Tres jóvenes de Haiti que fueron voluntarios en la comunidad ecuménica de Taizé estos últimos años han escrito desde su golpeado país contando su experiencia y llamando a la solidaridad y a la oración por el pueblo haitiano.
Jean-Paul, el 15 de enero
?Le doy gracias a Dios por haberme evitado una muerte súbita. Pero sería mejor morir que vivir en una situación semejante. No hay comida, no hay dinero, los bancos están cerrados o destruidos. Todas las universidades colapsaron. Los cadáveres están en las calles. Las epidemias ya hacen su aparición. Yo os cuento, pero no podéis imaginar este infierno. ¿Por qué a nosotros? La capilla de mi parroquia fue destruida. Dormimos sobre el suelo en la calle. Si pudieseis ver con vuestro propios ojos?? La capital está destruida y las ciudades de provincia dañadas pero sin recursos. Ni siquiera podemos enterrar a los nuestros??.
Karl, el 18 de enero
?Gracias por este pequeño milagro que la oración de Taizé realiza en mi vida. Puede salir de los escombros con un bebe entre mis brazos. No sé como lo hice, ya que cuando todo comenzó vi a mi amigo George quedar atrapado por un bloque de cemento. Vi tantos otros que me tendían sus manos para que les ayudase. Como mis manos estaban demasiado débiles para levantar los escombros de hierro y cemento tuvieron que esperar dos días para morir?? No puede todavía ver ni a Steve ni a Geroge?? espero que estén a salvo. La paz y la serenidad, gracias por esa herencia del hermano Roger??.
Richard, el 18 de enero
La noche, la vida, la muerte: no veo la diferencia.
Desde el martes 12 de enero, día en el cual el país se sumergió en un profundo desarraigo, pude ver decenas de años absorbidos por cinco segundos de temblores. La esperanza se va: no hay dinero, no hay trabajo, miles y miles sin techo, sin agua, sin comida, sin electricidad??
El Estado, antes ausente, ahora se puede decir que ha huido.
Bajo los escombros los cadáveres están en descomposición: olor putrefacto en todos los barrio dónde dormimos al aire libre, cerca de las descargas con sus olores de orina y materia fecal. Epidemias desconocidas están a la puerta.
Pero el Buen Dios es grande y, puesto que es amor, su plan de amor para nosotros ya está escrito. Además tenemos los cantos de Taizé, « Jésus, le Christ » et « Fiez-vous en lui » que me dan una fuerza y una confianza jamás imaginada; les pido que recen a menudo por Haití.
Imagínense por un instante: una generación que no tuvo casi ninguna educación en lo que concierne a las catástrofes naturales se halla desmembrada ante ella. No sabía que después de un sismo las réplicas podían ser tan duras. Todas las noches, mientras duermo sufro de palpitaciones y cuando golpea una réplica se me corta el aliento.
El pánico se instala dado que nuestros efectivos policiales se han reducido y que muchos prisioneros se han escapado. Todas las noches se dan a conocer casos de robos, violaciones, enfrentamientos armados y otros.
Y, lo que es aún peor, circulan rumores: el martes por la noche, algunas horas después del drama, un grupo de maleantes, con el objetivo de hacerse con el resto de lo que había quedado en pie, pasaban corriendo diciendo que las aguas subían: ?Tsunami??. Piensen que gente gravemente herida, con huesos rotos intentaban correr?? ¡Oh Señor!
Por favor, que todos los pueblos del mundo durante los encuentros de Taizé recen todos los 12 del mes durante 12 meses por el pueblo haitiano. No dudéis?? es importante.
Declaración de un obispo
El 21 de enero, el obispo Pierre Dumas, un amigo cercano de Taizé, presidente de Caritas Haití, declaró:
?(??) Pienso que nuestra caridad y la manera en la cual vivimos esta crisis nos ayudará a reforzar nuestra humanidad, a ser más generosos, abiertos y disponibles a los demás, ya que los modos simbólicos del vivir juntos han sido destruidos. Todos los símbolos que nos unían: la catedral, el palacio presidencial, los ministerios, las escuelas, las comunidades religiosas y muchos otros lugares se derrumbaron.
Ahora debemos construir de nuevo para vivir juntos. Debemos hacerlo de manera que se elimine los prejuicios y la discriminación y que se engendre, en cambio, la confianza. Debemos hacerlo de manera que se suscite la solidaridad y la apertura de mentalidad. Pienso que este evento nos ofrece la posibilidad de reconstruir nuestro país de una manera diferente comprendiendo los vínculos que nos unen. Esto no quiere decir que debemos reconstruir cómo antes, puesto que tenemos la posibilidad de construir un Haití mejor dónde la persona este al corazón de todo??.