Iglesia católica brasileña apoyó la decisión de autorizar la suspensión de los tratamientos que mantienen vivos artificialmente a los pacientes desahuciados, tomada esta semana por el Consejo Federal de Medicina, pero reafirmó su oposición a la eutanasia.
«Tenemos una clara posición contraria a la eutanasia, pero cuando la muerte es inminente e inevitable, se puede renunciar a tratamientos que darían sólo una prolongación precaria y penosa de la vida», dijo monseñor Odilo Scherer, secretario general de la Conferencia Episcopal Brasileña.
El fraile Antonio Moser, consultor de la conferencia en bioética, recordó por su parte que el papa Juan Pablo II, muerto el año pasado, pidió que no se utilizaran aparatos para prolongar su vida y prefirió morir en su habitación.
«Esta posición de la Iglesia no significa abandonar al paciente. Es preciso cuidar de su higiene y de su alimentación», agregó el religioso.