Cuando hablo de liberación desde mi fe y desde la Teología de la Liberación, no me refiero solo a una experiencia interior o a una emoción religiosa. Hablo de un proceso real y concreto que empieza con el grito del pobre, con la herida abierta de los pueblos oprimidos, y con la necesidad de transformar esta historia marcada por la injusticia. Ver noticia original en …
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