?El cuarto Rey Mago?? -- Deme Orte

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Según la historia
del nacimiento
del Salvador,
se hace memoria
del surgimiento
de un resplandor.
Por una estrella
del firmamento
los Reyes Magos
de ignotos pagos
fueron tras ella
en seguimiento.

Porque tenían
convencimiento
de que al Mesías
lo encontrarían
en cumplimiento
de profecías.
Tres eran ellos
y del Oriente
sobre camellos
hacen camino
a su destino
con fe ferviente.

Aquí los nombres
de los tres hombres,
a cual mejor:
uno es Melchor,
otro Gaspar
y Baltasar.
Y traen oro
como tesoro,
mirra de ungüento
y tratamiento
y rico incienso
de olor intenso.

Pero esta historia
está incompleta
porque hubo un cuarto
en el reparto,
aunque la gloria
no lo respeta.

Un cuarto Mago
que llegó tarde
y no por vago
ni por cobarde.
Les contaré
cómo y por qué.

Es Artabán
cuarto Rey Mago
que mil percances
y malos trances
retrasarán
su viaje aciago.
Melchor, Gaspar
y Baltasar
le convidaron
para aquel viaje
y pronto el traje
le prepararon.

Tomó diamantes,
jaspes, rubíes,
joyas saudíes,
ricos brillantes,
plata de ley
cual rico rey.

En el camino
se tropezó
con un herido
que algún bandido
luciferino
robó e hirió.

Artabán supo
curar heridas
y ánimos dar
y aún le cupo
para donar
joyas pulidas.
Siguió su ruta
por el desierto
mas su caballo
cayose muerto
y el plan trasmuta
tan serio fallo.

A pie, cargado,
camina lento
la ardiente arena
y al firmamento
mira confiado
la luna llena.

La buena estrella
siempre le guía;
sólo por ella
sueña y confía
lograr su meta
y el paso aprieta.

Cuando divisa
tras tantos días
Jerusalén,
crece su prisa
por saber quién
es el Mesías.

Mas lo que encuentra
cuando se adentra
en la ciudad
es una horrenda
gran mortandad
que hará leyenda.
Triste constata
que Herodes mata
recién nacidos
que el rey rechaza
como temidos
de una amenaza.

Cuando Artabán
ve que un soldado
saca su espada,
se va plantado
a la estocada
de aquel rufián.
Desvía el arma
que iba al infante
mas al instante
surge la alarma
y es apresado
y encarcelado.

Por muchos años
en la mazmorra
sufre los daños
y aunque la vida
y el tiempo corra
no ve salida.

Pero oye hablar
en cuchicheo
de un galileo
que enfermos sana
y habla de amor.
Su mente anciana
cobra vigor.

Piensa que acaso
aquel profeta
sea el mesías
que en otros días
marcó su meta,
guio su paso.

Tras mucho tiempo
es liberado
y el contratiempo
es superado.
Ya casi ciego
busca sosiego.

En una plaza
sienta Artabán,
mas ve que están
a una rapaza
esclavizando
y subastando.

Poca moneda
que aún le queda
es suficiente
para hacer frente
a la subasta
y se la gasta.

A la muchacha
así libera
y humilde agacha
su cabellera
con prontitud
y gratitud.
Entre la gente
desaparece,

y el viejo Mago
pasa el mal trago
de quien padece
pacientemente.
Sube un gentío
hacia el Calvario
que es escenario
de un llanterío:
un hombre amado
crucificado.

Artabán siente
tal crueldad
pero presiente
que son verdad
las profecías
de aquel Mesías.
No le conoce,
pero le admira
que aún confíe.

Jesús le mira,
le reconoce
y le sonríe.
Se acerca roto,
gesto devoto;
aquel sufriente
resplandeciente
le dice grave
con la voz suave:
-?Porque hambre tuve
y de comer
de ti obtuve,
mi sed calmaste
y me curaste
con tu querer.

Desnudo anduve
y me vestiste;
si preso estuve
también viniste
a visitarme
y alivio darme??.
De asombro preso,
desmemoriado,
le preguntó:
-?¿Cuándo hice yo
nada de eso
a ti, ignorado???

-?Cuando lo hiciste
con mis hermanos
fue con tus manos
que me cuidabas.
Me conociste
cuando buscabas.

Yo era la estrella
con que orientabas
tu caminar.

Yo era la huella
que tú buscabas
sin descansar??.
Artabán quieto,
ensimismado,
cayó postrado
de adoración.

Quedó repleto
su corazón.
Así propago
la historia en verso
de un rey diverso.
Y así sabrán
sobre Artabán,
Cuarto Rey Mago.