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El 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer. De la mujer trabajadora, sí, por supuesto, y de todas las mujeres, porque la opresión patriarcal a la que están sometidas las mujeres atraviesa todas las clases, etnias, culturas y nacionalidades y está presente en todas las religiones. En este sentido es esclarecedora la frase de Flora Tristán: «Hay alguien todavía más oprimido que el obrero, y es la mujer del obrero».
Este día, las mujeres nos manifestamos para exigir que se cumplan las reivindicaciones de la  agenda feminista:
– El fin de la mercantilización de las mujeres y las niñas, de la pornografía y la explotación  reproductiva en cualquiera de sus formas, ya que son incompatibles con la dignidad humana  y el derecho de igualdad entre los sexos.
– Medidas para eliminar el acoso y las dificultades para poner en práctica el derecho al aborto  y ejercer los derechos reproductivos y sexuales.
– Erradicar de la sociedad y sus leyes los estereotipos y roles sexuales. Coeducación para  conseguir la igualdad efectiva entre mujeres y hombres.
– Acabar con la feminización de la pobreza, la precariedad laboral, la brecha salarial y la de  las pensiones, que golpean especialmente a las mujeres.
– Acabar con la violencia machista y los feminicidios, con la violencia institucional y la justicia  patriarcal, la aplicación del falso SAP y el castigo a las madres protectoras. Ayuda y protección  efectiva para las víctimas de violencia machista y vicaria, y que los centros sean de gestión  púbilca, no gestionados por empresas pertenecientes a confesiones religiosas como ahora. 
– La aplicación del Convenio de Estambul, que recoge todas las formas de violencia contra  mujeres y niñas, como la que se produce por imposiciones religiosas y/o tradiciones sociales  o culturales. Protección a las mujeres y niñas migrantes en los supuestos de violencia  independientemente de su situación administrativa.
En estos tiempos de crisis y fortalecimiento de la extrema derecha y del patriarcado, aliados  del capitalismo, vemos como peligran los derechos de las mujeres que tanto han costado  conseguir. Derechos nunca logrados del todo, muchas veces plasmados sólo en el papel, y que  no han llegado a todas las mujeres del mundo. Derechos que hay que seguir reivindicando  cada 8 de marzo y todos los días.
El feminismo, movimiento social y político cuyo objetivo es la búsqueda de la emancipación,  la libertad y la autonomía de las mujeres, es universalista, al igual que el laicismo y su defensa  de la libertad de conciencia y la necesaria separación entre las iglesias y el Estado.
Por ello desde Europa Laica insistimos en la necesidad de la defensa y el reforzamiento de la  escuela pública y en que sea laica y no sexista; nuestra oposición a los conciertos educativos,  la mayoría confesionales, que son un elemento de segregación y desigualdad. La religión y los  dogmatismos deben salir de los centros escolares porque el alumnado tiene derecho a recibir  una enseñanza integral basada en la libertad de conciencia, los DDHH y los derechos de la  infancia. 
Y debe ser coeducativa para que niñas y niños sean educados en igualdad y se
desarrollen su capacidad crítica, como recogemos en nuestra Carta Escolar de Laicidad.
Queremos unir nuestras voces en este día de conmemoración y reivindicación de derechos de  las mujeres e insistir en que sólo podremos avanzar en la igualdad y dignidad de todas las  personas sin distinción de sexos mediante políticas decididas que establezcan la separación  entre religiones y Estado, que aseguren que las mujeres no se vean sometidas a leyes influidas  por las religiones o los dogmatismos de toda índole
