A sus órdenes, mi Capital -- Antonio Zugasti

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Se habla muchas veces de los clásicos tres poderes que se dan en una democracia: el legislativo, el ejecutivo y el judicial. Se podían poner algunas pegas a lo democrático del judicial, pero dejémoslo pasar. El problema es con el cuarto poder, el poder económico. Ese sí que no tiene nada de democrático. Y tampoco destaca como poder transparente, pero es decisivo en la vida de nuestras sociedades.

De ese poder se habla muy poco porque los grandes medios de comunicación están en sus manos y no les interesa que se hable de él, prefieren hablar de libertad, de un mundo que llaman “libre” y en el que ese poder se mueve a sus anchas. Y quiere que pensemos que la libertad es para todos, que el poder económico no interviene

Descubrir y denunciar ese cuarto poder. Poner claramente de manifiesto como ese cuarto poder, empujado por su ambición insaciable, se mueve por todo el mundo buscando su beneficio a costa de lo que sea. Ese poder pretende justificarse en que es un elemento básico de una sociedad libre. Pero la libertad queda concentrada en manos de ese poder, y la libertad de los demás está seriamente condicionada por el poder económico.

Un joven que empieza su vida emancipado de su familia ¿tiene ante sí posibilidad de elegir una vivienda donde vivir dignamente? ¿Es libre para elegir dónde vivir? Un parado ¿tiene libertad para decidir en qué quiere trabajar? Un trabajador precario ¿está así por su propia voluntad? Cualquier ciudadano normal ¿puede mover su dinero para pagar menos impuestos?

En cambio a un multimillonario ¿le dice alguien dónde tiene que colocar su dinero o en qué emplearlo? ¿Puede moverlo por el mundo para evadir impuestos? ¿No vemos en todo esto que hay un poder, el económico, que sí tiene una libertad por encima de los demás mortales? ¿No tendrían las fuerzas progresistas de todo el mundo que tomar conciencia de esta situación, y plantearse como tarea primordial el control democrático de este cuarto poder?

¿Podemos imaginar lo que podía ser el mundo, si todos los poderes que lo gobiernan fueran realmente democráticos y claros, y no buscaran el beneficio económico de unos pocos, sino el bienestar de las grandes mayorías?