El Cardenal Cipriani, valedor de Fujimori en la violación de los derechos humanos, asesta un duro golpe a la Teología de la Liberación en Perú -- Pepe Mejía

0
137

kaosenlared

El Cardenal Cipriani, valedor de Fujimori en la violación de los derechos humanos, asesta un duro golpe a la Teología de la Liberación en Perú
Cipriani, vinculado al Opus Dei, que tuvo un papel controvertido en el aniquilamiento de militantes del MRTA que ocuparon la embajada de Japón en Lima, arremete contra miembros de la Teología de la Liberación en la Universidad Católica.

El 21 de diciembre Cipriani prohibió a sacerdotes como Felipe Zegarra, Luis Fernando Crespo, Carlos Castillo y Andrés Gallego enseñar el curso de Teología en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) o desempeñar cualquier cargo administrativo en la Universidad. Cipriani, miembro del Opus Dei, tuvo un controvertido papel en el aniquilamiento de militantes del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) en la ocupación de la embajada de Japón en Lima.

Cipriani siempre al lado del poder. Esta vez ha utilizado todas sus relaciones y presiones para conseguir el despido de destacados miembros de la Teología de la Liberación en Perú. Su intolerancia y su vinculación con las políticas represivas de Fujimori y García (llegando a respaldar la pena de muerte) ha causado una pésima imagen ante la opinión pública, incluidos los propios católicos. Una serie de medidas internas han causado mucho disgusto: retiró a varias congregaciones de las parroquias donde trabajaban; obligó a guardar silencio por un año al sacerdote Eduardo Arens, de la Parroquia Santa María Reina; dispuso que se retire de Lima el misionero mexicano Jorge García, director de la revista Misión sin Fronteras, donde abiertamente se defendía los derechos humanos.

En el año 2012 -cuenta Wilfredo Ardito Vega en su página de facebook- Cipriani demostró especialmente su intolerancia y su menosprecio frente a quienes piensan de manera diferente. En el mes de mayo, le prohibió al sacerdote Gastón Garatea celebrar misa en la arquidiócesis de Lima. Paralelamente, siguió la penosa batalla en los tribunales peruanos para lograr el control de los bienes y la dirección de la PUCP. En julio Cipriani logró que el Vaticano retire a la PUCP los títulos de Pontificia y Católica, pese a lo cual, las labores universitarias continúan con normalidad, inclusive con un incremento en el número de postulantes.

La prohibición de los sacerdotes Felipe Zegarra, Luis Fernando Crespo, Carlos Castillo y Andrés Gallego a enseñar el curso de Teología en la PUCP o desempeñar cualquier cargo administrativo en la Universidad se extiende inclusive a los teólogos laicos como Adelaida Sueyro. Además de perjudicar a la PUCP, es evidente que Cipriani desea dar un fuerte golpe a la Teología de la Liberación, justo después que su fundador, Gustavo Gutiérrez, y también profesor de la PUCP, ha sido reconocido con el Premio Nacional de Cultura.

La decisión de Cipriani ha causado múltiples protestas. Inclusive, desde el Instituto de Defensa Legal se ha señalado que esta decisión vulnera la autonomía universitaria y el ordenamiento constitucional, precisándose que también entes privados como el Arzobispado de Lima deben respetar los derechos fundamentales: http://ideeleradio.blogspot.com/2012/12/pronunciamiento-de-idl-la.html

El pronunciamiento tiene argumentos suficientes para que la Universidad o los sacerdotes afectados puedan presentar una acción de amparo.

Este año, el Presidente Humala rompió la tradición de acudir a la Misa de Navidad que celebra Cipriani en la Catedral. En realidad, después de todo lo que Cipriani ha hecho en los últimos meses, más espíritu navideño habría encontrado en un centro comercial.

Por su parte, Tito Gutiérrez nos escribe diciendo que «esto no es un tema de fe y religión sino de intereses muy, muy, humanos. Ambición humana de poder (para el Opus Dei de Cipriani, que quiere hacer de la PUCP un remedo de la Universidad de Piura), ambición de control de recursos materiales (los millonarios activos de la PUCP) para financiar la prédica retrógrada y oscurantista de su cuasi-secta (que a nivel mundial se le ha apodado «la santa mafia»), humana soberbia convertida en autoritarismo, que no sabe ni quiere liderar la búsqueda espiritual de un pueblo, con el amor de un pastor o de un hermano mayor que respeta y convoca, sino utilizando todos los resortes del poder burocrático de la humana estructura de la Iglesia, que ésta se dió para sostener y organizar la difusión del Evangelio, pero que en nuestros países tiene «poder institucional» frente a gobiernos, medios de comunicación, etc».

El Opus Dei -siempre según Gutiérrez-, desde la esencia misma de su concepción, está enfocado a fortalecer las estructuras de poder injusto, la dominación sobre los pueblos, en perfecta simbiosis con las clases dominantes, pues concibe la evangelización como producto del liderazgo espiritual de las élites «dirigentes» de cada sociedad, cuyos más conspicuos miembros se esfuerzan por captar e incorporar, o al menos ganar como aliados, para que su prédica cuente con el respaldo del poder económico y político establecido. ¡Por supuesto que la interpretación del mensaje de Cristo que el Opus sostiene y quiere inculcar a todo el pueblo católico es totalmente funcional a los intereses de aquellos en quienes se apoyan para difundirla!

Y por supuesto también que es la antítesis de la reflexión desde la vivencia de los pobres y oprimidos desarrollada por la Teología de la Liberación. De allí que Cipriani (y no sólo Cipriani) estén nuevamente ejerciendo, en el más «moderno» estilo de esta era de tecnología, las prácticas oscurantistas de la «Santa Inquisición», tratando de imponer que sólo se escuche su voz, «satanizando» a quienes contraponen la voz de Cristo Pobre a sus trasnochadas e interesadas elucubraciones teológicas, actitud contraria al diálogo concertador, a la construcción eclesial desde las bases, a la preconización de la justicia como condición de la verdadera caridad, tal como señalara Jesús en este importante pasaje del Evangelio del apóstol Juan: «en esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo aquel que no practica la justicia, no es de Dios; tampoco aquel que no ama a su hermano.» (Juan, 3:10) ¡Ironía que Cipriani también se llame Juan!