Concedí una entrevista con un diario muy popular en París, a propósito del drama de la pedofilia que sacude la Iglesia católica. Esta entrevista removió a radios y televisiones que vinieron a interrogarme.
Esta crisis que atraviesa la Iglesia puede resultarle saludable. Una ocasión que no hay que desaprovechar. A condición de que la Iglesia se interrogue sobre el funcionamiento mismo de su institución y supere los obstáculos que podrían liberar su futuro.
Después de mucho tiempo, a muchos les parece que el estatuto de los sacerdotes está inadaptado a nuestras sociedades. La disciplina del celibato se ha convertido en algo anacrónico. Las mujeres no tienen siempre un verdadero estatuto de compañeras. Los homosexuales padecen la exclusión y no tienen acceso a responsabilidades. La Iglesia mantiene une visión de la sexualidad que no participa de las conquistas de la modernidad. De ahí que vaya continuamente en sentido inverso de la sociedad; ya sea por la fecundación in vitro, el control de la natalidad, el aborto, las parejas homosexuales?? Una Iglesia autoritaria y centralizada no podrá por mucho tiempo imponer lo que ya no se puede imponer.
¿Podremos soñar con un gran viento de Pentecostés para la Iglesia católica? ¿Un viento que la libre del miedo al cambio y le ilusione con la libertad creadora?