Medio siglo de Pueblo de Dios -- José Luis Corretjé

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Son miles de personas las que hemos conocido la experiencia comunitaria y de fe que simboliza la comunidad de Pueblo de Dios de Huelva, así como el grupo vocal Brotes de Olivo, que estuvo en la génesis de todo. Cada una de sus pascuas comunitarias, celebradas desde hace tres décadas, se han convertido en una experiencia única de ?diversidad en la unidad??, quizá una de las ideas que han defendido los integrantes de Pueblo de Dios con más convicción en todos estos años. ?Cada vez estamos más convencidos de que Pueblo nació gracias a una pluralidad enorme de personas y mentalidades y está dirigida a todos los inquietos por hacer vida el Evangelio de Jesús.

Para saber responder a los problemas del mundo desde la Palabra nos necesitamos todos. Cuanto más diferentes seamos, más grande y real será la solución??. Así resume la esencia de Pueblo de Dios Josema Marín, uno de los protagonistas de la fundación de la comunidad en octubre de 1981. De todas formas, al comienzo de este fenómeno se lo debe situar dos décadas antes, a principios de los años sesenta, cuando Rosa Escala y Vicente Morales, Rosi y Vicente, los primeros que soñaron con Pueblo, unieron sus vidas casándose.

Animados por el obispo de Huelva, José Villaplana, un pequeño grupo de integrantes originarios de esta comunidad se pusieron a principios de 2011 manos a la obra y trabajaron durante seis meses para tratar de resumir la esencia del mensaje y la experiencia de Pueblo de Dios. Se pidió colaboración a más de un centenar de personas que, en estas tres décadas, tuvieron una relación estrecha con el proyecto. El resultado, rico y diverso como la propia esencia de Pueblo, se presentó en junio pasado, haciéndolo coincidir con el Pentecostés de 2011. Josema, integrante del equipo que coordinó su elaboración, describe uno de los principios que guió su redacción: ?Se hizo por si nosotros nos cansamos y alguien, dentro de unas décadas, se enamora de lo descubierto y decide ponerlo en práctica??.

«Para vivir amando y en el dolor quererte, para romper mi barca, donde en mí me hago fuerte. Para saber seguirte en gozos y en tristezas, como lo hizo tu madre, que seamos como ella», cantaban con voces angelicales los componentes de Brotes de Olivo en del disco Meditación ante la Cruz, que se publicó justo en ese 1981. La letra de ?Señor, envíanos tu Espíritu?? era bien esclarecedora del talante con el que se enfrentaban los y las integrantes de la primera comunidad de Pueblo de Dios, la misma que integraban parte de los componentes de Brotes, quienes se enfrentaban a la experiencia de convertir la Palabra en hechos. Se asentaron en la finca del Candoncillo, a la que llamaron Tierra, un lugar idílico ubicado junto a la localidad de Niebla (Huelva). A la cabeza, Rosi y Vicente, los padres de Brotes y de trece hijos que era decir lo mismo, ya que ellos habían formado en 1971 este grupo-símbolo que estaba integrado por sus retoños.

Las señas de identidad de lo que aspiraban a vivir, quedan plasmadas en uno de los primeros textos en los que se trató de reflejar la regla única de la comunidad: ?No habrá en la comunidad ni reglas ni estatutos, pero sí principios. Estos principios indispensables para convivir fraternalmente nacen del enfrentamiento radical y constante de la comunidad con la Palabra y serán los que cada uno se exija a sí mismo al profundizar cada día en el Evangelio, tratando de establecer un paralelismo entre la vida de Jesús y su propia vida. La vivencia profunda en Cristo de cada seguidor suyo -y no el sometimiento a la norma- es lo que construye la comunidad y lo que da fuerza y exigencia a las vidas de aquellos que quieren comprometerse??.

La Tierra, el lugar en el que se asentaba la comunidad, se comenzó a transformar en un lugar de encuentro para miles de creyentes que llegaban desde diferentes puntos del país. Instalada en un terreno propicio a reproducir en abundancia las bendiciones de la madre naturaleza, Pueblo de Dios empezó a celebrar la Pascua con la riqueza que emanaba de la vivencia comunitaria y de fe de las personas que residían allí todo el año. El resultado fue que ese lugar de Huelva comenzó a acoger a multitud de creyentes que en Semana Santa hallaban allí un espacio para experimentar la riqueza de la Palabra, la oración y el encuentro compartido. Siempre desde su lema repetido ?Todos Uno??, con el que reiteran la necesidad de unir las diversas sensibilidades de quienes seguimos a Jesús. ?Cuando en verdad seáis Uno en la tierra, me verá mi pueblo. Porque juntos conmigo sois Yo, Enmanuel??. El mismo Dios del cielo reza la canción Dios de la Tierra del álbum homónimo que Brotes sacó a la venta en 2008.

En el documento elaborado para resumir la historia de Pueblo de Dios se exponen con gran claridad cuáles han sido los motores de una historia fértil, que ha dado muchos frutos: ?Interpelados por una continua pregunta, ?Qué quieres, Señor??, quienes han participado en esta historia se han sentido permanentemente evangelizados a través del desarrollo de la propia tarea descubierta, siendo los primeros denunciados y, también, beneficiados por la Palabra y Vida anunciada. Dicha misión se ha movido y expandido siempre a través de Brotes de Olivo y sus canciones, recitales, convivencias, encuentros, etc.; el lugar ?Pueblo de Dios, tu tierra? y las personas que lo habitan en cada momento, en cuya vivencia comunitaria radica fundamentalmente su causa evangelizadora; espacios de comunión dentro de la Iglesia, e incluso en ámbitos ecuménicos, interreligiosos o laicos??.

En un fragmento de la letra de la canción Un Pueblo de Dios en marcha (Jerusalén, 2008), Brotes de Olivo compendiaba el mensaje que esta comunidad ejemplar quiere difundir entre las otras pequeñas comunidades que siguen manteniendo viva la llama del mensaje de Jesús: ?Ha de ser nuestra parroquia un Pueblo de Dios en marcha, donde todo lo que ocurra sea de Dios y a Dios aclama. Siendo una sola familia que viva de la Palabra, dando la vida por todos, siendo Palabra con todos y todos juntos la cantan??. Que así sea.