En Québec, la Bella Provincia -- Jacques Gaillot, obispo de Partenia

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Partenia

Tengo la suerte de llegar a este país durante la estación de otoño en que los colores de los árboles me encantan. Hace buen tiempo. Me alegra reunirme durante dos días con una asamblea de doscientas personas. Una asamblea cálida, abierta, que busca, que marca sus distancias respecto de la institución de la Iglesia.
Al tomar contacto con el auditorio, la primera noche, me doy cuenta de que tengo que cambiar el contenido de mis intervenciones.

Tengo ante mí a personas cargadas de experiencia, cuya vida está hecha de búsqueda, de iniciativa, de inventiva. Ya no hacen uso de los pasos para peatones, prefieren ir encontrando su camino día tras día, a veces con dificultad pero con corazón. El deseo de nacer a sí mismo, de renacer.

El encuentro de Jesús con la samaritana alcanza a los presentes: « Ha llegado la hora en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. » Juan 4,23

Jesús habla al corazón de nuestra experiencia humana. Para despertarnos a la dimensión profunda de nuestra vida. Para que tomemos conciencia de las riquezas interiores que llevamos dentro.
Comenté varias parábolas del Reino. La parábolas alcanzan a cada uno y cada una de nosotros según lo que somos, despertando deseos que se corresponden con nuestras experiencias. Como una música puede hallar en nosotros ecos insospechados.
La palabra sembrada seguirá su camino dentro de los corazones. Yo no tengo por qué saberlo.