinar cuántos hijos deba tener una familia, es decisión de la pareja bien formada su conciencia teniendo en cuenta su situación real y la del lugar donde viven. Y la comisión de Peritos que formó Paulo VI, en su mayoría dio una respuesta con criterio amplio a esa pregunta. Pero el Papa, por escrúpulos-según dicen, o sea por temor a que eso facilitara un declive y abuso moral, tomó la postura rígida de la minoría de la comisión.
Eso es historia, y dolorosamente sabemos cuántas parejas se apartaron de los sacramentos, por estar tomando las famosas pastillas. Y lo que es peor ¡cuántas se fueron apartando de la iglesia! Y por otro lado innumerables parejas católicas, y católicos fervorosos practican la planeación familiar con métodos como la pastilla, el diu o aparato intrauterino, y con toda tranquilidad y buena conciencia se acercan a la Comunión. Hay allí un divorcio entre la práctica de buenos cristianos y una ley. Con sinceridad ¿quiénes de nosotros podemos condenar esos métodos como algo inmoral? Su uso depende más bien del buen consejo médico y de la decisión de la pareja, bien formada su conciencia.
b) El uso del ?preservativo??. No sé pero me parece casi ridículo, el que se condene el uso del preservativo como si ese látex en sí fuera pecaminoso. Algunos podrán decir lo pecaminoso no es el preservativo, sino usarlo para limitar la familia. Y con esto volvemos al punto anterior. Pero si pensamos en la vida cotidiana ¡cuántas esposas han sido contagiadas de sífilis, gonorrea, clamidia etc.?? y aun del Sida, por un esposo promiscuo! Y esas esposas ¿no podrán exigir ?y ojalá lo hicieran-que su marido use el condón o preservativo? Y parejas de escasos recursos y que no tienen Seguro Social, ni dinero para comprar las píldoras, y quieren limitar el número de hijos, pues ya tienen 3 o 4 ¿pecarán por usar el condón? Semejante es el caso de las Mujeres a las que las pastillas les provocan efectos negativos fuertes.
Obviamente en lo que voy diciendo, no pienso en el uso y abuso del preservativo para un desenfreno sexual. Me refiero a parejas con conciencia bien formada que quieren limitar los nacimientos. Y también me refiero a gente muy sencilla, sin formación- quizá por culpa nuestra como iglesia o del mismo sistema educativo- que sienten la necesidad de no tener más hijos o por su pobreza o por la violencia del marido etc.??
Si pensamos en las Trabajadoras Sexuales o Mujeres en situación de prostitución y más si pensamos en las Niñas/Adolescentes en la explotación sexual comercial ¿No es al menos un mal menor el que exijan al mal llamado ?cliente?? el uso del preservativo para no contagiarse ni contagiar?
Un punto especialmente delicado es el del embarazo de tantas adolescentes y penosamente Centroamérica tiene en esto casi el primer lugar. Obviamente dentro de un proceso de Educación y no buscando el desenfreno sexual ¿no sería mejor hablar claramente con las adolescentes sobre los riesgos físicos y psicológicos de un embarazo a tan temprana edad y también de las consecuencias que tiene esto para toda su vida?
Dentro de ese hablar sin de ninguna manera invitar a que usen el preservativo ¿no convendría decirles que en último caso y si caen en ese problema deberían de usar preservativos en lugar de embarazarse? No es bueno el embarazo a esa edad, pero por desgracia se está dando mucho entre la población de nuestros países. Para de alguna manera frenar esa dinámica, es muy importante la educación sexual no sólo en formación (y esto se refiere tanto a las mujeres como a los varones), el diálogo en las familias, el tener mejores condiciones con menos promiscuidad en las casas, etc. Pero aún así sigue el peligro el embarazo a temprana edad. Ante esta situación ¿no conviene hablar también del preservativo ? hablar pero no recomendar?
Y esto de ver el uso del preservativo al menos como un mal menor, con lo cual ya no es malo moralmente, expresamente lo presentaba así el Cardenal Martini que fue papable y falleció hace pocos años.
En toda esta discusión y diversas posturas ?eclesiásticas??, yo me pregunto en todo ello ¿cómo actuaría Jesús? Y meditando el Evangelio vemos con claridad que Jesús se estremecía y comprendía a las personas en sus sufrimientos y preocupaciones, sobre todo a los más pobres y excluidas, y que nos dio un impulso vital- para vivir una vida digna, y nunca fue ?moralizante cosificando las situaciones?? Esto de condenar en general el preservativo y las pastillas más bien me recuerda la mentalidad judía que combatió Jesús de la llamada pureza legal. Pienso también cuántas veces colamos hasta un mosquito en todo esto que vamos hablando, y nos comemos sin colar las gravísimas injusticias sociales.
3.- Algo más complicado.
a) La Comunión de los divorciados y vueltos a casar.
Partimos del hecho concreto y no deseable, pero real, de tantas parejas que se divorcian por muy diferentes razones. Entiendo que hace años en algunas diócesis de Estados Unidos y de Francia, tenían una pastoral especializada con los divorciados vueltos a casar y esto sería de desear que se diera en todas partes.
Si pensamos a nivel teórico, me parece exagerado decir en general que los divorciados vueltos a casar están en pecado y no pueden comulgar. Ciertamente los que opinan así se basan en un pasaje del Evangelio, aunque los especialistas lo refieren al contexto concreto que se daba el libelo de repudio ? divorcio en la sociedad en que vivió Jesús y que además en particular Jesús rechaza la facilidad con que los varones podían repudiar a la esposa hasta por cosas tan ridículas y absurdas como el que no hiciera bien la comida. Habrá que estudiar esto exegética e históricamente más en detalle.
Pero dentro del Espíritu del Evangelio y con un corazón como el de Jesús ¿cómo vemos la realidad de muchas parejas que sin culpa tienen que divorciarse? Me refiero por ejemplo a los casos en que le marido golpea y maltrata a la Mujer. Pensemos también en los casos en que el marido tiene otra mujer y esto es público y hasta la pasea delante de su mujer. Y como estos podemos pensar en otros muchos casos de este estilo. Si la Mujer por su propia dignidad se separa y sobre todo si tiene hijos pequeños ¿tendrá que vivir sin casarse de nuevo aunque no tenga recursos económicos? También pensemos en la Mujer que cuando queda sola, es muy asediada por los varones. En estos casos ¿no es mejor que se case de nuevo y tenga una pareja estable? Y ¿nos atreveríamos a decir que por eso comete un pecado y que no puede acercarse a la Comunión? Pensemos esto desde el punto de vista de la práctica de Jesús y su comida y cercanía con los más excluidos ? excluidas y en especial con aquellos catalogados de impuros legalmente o llamados pecadores.
Hay otros casos de divorcio no por problema de violencia o infidelidad, sino de incompatibilidad radical de los caracteres de modo que aún haciendo toda la lucha y buscando ayuda psicológica, espiritual, etc., no pueden convivir pacífica y constructivamente. En estos casos ¿no es mejor divorciarse o no es un mal menor que el vivir en continua tensión y con daño para ella y para sus hijos?
Ya había yo escrito lo anterior cuando me encontré un artículo de un Teólogo alemán que da un aporte significativo a esta problemática. Su artículo se llama ?Una iglesia (IN-) Misericordia. O sea una Iglesia sin misericordia. Y la pregunta que se hace inicialmente es que si la iglesia no debería tener una actitud misericordiosa sobre aquellas personas que han de sobreponerse a rupturas en la trayectoria de su vida y nos dice también que es bien importante, que un tema central de los Obispos de la iglesia en Alemania es el trato misericordioso con las personas con biografías quebradas. Ya desde 2011 el mea fue Pastoral de la Misericordia y apuntaba hacia un trato adecuado con quienes con culpa o sin ella han fracasado en su matrimonio y buscan un nuevo comienzo y se atreven a tomar un nuevo compromiso. Sienten que la norma canónica de excluirlos de los Sacramentos es una discriminación y que ha esto hay que buscar una solución pastoral adecuada. Se parte del hecho de que esa ruptura matrimonial es una experiencia negativa y destructiva. No hablan de los casos en que de forma irreflexiva y al más pequeño inconveniente se separan o divorcian, ni de quienes ven el matrimonio como un experimento a corto plazo.
Dentro de las preguntas que se hacen allá en Alemania y que podemos hacernos también nosotros, nos dicen ¿qué imagen de Dios transmite la Iglesia con esa exclusión de la comunión eucarística cuando al mismo tiempo hablamos del poder de la Iglesia para perdonar los pecados? ¿No hay una posibilidad de un nuevo comienzo delante de Dios? El Arzobispo de Viena afirma expresamente ?La iglesia sólo puede hablar del Dios misericordioso si lo hace experimentable en su actuación??
Y si vamos más para atrás, en el tiempo, terminando el Concilio y a la luz de la Constitución Gozo y Esperanza, los obispos del Alto Rin decían: ?la difícil situación humana de los que se han separado y han vuelto a casarse civilmente es una seria interpelación a la iglesia y reconocen que los cristianos en esta situación se sienten incomprendidos y abandonados por la Iglesia por sus problemas y muchos se consideran expulsados y condenados. Todo este proceso que venía en el Episcopado Alemán desde esos años, se apoyaba también en una Encíclica de Juan Pablo II de 1981, pero el Cardenal Ratzinger en 1994 reafirmó el no a la recepción de la comunidad eucarística de los separados vueltos a casar. Sin embargo al menos dos obispos alemanes han vuelto a insistir en el camino que llevaban los obispos alemanes en la línea de la misericordia con estas personas a la luz de la misericordia y compasión que Jesús nos muestra en el Evangelio.
Podríamos ahondar en cómo estos obispos y teólogos reconocen también que esta problemática se puede llevar a la ligera o podría diluir la importancia del matrimonio para siempre, pero con razón dicen que venciendo esas dificultades hay que tener una pastoral más compasiva y que esto también es irrenunciable. Pensemos en Jesús que nos proclama al Dios compasivo que ha acogido a los pobres y especialmente a los fracasados y los rotos, a las pecadoras y a los recaudadores de impuestos. Ojalá en toda esa problemática podamos ser compasivos como y al estilo de Jesús.
b) La Comunión de los que viven acompañándose o casados solo por lo civil. ¿El sacramento del Matrimonio es obligatorio para todas las parejas de cristianos?
Si partimos de la experiencia cotidiana, todos conocemos a muchos buenos cristianos sobre todo en los estratos más pobres que por muy diversas razones sólo se casan por lo civil o simplemente se juntan. Y que esto no es por un matrimonio a corto plazo o para experimentar, sino como algo definitivo en sus vidas y viven así 20, 30 ó más años. Su situación es irregular dentro de las leyes de la Iglesia, pero si estas personas se aman, se quieren y respetan, pienso que es una enormidad pensar o afirmar que por no estar casados por la iglesia, viven en pecado mortal. Y a mí me da mucha tristeza, sobre todo cuando voy a comunidades campesinas muy pobres, y veo que la mayoría de las personas que participan en la Misa, no comulgan porque no están casados por la Iglesia. A nivel personal, hace mucho tiempo pienso que el Sacramento del Matrimonio no es para todos los cristianos, ni es necesariamente el principio de su vida matrimonial. Creo que el dar el paso para el Sacramento del Matrimonio, si lo tomamos en serio y con pleno sentido, implica todo un proceso dentro de la vida cristiana y de las personas como pareja que quieren ser los ministros de este Sacramento del Matrimonio.
Como les digo, tenía yo estas ideas hace tiempo, y precisamente esta semana leí un artículo de Andrés Torres Queiruga, muy buen Teólogo español que trata esta problemática. Podemos ver una condensación de su escrito en el último número de selecciones de Teología No 205. Junio 2013. Para no alargarme mucho, simplemente cito algunos párrafos más significativos de su escrito que se refiere en su conjunto a una visión teológica ? antropológica de los Sacramentos.
?El sacramento es solo gracia y ayuda para afrontar fielmente circunstancias extraordinarias. Pongamos el Matrimonio: vivirlo bien implica entrega, delicadeza, fidelidad?? justamente el matrimonio da la gracia para cumplirlos. Esto va contra el juridicismo que lleva a verlo como una carga o una trampa de donde es imposible escapar; e invita a pensar en nuevas posibilidades.
La Iglesia históricamente decidió unir la validez del matrimonio cristiano a su celebración sacramental. Pero no parece impensable que, por conveniencia pastoral, pueda decidir una reconfiguración distinta. Hoy es frecuente que personas creyentes ya casadas civilmente decidan hacerlo por la Iglesia. Si ?el matrimonio lo produce el consentimiento de las partes?? (CIC 1057, 1), parece pensable la decisión de admitir su validez como matrimonio y centrar el sacramento en su ser gracia para vivirlo fielmente. En las circunstancias actuales podría pensarse incluso en una reconfiguración que, con cierta analogía con algunos ?esponsales??, admitiese una separación temporal entre la realización del matrimonio (como compromiso no sacramental aunque vivido en la fe) y la celebración sacramental cuando los contrayentes se sientan más maduros para vivirlo con plena consecuencia en la comunidad creyente. Entonces sería también la ocasión de reconocer todos sus efectos canónicos. La libertad con que, no solo san Pablo, sino ya los mismos evangelistas procedieron, indica que la capacidad configuradora de la Iglesia es acaso mayor de cuanto pueda pensarse??.
Dicho en otras palabras según este autor, a nivel pastoral se puede tener una separación entre la celebración del matrimonio civil y la celebración sacramental.
El sentido más hondo del Sacramento del Matrimonio. Hace años que pienso que más allá de la ceremonia ?social?? o de la prisa y ligereza al casarse por la Iglesia y más allá de la actual norma canónica, está el sentido profundo de este Sacramento y el verlo como un proceso de relación mutua y de evangelización que deberían vivir las parejas. Para captar mejor esto es bueno recoger el enfoque teológico que acaba de darnos Pagola al hablarnos de las Bodas de Caná en su último libro el Camino Abierto por Jesús. Juan.
?Casarse:
Tengo la impresión de que la mayoría de los esposos cristianos viven su matrimonio sin sospechar siquiera la grandeza que encierra su vida matrimonial.
Por eso, tal vez lo más urgente y apasionante para las parejas cristianas es entender bien qué significa ?Celebrar el sacramento del matrimonio??.
?Sacramento?? es una palabra gastada que apenas dice hoy algo a muchos cristianos. Bastantes no saben siquiera que, en su origen, ?sacramento?? significa ?signo??, ?señal??. Cuando dos creyentes se casan por la iglesia, lo que buscan es convertir su amor en sacramento, es decir, en signo o señal del amor que Dios vive hacia sus criaturas.
Esto es lo que los novios quieren decir con su gesto en el momento de la Boda: ?Nosotros nos queremos con tal verdad y fidelidad, con tanta ternura y entrega, de manera tan total, que nos atrevemos a presentaros nuestro amor como ?sacramento?? es decir, como signo del amor que Dios nos tiene. En adelante, cuando veáis cómo nos queremos, podréis intuir, aunque sea de manera deficiente e imperfecta, cómo o quiere Dios??.
Pero su amor se convierte en sacramento precisamente porque cada uno de ellos comienza a ser ?sacramento?? de Dios para el otro. Al casarse, los esposos cristianos se dicen así el uno al otro: ?Yo te amaré de tal manera que, cuando te sientas querido o querida por mí, podrás percibir cómo te quiere Dios. Yo seré para ti gracia de Dios. A través de mí te llegará su amor. Yo seré un pequeño ?sacramento?? donde podrás intuir el amor con que Dios te quiere??.
Por eso, el matrimonio no es solo un sacramento, sino un ?estado sacramental??. La boda no es sino el inicio de un vida en la que los esposos pueden descubrir a Dios en su propio amor matrimonial??. (El camino abierto por Jesús. José Antonio Pagola. Juan. Ediciones PPC. 2013).
Si pensamos en todo lo que vamos hablando y lo que expone Pagola, podemos ver con claridad que acceder o querer recibir y realizar el Sacramento del Matrimonio, es algo muy serio y muy distinto que los 2 ó 3 días de pláticas prematrimoniales que se exigen en las parroquias. Parece claro que se trata de un proceso de maduración en la pareja como pareja y un proceso de evangelización de parte de la Pastoral Matrimonial. Viendo todo esto parece absurdo querer como imponer el matrimonio sacramental a todos los católicos que quieren casarse o decir que están en pecado grave los que se juntan o se casan solamente por lo civil. En lugar de esa norma fría y externa, lo importante es estar cerca de los novios o de los esposos casados civilmente y hacer con ellos un proceso de evangelización sacramental.
Y de paso quiero hacer una pequeña constatación. Muchas parejas campesinas que viven en situación de pobreza tienen muy introyectada por la predicación, el que están en pecado y no pueden comulgar por no estar casados por la iglesia. Pero en las ciudades encuentro muchas jóvenes parejas que viven en pobreza y más si han tenido estudios universitarios y que con toda tranquilidad se acercan a la comunión. Como que prevalece en estos jóvenes que son buenos cristianos, un buen sentido eclesial, como sentido común ?eclesial?? y que para ellos por vivir en la ciudad y muchas veces tener poco contacto con la predicación parroquial en la misma parroquia todos los domingos, se sienten más libres conscientemente y en su conciencia como cristianos. ?ste hecho ¿qué nos dice a nosotros para nuestra acción pastoral?
CONCLUSI?N
Decíamos al comienzo de este escrito que hay problemas de pastoral y de teología moral (me atrevería hacer teología moral práctica) que continuamente se nos presentan como Iglesia ligada al caminar cotidiano de nuestro Pueblo. Ante estos problemas creo que tenemos ideas claras en algunos puntos y sin embargo no nos atrevemos a decirles públicamente y menos nos atrevemos a compartir nuestra práctica pastoral.
Sin duda también hay otros de los puntos que he expuesto que son delicados y no están muy claros en su formulación o en su respuesta, pero en todo caso no deberían quedar ocultos sino que sobre ellos deberíamos reflexionar, dialogar, y aún a atrevernos a actuar con la debida prudencia pastoral.
De lo que he citado de Queiruga y de Pagola, me queda muy claro que hay que ver con otros ojos y más a profundidad nuestra Pastoral Matrimonial y que al mismo tiempo tenemos que tener mucha cercanía, comprensión y una acción pastoral distinta con aquellos católicos que por distintas razones no se casan por la iglesia. Y de lo que cité del autor alemán y de los obispos alemanes, lo que me sacude es lo que nos plantean de no ser una iglesia in- misericordie (una iglesia sin misericordia) de cara a los divorciados y vueltos a casar o como dicen ahí, de las personas con su biografía quebrada y que han tenido fracasos en su matrimonio.
Por último creo que en todo lo que planteo, nuestra luz principal tiene que ser el actuar de Jesús y el proclamar con nuestras actitudes y nuestros hechos al Dios compasivo y misericordioso que en Jesucristo se nos ha revelado y hecho presente con todos, pero especialmente con los más excluidos, afligidos, fracturados y aún fracasados y rotos en la vida. Esta es la palabra de Jesús, que seamos compasivos como nuestro Abba es compasivo.
Fuente: Red Mundial de Comunidades Eclesiales