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En la Biblia se habla del Anticristo como una figura diametralmente opuesta a Cristo Jesús. Incluso el apóstol Juan habla de Anticristos, en plural. Parece claro que no se trata de una persona concreta, sino que simboliza, personaliza, una oposición radical a lo que supone la figura de Jesucristo.
A lo largo de la historia podríamos encontrar personas que encarnan esa oposición radical al mensaje cristiano, pero seguramente ninguna tan ajustada a esa figura del Anticristo como la de Donald Trump, que hoy está al frente de la ultraderecha mundial. Podemos empezar recordando que frente a Jesús estaban los fariseos, con su falsa piedad y su hipocresía. A Trump tampoco le falta lo de la hipocresía: asistir a ceremonias religiosas cristinas cuando su vida está en radical oposición al Evangelio es muestra clarísima de su hipocresía.
Por otro lado, Jesús condenaba sin paliativos el afán de riquezas, pues Trump es muy rico y a su lado están las mayores fortunas del mundo. La extrema derecha en general no ve mal esa acumulación de riqueza y está en contra de cualquier política social.
Pero donde la confrontación es más evidente es en las relaciones sociales. En el trato con los demás. Para Jesús lo fundamental es el amor al prójimo. Y para Él, prójimo no es solamente el que está a tu lado. A la pregunta de un fraseo: ¿Y quién es mi prójimo? Jesús responde con la parábola del buen samaritano. Los samaritanos eran aborrecidos y despreciados por los judíos, pero es a un samaritano al que Jesús pone como ejemplo de prójimo.
Hoy Jesús seguramente hubiera puesto como ejemplo de prójimo a un emigrante. La parábola nos dice muy claramente que cualquier ser humano es nuestro prójimo, pero para Trump y sus gentes solamente son prójimos “los míos”. Para ellos no cuenta el que los emigrantes sean seres humanos, se les puede explotar todo lo posible, y si no son necesarios, echarlos sin contemplaciones. La emigración es una bestia negra para la extrema derecha en el mundo.
La imagen de Trump como Anticristo es algo que difícilmente vamos a encontrar en los medios de comunicación. Tampoco va a estar de acuerdo con eso la tradicionalmente católica derecha española, ni su representante político, el Partido Pecador. Pero es una verdad incuestionable a poco que se abran los ojos y la mente.