Voces silenciosas -- Mª del Mar Alhajar i Viñas

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Ciudad Redonda

El leccionario es para muchas personas el único contacto que tienen con los relatos de fe que constituyen la Biblia. Por ello es necesario recordar que en el leccionario se incluyen pero también se excluyen fragmentos de la Sagrada Escritura. M. Procter-Smith y R. Fox nos hicieron caer en la cuenta de ello en los años 90 al identificar las voces silenciadas en el leccionario. De entre ellas, sólo algunos ejemplos:

Un lunes leemos Ex 1,8-22, pero nos saltamos los versículos 15 al 21. El relato describe el imperio de terror que el faraón instauró en Egipto oprimiendo al pueblo de Israel. Los versículos que no leemos contienen la historia de las comadronas Sifrá y Puá, que en lugar de temer al faraón temen a Dios y por ello se atreven a desobedecer y salvar la vida de los niños recién nacidos.

En domingo nunca leemos textos de la reina Esther que arriesgó su vida para salvar a su pueblo. Ni del libro de Judit donde su protagonista, inteligente y piadosa, amonesta a los líderes de Jerusalén, y – en lugar de ponerse a rezar como le piden-, se introduce en el poderoso ejército enemigo y mata al temible Holofemes salvando así a Jerusalén. Tampoco leemos el relato de Débora, juez de Israel, que planeó y ganó la batalla contra Sisara. Ni los versículos donde aparece Huida, profetisa de Israel. Del NT nunca leemos como Pablo recomienda a Febe, que es diaconisa. Y en domingo nunca leemos el encuentro de María Magdalena con Jesús. Aunque el domingo de Pascua leemos el capítulo 20 de Juan, la lectura acaba antes de que María Magdalena se encuentre con Jesús resucitado y reciba la misión de predicar a los apóstoles.

Las imágenes que tenemos de nosotros mismos como hombres y mujeres se alimentan en los relatos que recibimos. Si en la Iglesia no escuchamos nunca cómo la historia de salvación ha pasado a través de mujeres que temieron a Dios más que al mismo miedo, y sólo leemos los fragmentos donde los varones han sido sus protagonistas, no es difícil que justifiquemos religiosamente la repetición de estos modelos. Pero la Biblia, escrita durante siglos en los que las mujeres no contaban, relata ejemplos de mujeres que por temor de Dios fueron libres y forman parte de la historia de salvación. No podemos olvidarlas, forman parte de nuestros relatos.