Ante el asesinato del dirigente palestino Ismail Haniya -- Campaña Espacios Libres de Apartheid ? Uruguay

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Una vez más el régimen sionista ha demostrado que la violencia es el
único lenguaje que conoce.
Una vez más asesinó al líder palestino más moderado y pragmático,
que encabezaba los esfuerzos de negociación para lograr un acuerdo de
alto al fuego en Gaza.

Una vez más, asestó un golpe mortal a la dirigencia palestina cuando
acababa de lograr un acuerdo de unidad nacional entre todos los partidos
y facciones, como lo hizo en tantas ocasiones anteriores, con la
intención de destruir esa unidad.

Una vez más, la entidad sionista asesinó a sus enemigos fuera de su
territorio violando la soberanía de otros países, como lo ha hecho
tantas veces en Irán, Irak, Líbano, Siria y en todo el mundo.

Una vez más, el régimen liderado por el criminal de guerra Netanyahu y
su coalición fascista ha demostrado que no quiere el alto al fuego en
Gaza y que está dispuesto a provocar una guerra regional, abriendo
frentes simultáneos con Líbano e Irán. Para ello cuenta con arrastrar
a su aventura bélica a su aliado incondicional EE.UU. y a presionarlo
para atacar Irán, como lo ha hecho durante años y como lo hizo en 2003
para que invadiera Irak.

Una vez más el sionismo demuestra que no busca ni quiere la paz. Como
toda entidad colonial, desde que fue implantado en medio del mundo
árabe, y con el pleno apoyo de su metrópoli (las potencias
occidentales de turno), Israel ha vivido en guerra contra el pueblo
originario de Palestina y contra los países y pueblos de la región que
no se sometieron a su control.

El actual régimen fascista israelí ha demostrado que no está
dispuesto a negociar nada, y que ?como lo ha hecho durante sus 76
años de existencia? seguirá ignorando las resoluciones y órdenes
emitidas en los últimos meses por el Consejo de Seguridad y la Asamblea
General de la ONU y por la Corte Internacional de Justicia (CIJ) para
parar la aniquilación de la población de Gaza.

Por eso este Estado genocida debe ser obligado por la comunidad
internacional a detener sus crímenes. El reciente dictamen de la CIJ
establece enfáticamente el deber de todos los Estados miembros de la
ONU de tomar medidas para acabar con la impunidad y la ilegalidad del
régimen israelí y para obligarlo a respetar el Derecho Internacional,
empezando por el incuestionable derecho a la autodeterminación del
pueblo palestino.

Exhortamos a las organizaciones sociales, a los partidos políticos, a
las instituciones académicas, culturales, científicas, deportivas, y a
todos los partidos políticos ?en especial a los que se definen como
progresistas y de izquierda? a acatar el mandato del máximo tribunal
de la ONU: aplicar sanciones y cortar los vínculos de complicidad que
permiten al régimen fascista y terrorista de Israel continuar con sus
políticas ilegales y genocidas.

Estamos a las puertas de una guerra regional de proporciones
imprevisibles. No están en juego solo los derechos y el futuro del
pueblo palestino, sino de todos los pueblos de la región y del mundo.
La potencia colonial que mantiene la ocupación más larga y sangrienta
del último siglo, y la única de la región que posee armamento nuclear
(no supervisado por la ONU, además), debe ser detenida antes de que sea
demasiado tarde.

Israel no va a parar el genocidio y la destrucción de Gaza, ni va a
poner fin a su régimen ilegal de ocupación, colonización y apartheid
a menos que sea forzado a hacerlo. Y para ello, todos y cada uno de los
países y sus gobiernos tienen la responsabilidad de tomar medidas
drásticas para obligarlo.

Somos los pueblos, la sociedad civil organizada y movilizada, quienes
debemos exigir a nuestros gobernantes actuales y futuros que pongan fin
a su silencio cómplice y su inacción, y lo hagan sin más demora,
ambigüedad ni falsas equidistancias entre los genocidas y sus
víctimas.

Campaña Espacios Libres de Apartheid ? Uruguay

Montevideo, 31/7/24

Información complementaria

Ismail Haniya nació en el campo de refugiados Al-Shati en la ciudad de
Gaza. Su familia, oriunda de la ciudad palestina de Majdal (llamada
Askelón por los colonizadores israelíes), fue expulsada durante la
Nakba de 1948. Al frente de Hamás, Haniya ganó las elecciones
legislativas palestinas en 2006 y fue elegido Primer Ministro del
gobierno de unidad nacional, antes de la ruptura con Fatah en 2007. Tras
sobrevivir a varios intentos de asesinato se autoexilió en Catar, y
desde 2017 presidía el Buró Político de Hamás.

Como su representante diplomático defendía la resistencia palestina a la ocupación israelí ?en todas las formas: resistencia popular, resistencia política, diplomática y militar??. Durante estos 10 meses de genocidio el
régimen sionista asesinó a más de 60 integrantes de su familia
(incluyendo tres hijos y cuatro nietos).

El día antes de asesinar a Haniya en Teherán, el régimen israelí
mató al alto mando militar de Hezbollah Fouad Shukur en Beirut, igual
que en enero asesinó también allí a Saleh Al Aruri, otro alto
dirigente de Hamas. Los asesinatos selectivos dentro y fuera del
territorio palestino son una tradición tan larga como la existencia del
Estado sionista; abarcan todas las épocas y partidos, desde líderes de
Fatah y el FPLP en los 70s y 80s hasta los fundadores de Hamás, Ahmed
Yassin y Abdel Aziz Rantisi en 2004, y al propio Yasser Arafat,
envenenado en el mismo año.

El mismo día que eliminó a Haniya y a su guardaespaldas en Teherán,
el régimen israelí asesinó en Gaza al reportero Ismail Al-Ghoul y a
su camarógrafo Rami Al-Refee de la cadena Al Jazeera, que como tantos
jóvenes y valientes periodistas gazatíes, desde octubre y aún en
condiciones atroces están mostrando al mundo el genocidio del cual
Israel no quiere testigos; por eso no permite la entrada de periodistas
extranjeros a Gaza, y asesina a los palestinos.

En estos 10 meses, la máquina genocida israelí ha asesinado a 167
periodistas, 200 empleados/as de UNRWA/ONU, 600 trabajadores/as de la
salud y socorristas, cerca de 20.000 niñas y niños (otros tantos
están desaparecidos) y una cifra de civiles que se estima entre 50.000
y 200.000, contando los cuerpos bajo los escombros, las muertes
indirectas por heridas, infecciones y enfermedades imposibles de tratar
por la destrucción del sistema de salud, así como por falta de comida,
de agua, de saneamiento y de higiene, según la prestigiosa revista
científica internacional The Lancet [1].