Benedicto XVI está forzando un Cisma -- Roser Puig

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Somac

El ver esta primavera pasada al Papa celebrar su cumpleaños junto al entonces presidente Bush de los EE.UU. de América, seguramente se nos debió atragantar a unos cuantos millones de ciudadanos del mundo que, en su día, nos habíamos manifestado en contra de la invasión de Irak. La nota de prensa indicaba que se trataba de ?reconstruir?? una relación entre Estados. Relaciones algo deterioradas desde que Juan Pablo II condenó la citada guerra.

¿Cual puede ser el interés de Benedicto XVI en estar a partir un piñón con Bush? Si recordamos un poco, Bush logró ser nuevamente presidente USA gracias a los votos de los creacionistas (un movimiento protestante que se toma el mito de Adán y Eva al pié de la letra) Se rumoreó durante algún tiempo que Bush iba a ?convertirse?? al catolicismo. Entonces ¿porque no pueden ser amigos el Papa y él? Después de todo, Benedicto XVI es aficionado a emplear el Génesis para explicar el origen de la Humanidad, el pecado original y promocionar las indulgencias para aliviar la ?pena?? que la culpa ha dejado en nuestras almas (según la doctrina de la ICR sobre el pecado). Además utiliza el mito de Adán y Eva en sus documentos para ?probar?? el ?designio divino?? de la supeditación de la mujer al varón, y la imposibilidad de admitirla en plano de igualdad en la institución eclesiástica.

Después de reunirse con Bush, pudimos ver como el Papa le daba la comunión en la boca a 70.000 personas, todos de rodillas. Era de esperar desde el momento en que ha recuperado la misa de espaldas y en latín (¿ha tenido en cuenta que los fieles somos, la mayoría, personas mayores llenas de artrosis y dolores de rodillas?) .Eso no parece preocuparle. Le preocupa más el avance de las sectas. Y se ha propuesto hacerlas frente. Por lo pronto, ya está utilizando las últimas tecnologías para enviar mensajes televisivos, como hacen ellas. Además se ha hecho con una línea aérea, especial para peregrinaciones.

También ha decidido hacerse fuerte en el Vaticano reuniendo en torno a si a todos los movimientos ultraderechistas católicos: Kikos, Legionarios de Cristo, Opus etc., los cuales le son incondicionales y tienen más capacidad de aglutinar juventud. La última maniobra ha sido el intento de ?recuperación?? de los lefebvrianos. Esto ha dado lugar a un verdadero escándalo en la Iglesia. ¿Es que el Papa chochea? Algunos teólogos piden su abdicación, mientras la Curia habla de ?malentendidos??.

En mi opinión, detrás de una innegable involución respecto al Concilio Vaticano II, se esconde una firme decisión de recuperar la hegemonía perdida por la Iglesia, a causa de la pluralidad a que dieron lugar los aires de libertad de conciencia de dicho Concilio. Libertad de pensamiento que nunca ha sido del agrado de Joseph Ratzinger. Se trata de una estrategia concienzudamente estudiada por una mente fría y calculadora: la del ex-prefecto de la Congregación para la Defensa de la Doctrina de la Fe.

Es evidente que Benedicto XVI está forzando un cisma en la Iglesia Católica a fin de expulsar de su seno todo aquello que ponga en peligro su única y exclusiva Verdad.
A tal efecto, a la par que se acerca a los movimientos más conservadores, va expulsando sistemáticamente a todos aquellos y aquellas que osan cuestionar la tradicional teología y la organización absolutista de la institución que él lidera. Está decidido a ?hacer limpieza??.

Y no solo de todo aquello que pueda enturbiar la imagen resplandeciente de una Iglesia Santa: pederastas, homosexuales, divorciados y vueltos a casar, curas que no han respetado el celibato, etc. (lista en la que no parecen estar los genocidas, pero en la que ocupamos un lugar preferente quienes estemos a favor de una ley civil que regule el aborto o la eutanasia) sino de cualquiera que no considere prioridad la obediencia ciega al Magisterio encabezado por el Papa.

Y es que Benedicto XVI ha considerado que ya van siendo demasiadas las voces que protestan por el anti- testimonio que está dando la Iglesia Católica al Planeta: opulencia en un mundo empobrecido y hambriento, sordera ante las necesidades de la gente de la calle, y antagonismo militante frente los avances científicos. Somos demasiados (en su opinión) los que reclamamos una Iglesia plural, igualitaria, solidaria con la causa de los pobres, humilde, etc. En definitiva, necesitada de recuperar el mensaje de Amor Fraterno, fidedigno de Jesús de Nazaret.

Y Benedicto XVI, frente a una reforma a fondo reclamada por tantas voces discordantes, opone una reunificación a fondo que mantenga el poder y la influencia universal de la Iglesia Católica Romana. Muchas de esas voces somos laicas, por lo que el sabe que no puede apelar al cumplimiento del voto de obediencia, como ocurre cuando se trata de personas consagradas. De ahí que maniobre con la esperanza de que nos demos por vencidos y nos salgamos de la Iglesia voluntariamente todos aquellos que, en su opinión, sobramos. En lo que a mi se refiere, no tengo la más mínima intención de complacerle.

Palma de Mallorca, febrero de 2009