Martínez Camino no es «irrelevante», pero sí tiene problemas de memoria -- Jesús Bastante

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Religión Digital

La Conferencia Episcopal considera «legítima y conveniente» la manifestación contra la reforma de la Ley del Aborto que tendrá lugar en Madrid el próximo 17 de octubre. Hasta aquí, nadda fuera de lo normal, salvo para aquellos que, por un lado, puedan preguntar qué otras marchas, no apoyadas por los obispos (0,7%, hambre, solidaridad y otras «demagogias…», según nuestros ultra-amigos), no son legítimas ni convenientes.

Y, por el otro, para los que no entiendan la salida de los obispos «a la calle», aunque sólo sea invitando desde el púlpito. Porque, día de hoy, no sabemos si habrá algún obispo en la marcha. Eso sí: muchas diócesis han convocado jornadas informativas, y desde sus oficinas de prensa se está mandando información acerca de la manifestación. Lo cual, por otro lado, está muy bien y no es criticable: la defensa de la vida trasciende a los católicos, pero también nos compete, vaya.
Vayamos al título del post: no lo digo yo, lo dijo ayer el propio portavoz episcopal, Juan Antonio Martínez Camino. Su presencia en la manifestación «es irrelevante». No debe serlo tanto cuando él es la voz pública de la «Iglesia que peregrina en España». Tampoco supo decir el obispo si algún prelado acudiría, con el argumento de siempre: que si la Conferencia Episcopal no da indicaciones a los obispos, que si es un órgano de acompañamiento y coordinación… y todas esas cosas.

Y, en fin, el argumento mayor (y falaz): que los obispos sólo acudieron a la manifestación contra los matrimonios gay (o «a favor del matrimonio tradicional») -en concreto, fueron 18- porque se trataba de una «situación inaudita y sin paragón en la civilización en todo el mundo». Y, antes desafíos excepcionales, «respuestas excepcionales», dijo Camino, quien discutió en público con un servidor, que trataba de darle los datos para que no cometiera un error ante las cámaras. En fin, que la tozuda realidad demuestra lo contrario: cinco meses después, en noviembre de 2005, cinco prelados marcharon contra la reforma de la LOE (criticable o no, pero jamás ?inaudita??): el arzobispo de Granada, Javier Martínez; el obispo de Murcia, Juan Antonio Reig; y los auxiliares de Madrid, Fidel Herráez, de Valencia, Esteban Escudero, y Toledo, Carmelo Borobia.

También, aunque esta vez a título personal -no hubo nadie más, ni mensajes o llamadas a la calle de los obispos-, Juan José Omella participó en las marchas contra el hambre. Lo que le honra. Muchos obispos, en sus diócesis -lo que también les honra- participan en marchas o concentraciones por la paz y contra ETA. Las situaciones «inauditas» y «excepcionales» son muchas, y evidentemente los obispos no pueden estar presente en todas. Aunque son ciudadanos. Pero poner el razonamiento en la excepcionalidad implica que, en otras ocasiones -algunas muy duras- esto se lo van a recordar. Y, más aún, cuando se den circunstancias no tan «únicas en el ordenamiento jurídico de la Tierra» (como la LOE),y participen obispos, pues también.

Sólo eso. Y una cosa más: el portavoz de la Conferencia Episcopal no es, ni mucho menos irrelevante. Otra cosa sería Juan Antonio Martínez Camino. Pues los cargos, como bien se sabe, no son eternos.

baronrampante@hotmail.es