Rumbo a la Cumbre de Copenhague -- Ángeles Román

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Espiritualidad y política

El diagnóstico de los científicos con respecto a los síntomas que padece nuestro planeta azul, nuestra madre tierra, nuestro alimento, cobijo, respiración y esplendor; el diagnóstico, nos causa desasosiego, es un grito desesperado, es un último llamado para cambiar un sistema necio, para cambiar el modelo depredador de nuestra civilización que va hacia la autodestrucción, es un llamado para salir de la ceguera, para ver y tornar hacia un sistema de cuidado, para realizar un giro lento, pero rotundo, de esta era tan convulsionada.

Los informes científicos están al alcance de todos, el quiebre ecológico está declarado desde hace tiempo, el compromiso debe ser ahora.

Las civilizaciones antiguas tenían una mirada sagrada del mundo y de la vida, ellos se consideraban parte del orden, no había separación, esa mirada es la que debemos recuperar.

Las tradiciones de origen prehistórico, vivían dentro de una beatitud espacial y estática, en un presente continuo, donde lo simultáneo predominaba sobre el tiempo.

Nuestra tradición histórica en Occidente, tiene una concepción de tiempo lineal y devorador, pues el presente siempre se escapa.

Nos hemos salido del ritmo natural que es cíclico y evolutivo, nuestra noción de tiempo debe ser simbólicamente la de un helicoide, retorno a los ciclos naturales, retorno y ascensión, ese es el ritmo de la evolución.

Las catástrofes se aceleran porque hemos violado el ritmo natural del cual formamos parte.

El ser humano integra un sistema dentro de otros sistemas naturales, estos sistemas son precisos, existen regularidades de comunicación en la biosfera, hay sistemas de mensajes que se dan en la comunidad de organismos, la comunicación biológica tiene que ver con configuraciones y relaciones.

Nuestra epistemología basada en la concepción de sujeto-objeto está errada, hablamos de cosas a las cuales les pusimos nombres y las tratamos como cosas, las manipulamos, las usamos, las devoramos, sin responsabilidad por las consecuencias.

Nuestra lógica también es obsoleta, es lineal, a la cosa con nombre la llamamos sustantivo y realizamos una acción sobre ella o decimos algo de ella, como algo separado de nosotros.

La lógica nueva tiene que basarse en relaciones, debe ser vinculante, circular.

El mundo natural se rige por diferencias y relaciones, nosotros, los humanos (seres naturales) nos separamos del sistema de mensajes por el cual se rige la naturaleza, nuestra razón está errada por el sistema absurdo de dominio y maltratamos las praderas, los océanos, la atmósfera, a todos los organismos vivos y a nuestros inocentes congéneres.

Nuestro pensar errático basado solo en la razón, debe aspirar a ser sofos (sabio), el sabio era aquel que sabía vivir porque conocía los misterios de la Fisis (naturaleza), debemos desarrollar nuestra parte transpersonal, la que nos acerca a los misterios, salir de la conciencia de objetos hacia la conciencia real de energías interconectadas.

De la matriz natural surge el misterio de la vida, la vida se repliega como en el invierno, se nutre del mensaje infinito, surge, y en la luz, es entrega.

Comprender la fuerza que emerge y envuelve todas nuestras vidas, es tener la visión que nos religa con los sistemas naturales, solo esta visión de lo sagrado conducirá las acciones de todos hacia un supremo respeto del mundo.

Que los debates y las decisiones que surjan en los próximos días en la Ciudad de Copenhague sean coherentes con la suprema dignidad de la vida en este momento histórico tan crucial para la tierra.

Señor Obama, que el esplendor de su sonrisa condiga con la más elevada acción que usted puede realizar y que sus grupos admonitorios lo respalden.

Señor Hu, que siempre retorne a la sabiduría ancestral de su cultura.

Señores que manejan las grandes corporaciones que dañan el sistema natural, que puedan trascender su error, error que nos está llevando inexorablemente a un caos planetario, no les pedimos que sean buenos, les pedimos que sean inteligentes, pues todos viajamos en la misma nave, una bella y agonizante nave de este inmenso e inconmensurable universo.

Fuente: Ángeles Román. Profesora de Filosofía – Poeta