La Emigración -- Antonio Zugasti

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

La emigración es un tema recurrente en los discursos políticos y en los medios de comunicación. Unos lo ven como un gran problema, , empezando por Trump, que en su campaña electoral aseguró que acometería la «mayor campaña de deportación de la historia de Estados Unidos» para terminar con lo que describe como una «invasión» de «extranjeros ilegales» y «peligrosos criminales», a los que, en contra de lo que señalan los estudios sobre el tema, vincula con la delincuencia.

Y en los ocho primeros meses de su presidencia ha puesto también en su punto de mira a la emigración legal hacia Estados Unidos con el fin, asegura, de favorecer a los trabajadores estadounidenses.

Otros, en cambio, señalan los aspectos positivos de la emigración. Pero lo que es más difícil de encontrar es una reflexión sobre las causas de la emigración. ¿Por qué cientos de miles de personas arriesgan su vida atravesando desiertos o cruzando el mar en peligrosos cayucos para conseguir, normalmente, los peores trabajos de los países a donde llegan?

Evidentemente la razón está en la brutal diferencia en el PIB que hay entre unos países y otros. Siete países están por encima de los cien mil dólares por habitante, empezando por Luxemburgo con 143.314 dólares. En el otro extremo doce países están por debajo de los dos mil, terminando en Burundi, donde cada habitante cuenta con 951 dólares para todo el año. Ciento cincuenta habitantes de Burundi no llegan a disponer de la cantidad de que dispone un solo luxemburgués.

Mientras se mantengan estas enormes diferencias el afán de emigrar para conseguir una vida mejor será imparable. Y tenemos que darnos cuenta de que aquí no se trata sólo del problema de la emigración. Tenemos, sobre todo, el problema de la falta de una mínima ética en nuestro mundo. Estamos construyendo un mundo inhumano, y esa falta de humanidad y de ética acabará pasando factura a todos.